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El barrio de Gamonal vuelve a latir frente al PP y Vox

La reivindicativa zona de Burgos pugna para que el Ayuntamiento no suprima su Centro Social Recuperado, que ha funcionado sin licencia durante 10 años

Protestas en el barrio burgalés de Gamonal, hace diez años.
Protestas en el barrio burgalés de Gamonal, hace diez años.Santi Otero (EFE)
Juan Navarro

“Todo el poder para los barrios”, reza una portería en el barrio de Gamonal (Burgos), que se resiste a que el Ayuntamiento les meta lo que consideran un gol contra la cultura alternativa: eliminar el Centro Social Recuperado (CSR). Esta zona burgalesa, de tradición izquierdista y población multicultural, saltó a los medios hace diez años por tomar las calles contra un proyecto de especulación inmobiliaria finalmente frustrado. Ahora celebran la efeméride mientras pugnan para conservar un espacio alternativo, readaptado tras estar 13 años abandonado, donde se celebran eventos culturales o sociales aunque carece de licencia. Los anteriores Ayuntamientos, primero del PP y luego del PSOE, permitieron, a pesar de la falta de permiso, el funcionamiento de este centro, del que no constan problemas o tumultos en 10 años de existencia, pero ahora la Corporación gobernada por el PP y Vox trata de clausurarlo. Donde el Consistorio esgrime motivos de seguridad, los activistas perciben “persecución ideológica”.

Aseguran los responsables del CSR que el germen del actual pulso que mantienen con el Ayuntamiento está en un torneo deportivo, un “mundialito antirracista” celebrado hace unas semanas en unas canchas frente al parque Félix Rodríguez de la Fuente, decorado con murales que rezan “Artillería comunal, Asamblea Gamonal”, “Los barrios deciden, Burgos no se vende”, “La lucha es el camino” o “Apaga la TV y enciende tu ciudad”.

Los miembros del grupo declinan mostrar su imagen y dar sus nombre, aunque asumen que la Policía los tiene ya “fichados”. El colectivo, citado en una terraza, lo integran hombres y mujeres de perfil variado: entre 30 y 75 años y profesiones dispares. Recalan que los une un afán por ofrecer alternativas culturales negadas por el Ayuntamiento. “Es como una familia, estamos juntos en esto”, explica uno de ellos antes de recitar las funciones del espacio, desde donde coordinaron, por ejemplo, un lucha contra las casas de apuestas en Gamonal. El local alberga talleres de teatro y circo para niños, y detallan sus gestores que también se proyecta cine, se brinda asesoramiento a migrantes, asistencia habitacional y acompañamiento a personas mayores, se organiza un banco de alimentos y se celebran conciertos o recitales de poesía.

Precisamente estas dos últimas actividades han agrandado la tensión con el Ayuntamiento. Los pasados 17 y 18 de noviembre el CSR convocó un certamen poético y unas actuaciones musicales pero el Consistorio intentó evitar su celebración. Los asistentes acudieron igualmente, a pesar de que la Policía Municipal se había apostado a sus puertas. No se registró ningún incidente ni quejas vecinales.

El inmueble llevaba 13 años abandonado cuando el CSR se instaló en el edificio. Pertenecía a la Fundación Caja de Burgos, con una concesión municipal de 75 años, pero, según señala el concejal de Seguridad Ciudadana, Ignacio Peña (Vox), ahora se ha transferido a una institución religiosa “que ha trasladado su preocupación” por el uso de las instalaciones. Peña señala que “no hay polémica”. Es consciente, dice, de que el objetivo que pretende el CSR es “celebrar actividades culturales”. “Pero el recinto incumple todas las condiciones de seguridad. A los hosteleros y locales con público les exigimos unas condiciones. ¿Por qué obviarlo en un local okupado?”. Peña subraya que el espacio carece de salidas de emergencia y recuerda el caso reciente del incendio de dos discotecas en Murcia en el que murieron 13 personas. Sobre los gestores del CSR, esgrime: “¿Qué van a decir? Es un grupo declarado antisistema, antifascista, y aprovechan la ocasión. No tiene justificación ni derecho, el local no es suyo”.

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Los responsables del espacio señalan que tras los conflictos vecinales de 2014 el Ayuntamiento del PP de entonces evitó la confrontación y pudieron operar en las instalaciones. La situación fue similar entre 2019 y mayo de 2023, con el PSOE de Daniel de la Rosa, quien expresa a EL PAÍS que hubo “tolerancia hacia las actividades por considerarlas positivas para el barrio”. “Aunque respetamos que la Fundación tomara decisiones”, dice. Ahora, con la alcaldesa popular Cristina Ayala, aliada con Vox, los gestores sienten que “el Ayuntamiento quiere controlar la cultura” y citan la supresión de un festival de teatro de calle, ejecutada nada más entrar a gobernar la coalición PP-Vox.

Dos personas de edad, vecinos de Gamonal y que piden anonimato, nunca han pisado el lugar pero se oponen a su cierre. Una de ellas se pregunta: “¿Por qué hay que cerrarlo si no hace mal? Antes estaba abandonado”. Y otra añade: “Nunca han dado guerra y han hecho cosas solidarias”. Mohamed Dahmán, de 19 años y del Sáhara Occidental instalado en Gamonal desde hace 10 años, pasea ante un mural que dice “Cualquier civilización es mestizaje”. Él agradece la ayuda del CSR “para los discriminados por la sociedad”. Dahmán se siente querido en el barrio y sospecha que hay motivos ideológicos en los empeños de clausurar el espacio: “Que pongan de su parte, es todo por intereses”. Beatriz García, de 33, empuja el carrito de su bebé cerca del centro cultural custodiado por la Policía. “Tienen un comportamiento cívico en un barrio donde no hay nada, mi padre es hostelero y les ponen imposible hacer eventos o sacar mesas al parque”, argumenta. “¿Por qué quitarlo si no es incívico?”, inquiere, antes de seguir paseando ante esa puerta precintada por la que, de momento, los vecinos siguen pasando.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, en comunicación corporativa, buscándose la vida y pisando calle. Graduado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS.
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