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Detenido un hombre por la muerte de Elisa Abruñedo en Galicia, diez años después del crimen

El arrestado, vecino de la comarca de Ferrol, está considerado presunto autor de los hechos investigados por la Guardia Civil sin más pistas que un rastro genético

Elisa Abruñedo y su esposo Manuel Fernández, en 2013.
Elisa Abruñedo y su esposo Manuel Fernández, en 2013.Archivo familiar de Adrián Fernández

La Guardia Civil ha detenido a R.S.R.V, un hombre de 49 años en la comarca de Ferrolterra (A Coruña), como presunto autor de la violación y muerte de la madre de familia y gerocultora Elisa Abruñedo, cuando la víctima tenía 46 y él 39. El caso seguía abierto 10 años después de la desaparición de esta vecina de Lavandeira (Cabanas, A Coruña) el 1 de septiembre de 2013 y el hallazgo de su cuerpo a escasos 200 metros de su casa, en un pinar al borde del camino por el que ella regresaba de su paseo, poco más allá de las ocho de la tarde y con luz de día. No había testigos, ni pistas, más que la huella genética hallada y que hasta ahora parecía no haber servido más que para descartar a los sospechosos habituales de la zona.

Los investigadores han informado de la detención de un vecino del municipio de Narón, practicada este martes, con un escueto comunicado, después de años de investigación continuada y muy sigilosa. Las pesquisas, que se mantienen bajo secreto sumarial, han estado siempre en manos del equipo de Delitos contra las Personas de la Comandancia de A Coruña y también de la Unidad Central Operativa. El Juzgado de Instrucción número 2 de Ferrol se encarga del caso. El suceso nunca tuvo una gran repercusión mediática, eclipsado por otro caso ocurrido tres semanas después en Galicia y sobre el que corrieron ríos de tinta: la muerte de la niña compostelana Asunta Basterra Porto.

Elisa Abruñedo salió a pasear sola aquel 1 de septiembre de hace una década. Ese día no pudieron acompañarla, por diversas razones, ninguno de sus dos hijos (Adrián y Álvaro, ahora, respectivamente de 34 y 29 años) ni tampoco su esposo, Manuel Fernández, fallecido año y medio más tarde en accidente laboral. Sobre las ocho se paró a charlar con una vecina y enseguida tomó rumbo a casa, en una zona de prados, arboledas y propiedades aisladas. Cuando ya estaba llegando, fue abordada, violada y asesinada a navajazos.

El ADN del autor, considerado por los investigadores como un “cazador oportunista” (no un agresor que conociera personalmente a su víctima), fue el único punto de partida. Sirvió primero, tal y como describió un responsable del equipo a EL PAÍS hace dos años, para “descartar bien descartados” a todos los sospechosos, los de la zona e incluso algunos presos de permiso en aquellas fechas de finales de verano. Pero años después, por probar alguna otra salida, el equipo de la Guardia Civil del cuartel de Lonzas, en A Coruña, decidió realizar pruebas genéticas voluntarias en familias de la comarca de Ferrolterra. Todo el material biológico que se ha recabado durante años se ha ido enviando al laboratorio de criminalística en Madrid.

“No se trata de buscar en todas las familias, sino en unas concretas”, explicaba entonces sin dar más detalles el mismo mando del instituto armado. R. S. R. V. es un hombre llamativamente pelirrojo. Estas investigaciones de ascenso y descenso por árboles genealógicos acabaron llevando a los agentes a libros parroquiales de varios siglos de antigüedad. Al mismo tiempo, la Guardia Civil trabajaba sobre un mapa de la comarca de Ferrolterra, con los ojos puestos en lugares como Valdoviño, a los que lleva la carretera que pasa al borde del lugar donde apareció el cadáver después de unas 24 horas de rastreo desesperado.

Después de trascender la noticia del arresto, el primogénito de la víctima, Adrián Fernández Abruñedo, convertido poco después en el cabeza de familia, explicaba en conversación telefónica con este periódico que, de momento, no conoce más que el contenido de la breve nota difundida por la Guardia Civil a los medios de comunicación. El sospechoso de la muerte de su madre —muy aficionado a la caza y los caballos, y empleado en el sector del metal— fue detenido en su puesto de trabajo en Navantia Ferrol este mediodía. Los agentes registraron este martes por la tarde su domicilio en A Gándara, en la zona de Narón más próxima a Ferrol, donde vive con varios parientes.

La hipótesis que fue cobrando fuerza, en una década de investigación sin prisa, pero sin pausa, fue la de que el verdugo de Elisa Abruñedo pasaba casualmente por allí, se fijó en ella y la asaltó por la espalda. Era un lugar demasiado próximo a su casa, y justo enfrente de la vivienda del veterinario del pueblo, como para que alguien conocido se arriesgase tanto. El criminal abandonó el cuerpo allí mismo, en una parcela con maleza y plantada de pinos ya crecidos que poco después fueron sustituidos por eucaliptos. La familia y los vecinos la buscaron durante toda la noche y todo el día siguiente hasta que apareció. El móvil que llevaba Elisa se había quedado sin batería de tantas veces que sus hijos y su marido la habían telefoneado para saber por qué no había vuelto a casa.

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