PSOE | Estado de bienestar frente al antisanchismo, la fórmula socialista para retener su poder territorial

Pedro Sánchez se ha implicado a fondo en una campaña electoral en la que el PSOE se juega todo su poder territorial y que, salvo en contadas excepciones, han llegado a parecer más unas generales que unas autonómicas y municipales. El desarrollo de las dos semanas de campaña formal no se ha producido como a los socialistas les interesaba. La intención del presidente del Gobierno era marcar la agenda con un discurso en positivo y una batería de anuncios, que han llegado a ser casi diarios, de la aprobación por parte del Ejecutivo de medidas sociales millonarias, al tiempo que reivindicaba la gestión de la pandemia y de la subida de precios por la guerra de Ucrania.

La fórmula, muy centrada en vincular el Estado del bienestar con los socialistas, se vio arrinconada en el primer tramo de la campaña por la polémica que suscitó la presencia de 44 exterroristas de ETA, siete con delitos de sangre, en las listas de EH Bildu. Y la estrategia de nuevo se torció por la presunta compra de votos, en la que se han visto implicados candidatos locales del PSOE en pueblos de Murcia y Andalucía, comunidad donde se abrió otro frente inesperado a cuatro días de las elecciones: el juez se apoyó en el relato del secuestrador de una edil socialista de la localidad de Maracena (Granada) para pedir la imputación del exalcalde Noel López, actual secretario de Organización del PSOE andaluz.

El final embarrado de la campaña, y la inquietud por el impacto que pueda tener en la imagen del PSOE, en unas elecciones que en muchas comunidades y ciudades se resolverán por la mínima, contrasta con las buenas sensaciones en los actos que ha protagonizado Sánchez. La movilización no ha tenido nada que ver con el ambiente de funeral que reinaba en el partido un año antes, en las elecciones andaluzas. Los militantes han respondido y los mítines se han llenado, rebasando incluso a la expectación que provocaron en las autonómicas y municipales de 2019.

Las bases del PSOE han reaccionado al antisanchismo, la gran promesa electoral y elemento aglutinador de la derecha, con un despliegue que ha superado las previsiones de los organizadores de los actos del presidente del Gobierno. Las más de 5.000 personas que resistieron bajo la lluvia en los prolegómenos del mitin en Badajoz dejaron una estampa épica que recordó a las primarias de 2017, en las que Sánchez fue reelegido secretario general con el establishment del PSOE en contra.

Sin renunciar a su autonomía, los barones del PSOE han valorado las políticas del Gobierno, con especial énfasis en la subida del salario mínimo hasta los 1.080 euros; la revalorización del 8,5% de las pensiones; los parabienes de la reforma laboral y las inversiones estatales en sanidad y educación el refuerzo del Estado de bienestar. La relación con Sánchez ha sido cordial y se han evitado los temas espinosos que han marcado la legislatura ―indultos a los líderes del procés, derogación de la sedición y reforma de la malversación―, pero, aunque las formas se han mantenido, donde no hubo karma fue en el acto que el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, y el secretario general del PSOE compartieron en Puertollano (Ciudad Real). En lo que han coincidido los nueve presidentes autonómicos socialistas y alcaldes de plazas fuertes como Sevilla (22 capitales de provincia tienen regidores del PSOE) es en recordar una y otra vez que quienes se examinan el 28-M son ellos y no Sánchez; justo el marco en que el PP ha basado su campaña y que tiene su pieza de caza mayor en la Comunidad Valenciana.

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