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Los dos acusados del crimen de Lucía Garrido niegan conocerse y rechazan su vinculación con el asesinato

La expareja de la mujer, Manuel Alonso y el supuesto ejecutor, Ángel Vaello, han respondido esta mañana a decenas de preguntas sobre su implicación en los hechos, sucedidos en 2008

Manuel Alonso Herrero (en el centro con polo azul), expareja de Lucía Garrido, que fue hallada muerta flotando en la piscina de su finca de la localidad malagueña de Alhaurín de la Torre en 2008.
Manuel Alonso Herrero (en el centro con polo azul), expareja de Lucía Garrido, que fue hallada muerta flotando en la piscina de su finca de la localidad malagueña de Alhaurín de la Torre en 2008.garcía-santos

Manuel Alonso y Ángel Vaello, los dos acusados por el asesinato de Lucía Garrido, de 48 años, en 2008 en Alhaurín de la Torre (Málaga), han asegurado que no tienen ninguna relación con la muerte de la mujer, cuyo cadáver fue encontrado flotando en la piscina de su casa con un golpe en la cabeza y una herida de arma blanca en el cuello. La Fiscalía y las acusaciones particulares sostienen que Alonso —expareja de la víctima— ideó el plan para acabar con su vida y que Vaello fue el ejecutor. Se basan en una serie de reuniones previas que mantuvieron, en la amenaza que suponía ella para los negocios de Alonso y en el hallazgo de ADN del presunto sicario en una llave encontrada en la escena del crimen. Los acusados lo han rechazado. Además, sostienen que no se conocieron hasta una década después de los hechos, en 2018, durante una vista judicial.

La larga segunda jornada del juicio que busca aclarar quién mató a Lucía Garrido ha servido para que tanto Alonso como Vaello respondan decenas de preguntas alrededor del asesinato, aunque también ha dado tiempo a la declaración de dos policías locales que encontraron el cadáver y los primeros guardias civiles que investigaron el caso. Es la segunda vez que todos lo hacen después de que ya declarasen en el juicio que se celebró en 2019 en el que los acusados fueron absueltos, pero que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) ordenó repetir el juicio por irregularidades, una solicitud avalada por el Tribunal Supremo.

El primer turno ha sido para la expareja de la víctima. Alonso ha explicado que mantuvo una relación durante diez años con Lucía y que en 2006 se separaron. Entonces el juez le dio a ella la custodia de la hija en común y el uso de la casa de la finca Los Naranjos, mientras que a él le permitió entrar al inmueble para mantener su negocio de animales exóticos. Justo donde las acusaciones creen que arrancaron los problemas.

Alonso ha afirmado que nunca amenazó a Lucía con matarla —aunque ella lo denunció en varias ocasiones— y que no sabe los motivos por los que fue asesinada. Ha mantenido, además, que ni sabía nada ni estuvo allí el día del asesinato. Ha contado que aquella jornada, el 30 de abril de 2008, él viajó con motivo de su negocio a las localidades andaluzas de Castellar de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda, Sotogrande y Ronda, para acabar luego en Los Naranjos después de que le avisaran de que algo grave había ocurrido en la casa. Ha dicho que no conocía a Vaello entonces y que solo se ha cruzado con él en las vistas del juicio. “Yo no puedo culpar a nadie de aquello o decir por qué mataron a Lucía: al poco tiempo vinieron a matarme a mí también”, ha insistido Alonso, que fue posteriormente absuelto de matar a dos personas que supuestamente asaltaron su casa en 2009 porque lo hizo en defensa propia y más tarde salió condenado por narcotráfico en otro procedimiento.

El acusado presentó a la Guardia Civil tiques para corroborar aquel viaje. Los tenía guardados en una bolsa en el coche porque, ha señalado, le iban a servir para justificar gastos de un negocio —un parque animal— que planeaba. Los investigadores tildaron la coartada de “falsa, anticipada e inverosímil”, algo que ha corroborado hoy el jefe de policía judicial que comenzó a estudiar el caso, quien ha sostenido tener la “percepción” de que Alonso siempre iba por delante de la investigación.

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Si las acusaciones y el fiscal creen que Alonso a Vaello le consideran autor material. Creen que es la persona que utilizó una copia de la llave para acceder a la finca, esperó escondido a la llegada de la mujer y le golpeó con un ladrillo mientras abría la puerta de la casa. Luego arrastró el cuerpo hasta la piscina y allí le clavó un cuchillo en el cuello. Él ha asegurado que no tiene nada que ver y que aquel día estuvo toda la mañana examinándose del carné de conducir en la ciudad de Málaga. Y que la prueba le llevó más tiempo del esperado y, por eso, llegó al cumpleaños de su madre tarde. Ha subrayado que no entiende por qué los investigadores no han conseguido (“o no han querido”) localizar a ninguna de las personas que le acompañó en aquel examen y ha denunciado que el móvil donde tenía las fotos de la fiesta familiar se lo intervinieron durante el registro de su casa, pero que nunca se lo devolvieron, cómo si hicieron con el resto de material informático después de ser absuelto en el juicio de 2019. “Qué casualidad que es el único que se haya perdido”, ha afirmado Vaello.

La llave con ADN

Las declaraciones también han girado alrededor de la llave en la que se encontró ADN de Vaello, quien ha afirmado que no existe ADN suyo en la llave —aunque las pruebas policiales sostienen que sí— y que nadie le entregó una. Alonso ha explicado que no conoce cuándo cambió la cerradura su expareja y que nunca tuvo la llave nueva de esa puerta porque no la necesitaba. “Yo por ahí no entraba. Lo hacía por un portón detrás de la finca”, ha dicho.

Dos de los tres agentes de la Policía Local de Alhaurín de la Torre que encontraron el cadáver han afirmado que no vieron la llave en su inspección ocular ni estaba en las fotos que hicieron, pero que podría estar ya que el ángulo de las imágenes tapaba una parte y porque no analizaron la escena de manera minuciosa porque no era su cometido (el tercer agente está de baja y no ha acudido como testigo). Por su parte, el jefe del grupo de homicidios que arrancó la investigación del crimen asegura que encontraron la llave detrás de la tinaja y la guardaron como prueba. Y que días más tarde, cuando vaciaron la piscina, encontraron tanto el arma del crimen como un llavero de Lucía donde había una llave exactamente igual. “En principio la llave no tenía relevancia, pero posteriormente vimos que sí”, ha concluido el agente, hoy en la reserva.

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