Radiografía del discurso de Feijóo: mentiras, contradicciones y cambios de opinión
El líder del PP convierte el debate de investidura en una moción de censura, como había advertido Gamarra en un lapsus, y abraza a Vox, “un partido unitario”
Alberto Núñez Feijóo resumió en 40 páginas su discurso del debate de investidura, concebido como una moción de censura contra Pedro Sánchez, presidente en funciones. Su intervención en el Congreso plasmó la nueva relación con Vox, socio del PP en los gobiernos de cinco comunidades autónomas, al que desde la Xunta se refería como “extrema derecha” y ahora, como partido “unitario”.
La primera palabra: “amnistía”
“La amnistía o cualquier fórmula equivalente o análoga es un instrumento adecuado para superar el conflicto catalán. Igualmente, ese conflicto no se resolverá de manera definitiva si no contemplamos el derecho a decidir del pueblo de Cataluña, mediante un referéndum o cualquier fórmula equivalente o análoga’. Con esto bastaría, ¿no? Pues no. No voy a defender eso. Tengo principios, límites y palabra”.
El candidato a la presidencia del Gobierno comenzó su intervención en la primera sesión del debate de investidura haciendo oposición —a un Ejecutivo que no se ha constituido aún y contra una medida que no se ha aprobado todavía—. El lapsus de la víspera de la secretaria general del PP, Cuca Gamarra, quien se refirió al debate como "moción de censura", quizá no fue tal porque ese fue el formato que adoptó en todo momento Alberto Núñez Feijóo. Tras saludar a los invitados en la tribuna, la primera palabra de su discurso fue, precisamente, “amnistía”. Al igual que en su campaña electoral, la idea fundamental del programa del PP en el debate de investidura ha sido lo que llama el “antisanchismo”.
“No seré investido, pero porque no quiero”
“Hablemos claro de la oferta actual del señor Puigdemont. Quiere un presidente aliado en su empeño. Personal y partidista. Y le da igual si ese presidente es del PP o del PSOE. A los dos nos ha ofrecido exactamente lo mismo. La única diferencia, por tanto, solo puede radicar en la integridad de los dos candidatos posibles que pueden responderle. Es así, señorías. Tengo a mi alcance los votos para ser presidente del Gobierno. Pero no acepto pagar el precio que me piden para serlo. La honestidad con uno mismo y la responsabilidad con los demás son un valor, aunque haya quien los subestime. Tome nota, señor Sánchez”.
Feijóo insitió en que si esta semana no sale investido presidente del Gobierno no es porque le falten los apoyos necesarios, sino porque no quiere serlo. Se refería a que él había decidido no ceder a las exigencias de Carles Puigdemont. Olvidaba que, si lo hiciera, tampoco sería presidente porque perdería los 33 votos de los diputados de Vox. En todo caso, tras calificar en campaña electoral al partido de Puigdemont de golpista y criticar al Gobierno por negociar con los independentistas, después de las elecciones, el PP dio a Junts la categoría de interlocutor: “Es un partido cuya tradición y legalidad no están en duda", declaró Esteban González Pons.
Tirando de hemeroteca
“Todo ello se haría sin que haya detrás ninguna convicción profunda. Tan solo el estado de necesidad parlamentaria de una sola persona. Y todo ello se haría sin una sola contrapartida para el conjunto de los españoles. Se cedería a cambio de nada. No en favor de ninguna convivencia. Falso. Se cedería a pesar de que los partidos secesionistas proclaman que volverán a repetir su desafío”.
Feijóo explotó las contradicciones del Gobierno (ahora en funciones), que hasta las elecciones del 23 de julio manifestó que la amnistía, al igual que el referéndum de autodeterminación, no cabían en la Constitución. También se refirió a que los independentistas han asegurado que volverían a repetir los hechos del 1 de octubre en Cataluña que provocaron la aplicación del artículo 155 de la Constitución.
Nuevo tratamiento para Vox
“Con estas propuestas y con estas convicciones, he llegado hasta aquí, con la expectativa de 172 apoyos: Los de un partido nacional, reformista, autonomista y europeísta como el mío; los de una formación más unitaria como Vox. Y también los de una fuerza foralista (UPN) y otra nacionalista (Coalición Canaria)”.
