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Detenido por el asesinato en 2022 de un joven en Málaga ‘Dinamita Montilla’, autor de cuatro homicidios en los ochenta

El hallazgo de una muestra de ADN en la mochila de la víctima permite arrestar, tras casi dos años, a José Jurado como presunto responsable del crimen

Agentes de la Policía Nacional detienen al delincuente conocido como "Dinamita Montilla", en un vídeo cedido por la Policía. Foto: CNP
Óscar López-Fonseca

Un rastro de ADN en la cremallera de una mochila y una ardua investigación de casi dos años, que ha incluido la elaboración de un árbol genealógico del sospechoso, han permitido a la Policía Nacional resolver el asesinato, en agosto de 2022, de David H., un estudiante de 21 años cuyos cadáver apareció con heridas de arma de fuego en un paraje montañoso de la provincia de Málaga, a unos 35 kilómetros de la capital. El presunto autor, detenido el jueves pasado en Valdebótoa (Badajoz), es un viejo conocido de las fuerzas de seguridad: José Jurado Montilla, de 62 años, alias El Titi o Dinamita Montilla, quien fue condenado en su día como autor de la muerte, entre 1985 y 1987, de cuatro personas también en Málaga, y por lo que había pasado más de 20 años en la cárcel. Dinamita Montilla, que ingresó en prisión provisional el domingo por orden del titular del Juzgado de Instrucción número 9 de Málaga, ha negado hasta ahora ser el autor de la muerte del joven, según fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía.

Según ha detallado este lunes en rueda de prensa la inspectora Rafaela Polo, jefa del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional en Málaga, las pesquisas se iniciaron el 29 de agosto de 2022, después de que los padres de la víctima llamaran al 091 para denunciar que no localizaban a su hijo tras anunciarles que se dirigía a una finca propiedad de la familia en la zona conocida como Los Montes para recoger algarrobas. Sobre las 8.40 del día siguiente, su cadáver era encontrado en un paraje conocido con el nombre de Los Ciegos. Presentaba dos impactos de disparos. El primero, de cartuchería de postas, lo recibió por la espalda. El segundo, cuando ya estaba en el suelo y “a bocajarro”, con munición de perdigones.

La responsable policial ha señalado que se inició en ese momento una investigación especialmente “compleja” por el lugar en el que se había producido el crimen, una zona de montaña de difícil acceso a la que no acuden senderistas, por lo que “no hay testigos, no hay vecinos, [y los rastreos de] la telefonía no nos vale”. Los investigadores se encontraron además con un segundo obstáculo para avanzar en las pesquisas: la falta de un móvil claro. “David es un joven ejemplar de 21 años, estudiante sin ningún tipo de problemas, por ahí tampoco podíamos mirar”, ha destacado la inspectora Polo.

Las primeras gestiones se centraron en tomar declaración a cazadores que frecuentasen la zona, guardias forestales, guardeses de fincas, propietarios de terrenos y los ocupantes de las pocas viviendas que se encontraban diseminadas en la zona. El punto de partida eran lo que el propio David había contado a su padre con el que había contactado telefónicamente aquel día a través de WhatsApp, al que aseguró que se había topado con un cazador armado ―“un señor mayor y con mala pinta”― junto a la casa de aperos de la finca familia, y al que había ofrecido agua de su propia botella en un intento de ganarse su confianza. En idénticos términos se refirió el joven en un chat de la misma aplicación de mensajería que tenía con varios amigos. Con estos escasos primeros datos, la Policía interrogó “a más de 60 personas”.

Uno de estos posibles testigos apuntó haber visto en la zona a una persona con las características descritas por la víctima que iba en un automóvil de un modelo concreto, pero aquella pista finalmente quedó en nada a pesar de que la policía rastreó las bases de datos la Dirección General de Tráfico e hizo gestiones en los desguaces por si se hubieran deshecho del coche. También fueron infructuosos los intentos de avanzar a partir de los estudios balísticos de los restos de los cartuchos recuperados, o de los restos biológicos encontrados en unos pañuelos hallados en la zona. “Íbamos a ciegas, pero todo lo que había se miraba y si una vía se nos cerraba, íbamos a otra”, ha destacado la responsable de la investigación policial.

La pista final vino de la mano de la inspección ocular que se hizo del lugar donde apareció el cadáver, en la que se recogieron “más de 60 muestras” que dieron pie a “más de 150 gestiones” en las bases policiales de ADN, según ha detallado el comisario Salvador Romero, responsable de la Unidad de Policía Científica en Málaga. “Eso fue fundamental para nosotros porque se recogieron una serie de vestigios que a la postre serían los que nos darían con quién era el autor”, ha añadido la inspectora Polo. El momento clave fue el pasado septiembre, cuando se cumplía un año del crimen, y los investigadores hicieron lo que han denominado “rebúsqueda” en las muestras recogidas.

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La pista definitiva la dio el análisis del ADN localizado en la pestaña de la cremallera de una mochila de la víctima, cuyo perfil arrojó una similitud con una muestra existente en las bases de datos policiales. No se trataba de una coincidencia plena, sino que apuntaban a que el presunto autor del crimen era familiar por vía paterna de otro delincuente del que sí había muestras. A partir de ahí comienza una labor de rastreo ―de “buceo”, la han descrito los mandos policiales― tanto en el registro civil como en las partidas de bautismo del obispado, que desembocó en la elaboración de un árbol genealógico que se remontó a finales del siglo XIX, según han destacado los investigadores, y en el que aparecía José Jurado. Este, tras sus primeras condenas, había cambiado los datos de filiación, lo que complicó su identificación.

Una vez puesto nombre al presunto asesino ―y tras descubrir que había cumplido condena por cuatro homicidios cometidos al final de la década de los ochenta―, los agentes procedieron a su detención el jueves de la semana pasada, cuando se encontraba en el interior de bar de la localidad de Valdebótoa (Badajoz). La pruebas de ADN que se han practicado a Dinamita Montilla han confirmado plenamente que son suyos los restos recuperados en la mochila del joven asesinado.

Jurado fue detenido en mayo de 1987 en Álora (Málaga) por la Guardia Civil acusado de la muerte a tiros y cuchilladas de dos turistas, uno de nacionalidad inglesa y otro alemana, que estaban acampados en una zona de la provincia de Málaga conocida como El Chorro. Entonces se le implicó también en el crimen de Antonio Paniagua, exchófer del cantaor Juanito Valderrama, cuyo cadáver fue hallado semicarbonizado en una casa de campo en marzo de 1987. El cuarto crimen por el que ingresó en prisión fue el de un hombre cuyo cadáver, con impactos de escopeta, había sido hallado dos años antes en un cortijo de Almogía, una localidad malacitana enclavada precisamente en las estribaciones de Los Montes de Málaga, donde en agosto de 2022 apareció su última víctima.

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Sobre la firma

Óscar López-Fonseca
Redactor especializado en temas del Ministerio del Interior y Tribunales. En sus ratos libres escribe en El Viajero y en Gastro. Llegó a EL PAÍS en marzo de 2017 tras una trayectoria profesional de más de 30 años en Ya, OTR/Press, Época, El Confidencial, Público y Vozpópuli. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.
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