La boca del lobo en la que se metió el desertor ruso asesinado en Alicante
El piloto prefería los bares y supermercados frecuentados por españoles en una zona residencial repleta de servicios para los 800 rusos y 1.200 ucranios que viven en Villajoyosa
Frente al edificio donde fue acribillado a tiros el piloto ruso Maxim Kuzmínov, en la zona residencial de La Cala de Villajoyosa (Alicante, 36.093 habitantes), hay un bar con una clientela multinacional regentado por ciudadanos del Este. Sin embargo, los dueños, que prefieren que no se vincule el nombre del local a un suceso tan escabroso, aseguran que a Kuzmínov nunca se le vio por allí. Prefería desayunar cien metros más allá, en otro establecimiento cuyo nombre, como el de casi todos los que aparecen en este reportaje, se oculta a petición de los propietarios. Allí solía pedir un café con leche y una tostada con tomate y jamón rodeado de una feligresía mayoritariamente española. “Era un chico normal, no dabas un duro por él”, asegura el dueño, “venía, se sentaba y no daba conversación”. Quizá el militar ruso, acusado de traición por su país, se dio cuenta de que al elegir su escondite en la costa mediterránea, se había metido en la boca del lobo.
El piloto también prefería comprar en un supermercado de franquicia española, a pesar de que a menos de cien metros del lugar del crimen hay otro especializado en productos del Este. En la misma barriada se halla un local que la comunidad utiliza como templo ortodoxo y, a un kilómetro, los fieles rumanos están construyendo una iglesia. “Rusos y ucranios están bien integrados por aquí y tienen a su alcance todo tipo de servicios para ellos”, comentan Antonio, José y Alberto, tres amigos que comparten mesa en el bar al que acudía la víctima del crimen. “Igual era fácil que alguien lo pudiera reconocer”, aventuran. Aunque, según el propietario del local, “parece que [a Kuzmínov] lo pillaron porque quería traerse a su pareja” desde su país. Ni esa hipótesis ni ninguna otra han trascendido en una investigación sumida en el secreto más absoluto.
Sin embargo, en principio, la elección de Kuzmínov había parecido una buena idea. En este enclave de La Cala, a 300 metros de la playa, confluyen tres poblaciones apenas separadas por un puñado de calles, Villajoyosa, Finestrat y Benidorm. El asesinato se produjo en la rampa del aparcamiento del residencial Cala Alta de Villajoyosa, localidad en la que residen 1.200 ucranios y 800 rusos, según el censo municipal. En el total de la provincia de Alicante, el censo de 2022 contabilizaba 11.695 y 17.457, respectivamente, con grandes polos de atracción como Torrevieja, Villajoyosa y Altea, ciudad situada a apenas media hora de La Cala, al otro lado de los rascacielos de Benidorm.
El residencial donde se produjo el tiroteo es un edificio de 2006 que languidecía en invierno como bloque de segundas residencias hasta que la pandemia, la crisis posterior y la invasión de Ucrania lo llenaron de “extranjeros de alquiler”, afirma un matrimonio valenciano que vive al lado y que también prefiere el anonimato. “Se ha animado un poco”, continúan, señalando unas paredes de ladrillo, “y están construyendo la piscina, que no tenían”. Del inmueble salen vecinos que escapan de las preguntas de los periodistas. O trabajan en casa y no conocen a nadie o acaban de llegar de vacaciones. Todos parecen empeñados en difuminar el paso de Kuzmínov por allí. Borrar su muerte bajo una rutina habitualmente tranquila.
La única información oficial del tiroteo que acabó con la vida del desertor ruso es que a las 16.48 del 13 de febrero llegó un aviso a los servicios de emergencia del 112 que alertaba de un presunto atropello, según fuentes próximas a la investigación. La Policía Local vilera se personó inmediatamente y, tras escuchar el relato de unos testigos, que aseguraban que habían visto un coche huir a toda velocidad de la zona, entraron en el aparcamiento privado de la urbanización y rápidamente descubrieron unos casquillos de bala. Los agentes dieron parte a la Guardia Civil, cuya Policía Judicial se ha hecho cargo de la investigación. Esta simplemente notificó el hallazgo de un cadáver con heridas de arma de fuego, identificado inicialmente como un ciudadano ucranio de 33 años. Pero la documentación era falsa: en realidad, se trataba de Kuzmínov, piloto de helicóptero ruso que desertó y se entregó al ejército ucranio en agosto de 2023.
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