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La UE destina 210 millones para convertir a Mauritania en barrera de la emigración irregular hacia Canarias

La inestabilidad del Sahel y la crisis política de Senegal, que dura ya tres años, sitúan a este país como el nuevo aliado estratégico para el control migratorio en la ruta atlántica

Fernando Grande-Marlaska
El ministro de Interior español, Fernando Grande-Marlaska, y la comisaria de Interior de la UE, Ylva Johansson (a la izquierda), tras la firma del acuerdo migratorio UE-Mauritania en Nuakchot.Juan Luis Rod
José Naranjo

La comisaria de Interior de la Unión Europea (EU), Ylva Johansson, y el ministro de Interior de Mauritania, Mohamed Ahmed Ould Mohamed Lemine, han firmado este jueves en Nuakchot, la capital mauritana, un acuerdo de cooperación en materia migratoria que pretende convertir a este país africano en el nuevo gran freno de la emigración irregular que llega a Canarias. Con una financiación de 210 millones de euros, anunciada hace un mes por Ursula von der Leyen, uno de los pilares de este pacto es el refuerzo de la cooperación para prevenir la migración irregular, así como intensificar la devolución de mauritanos desde suelo europeo. Entre otras medidas, se prevé una mayor cooperación de la Agencia Europea de Fronteras (Frontex), especialmente en cesión de equipamiento y en formación de las fuerzas de seguridad del Estado. El ministro español de Interior, Fernando Grande-Marlaska, también estuvo presente en la firma del acuerdo.

La ruta irregular hacia las islas Canarias ha tenido más muertes de las que podemos contar. Luchar contra el tráfico ilegal de personas es salvar vidas”, ha asegurado Johansson a los periodistas tras el acto protocolario, celebrado en el Palacio de Congresos de Nuakchot. Mauritania se ha convertido en los últimos tres meses en el principal punto de salida de cayucos hacia Canarias, pero sus aguas también son lugar de paso obligado de las embarcaciones que zarpan de Senegal, que vive una crisis política y una ola de protestas, esporádicas pero reprimidas con gran violencia, desde 2021. En este sentido, Grande-Marlaska puso el acento en la experiencia de cooperación en materia de control migratorio que acumulan España y Mauritania desde el año 2006, con una presencia estable de agentes de la Guardia Civil y la Policía Nacional en la ciudad portuaria de Nuadibú, pero destacó que “la lucha contra la migración irregular no es solo bilateral, es una responsabilidad de la UE, de sus 27 estados miembros”.

No es solo la crisis en Senegal. Mauritania, con cinco millones de habitantes, se encuentra en la conflictiva región del Sahel, golpeada por el avance del yihadismo, la inseguridad alimentaria y el cambio climático. Sin embargo, es el único país de la región que ha logrado mantenerse estable: desde hace más de una década no sufre ningún atentado ni ataque. Mientras tanto, Malí, Níger y Burkina Faso libran una auténtica guerra contra el terrorismo que ha provocado unos cinco millones de refugiados y desplazados internos y decenas de miles de muertos desde 2012. Las juntas militares que se hicieron con el poder en estos tres países han firmado acuerdos militares y de cooperación con Rusia en detrimento de Francia y, por extensión, de la Unión Europea. Este acuerdo muestra que Mauritania es la excepción y que ha decidido estrechar su cooperación con Europa.

Además de la intensificación de la lucha contra la emigración irregular “para detener a traficantes y pasadores”, el acuerdo UE-Mauritania contempla también potenciar la migración legal, en concreto, estimular que estudiantes, investigadores y empresarios puedan viajar a Europa, mejorar la política de visados, lo que incluye estudiar la posibilidad de que los ciudadanos mauritanos ni siquiera los necesiten para viajes de corta duración o reducir los plazos de obtención en ciertos casos, así como fomentar la migración circular por razones laborales.

Fruto de la citada inestabilidad en el Sahel y en particular en su vecino Malí, donde el Ejército y sus aliados de la empresa rusa de mercenarios Wagner llevan a cabo una ofensiva contra los grupos yihadistas y los rebeldes tuaregs, el flujo de refugiados que llegan a Mauritania se ha intensificado en los últimos meses. Al menos 70.000 personas han cruzado la frontera desde Malí desde el pasado mes de octubre, según fuentes del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), elevando a más de 150.000 los solicitantes de asilo en suelo mauritano. Por ello, la UE ha incluido como uno de los pilares de este acuerdo migratorio el refuerzo de las capacidades en materia de registro y atención de refugiados así como facilitar su acceso a los servicios sociales de base.

Esta notable presencia de refugiados sobre todo en la zona fronteriza con Malí está provocando un incremento de la tensión con la población local, con la que compite por el acceso a los recursos. Además, las autoridades mauritanas son conscientes de que entre los refugiados que entran en el país puede haber miembros de grupos armados y que ello puede generar inestabilidad. La UE, consciente de esta presión, se ha comprometido a destinar parte de los fondos a esta problemática, que afecta tanto a los refugiados como a las poblaciones que los acogen.

Una de las contrapartidas en las que Europa ha querido hacer énfasis en este pacto es la formación de jóvenes mauritanos para combatir el desempleo, para lo que prevé invertir tanto en Formación Profesional como en el acceso de emprendedores a microcréditos y préstamos. Mauritania y la UE se comprometieron este jueves a poner en marcha un plan de acción más concreto con todas estas iniciativas, así como mantener al menos una reunión anual de alto nivel y diferentes encuentros técnicos para su correcto desarrollo.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).
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