Feijóo ha ido modulando sus declaraciones sobre Vox desde que asumió la presidencia del PP. Antes, cuando ese puesto lo ocupaba Pablo Casado, se había dedicado a criticar la estrategia del PP precisamente por transmitir la idea de que podían llegar a gobernar juntos, algo que, según él, asustaba a "mucha gente". En esa época, Vox era, para Feijóo, "extrema derecha". Este martes, un día antes de recibir sus 33 votos, los ha calificado de partido "unitario". En su turno de réplica, Santiago Abascal agradeció al PP el acercamiento a sus planteamientos: Muchas cosas que hasta ahora solo defendía Vox ahora las defienden también ustedes y se lo agradezco. Por ejemplo, denunciar la dictadura activista [de lucha contra el cambio climático] o el adoctrinamiento"
CGPJ y el’ wasap’ de Cosidó
“No acepto que se nombre a ministros y altos cargos en el Tribunal Constitucional, que dejan en entredicho su autonomía. Y, por descontado, no quiero controlar la Justicia. Por eso propongo: probar la renovación del Consejo General del Poder Judicial a la vez que se registra en esta Cámara una ley de reforma del modelo de elección. En la nueva ley, debemos asumir el cierre total de las puertas giratorias entre el Poder Ejecutivo y el Judicial”.
El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) lleva con su mandato caducado desde hace más de cuatro años. En 2018 estuvo a punto de ser renovado, pero todo se frustró al filtrarse un wasap de Ignacio Cosidó, entonces portavoz del PP en el Senado, jactándose ante sus compañeros precisamente de controlar la justicia "por la puerta de atrás". En cuanto a los nombramientos en el Constitucional, en diciembre de 2010 fue elegido presidente del Tribunal Francisco Pérez de los Cobos, catedrático de Derecho del Trabajo incluido en el listado de donantes y afiliados del PP y colaborador de la fundación FAES de Aznar. En junio de 2013, el PP logró colocar al juez Enrique López, exvocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), otro habitual colaborador de FAES, en el Constitucional, algo que intentaba desde 2006. López tuvo que dimitir apenas un año después por conducir su moto sin casco y bajo los efectos del alcohol. El PP le asignó posteriormente la cartera de Justicia e Isabel Díaz Ayuso lo nombró consejero en su Gobierno autonómico.
Alarma por la okupación
“Las okupaciones de inmuebles no paran de incrementarse. Y no se puede ser indolentes ante esto”.
La alarma sobre las okupaciones ha sido una de las banderas de campaña tanto del PP como de Vox. Sin embargo, según el Sistema Estadístico de Criminalidad de Interior, que recopila información de Policía Nacional, Guardia Civil, policías autonómicas y cuerpos municipales, en 2022 se presentaron 16.726 denuncias por okupaciones, incluyendo usurpaciones y allanamientos, es decir, un 3,2% menos respecto el año anterior. En los cinco primeros meses de 2023 las okupaciones se han reducido un 11,1% respecto al mismo periodo de 2022.
Sensibilidad territorial
“Acepto con normalidad la sociedad plural que enriquece a España. De hecho, creo que no será sencillo encontrar en la política nacional presente o pasada otro presidente tan sensible al autonomismo, a la importancia de las lenguas cooficiales y a las particularidades territoriales”.
Feijóo podía haber hablado en gallego o haber incluido alguna frase en su lengua cooficial y materna, pero no lo hizo, al contrario que la semana pasada el portavoz del PP Borja Sémper, que introdujo párrafos en euskera en su discurso. Presumió de sensibilidad territorial pese a que ha sido bajo su liderazgo cuando el PP ha pactado hasta cinco gobiernos autonómicos con un partido que reniega del Estado de las autonomías, que considera "reinos de taifas": Vox.
¿Sentido de Estado...? Depende
“Seguiré tendiendo la mano hasta que llegue alguien en su partido con la determinación y el sentido de Estado suficientes para cogerla”.
Feijóo convirtió la derogación del sanchismo en la idea central de su programa y de su campaña electoral. Cuando, una vez celebradas las elecciones, comprobó que no le daban los números, pidió al PSOE, al que define como un partido carente de “sentido de Estado” que se abstuviera y posteriormente, que firmara un acuerdo para que la legislatura durara solo dos años. Ambos ofrecimientos irritaron a su socio preferente, Vox. Una vez que se aproximaba la fecha de la votación, el PP ha tratado de alentar el transfuguismo pidiendo a diputados socialistas que apoyaran la investidura de Feijóo.
Anticipo de lo que viene
“Señores del PNV y de Junts: A mí no me han votado para entregarles la autodeterminación o la amnistía. ¿Les han votado a ustedes para que se aplique la política económica de Podemos? ¿En serio?”.
Feijóo inició su discurso de investidura como jefe de la oposición y lo concluyó anticipando la dura negociación en el otro gran bloque político una vez que él fracase, el viernes, en la segunda votación. Pedro Sánchez tiene por delante una complejísima negociación más allá de las exigencias de Carles Puigdemont, pues ha de conseguir los apoyos de fuerzas muy diversas, como el PNV, más conservador, especialmente en asuntos económicos, y las formaciones que agrupa Sumar, entre ellas, Podemos.
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