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ELECCIONES 28M
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Azul, líneas en el mar

Una lectura apresurada de los resultados en España deja un vuelco claro en el poder territorial

Pancartas de simpatizantes del PP, a los pies del balcón de la calle Génova este domingo. Foto: CLAUDIO ÁLVAREZ | Vídeo: EPV
Claudi Pérez

Recep Tayyip Erdoğan e Isabel Díaz Ayuso arrasan: son los dos grandes triunfadores de las elecciones. Una lectura apresurada de los resultados en España deja un vuelco claro en el poder territorial. Los populares consiguen mayorías absolutas en Madrid y La Rioja, y las derechas se hacen con la Comunidad Valenciana, Aragón, Baleares, Extremadura, Cantabria y alcanzan alcaldías tan emblemáticas como la de Sevilla, símbolo histórico del socialismo. El PSOE retenía por los pelos —pero por muy pocos pelos— Castilla-La Mancha poco después de la medianoche del domingo, y poco o nada más; a ver qué sucede con Barcelona. En términos de poder, en fin, España azulea de lo lindo tras el 28-M. En términos estrictamente políticos hay más matices, más lecturas, pero “lo importante es saber quién manda”, decía Humpty Dumpty, aquel extraño personaje de Alicia en el país de las maravillas.

Pero vayamos a los matices. La figura de Alberto Núñez Feijóo sale reforzada: el PP retiene su fuerza en Andalucía y Madrid y le suma una marea creciente en la Comunidad Valenciana y Baleares. Ese triángulo de las Bermudas de la corrupción (Madrid-Valencia-Palma) explica la pérdida del poder del PP la década pasada, pero si dicen que la memoria económica dura 10 años, está claro que la memoria de la corrupción es aún más breve. El PP, en fin, crece en número de votos en las municipales, deglute prácticamente por entero el cadáver aún caliente de Ciudadanos y cuenta con un aliado a su derecha que sale fortalecido, Vox. Había tres partidos en ese espacio; ahora solo hay dos, con lo importante que es ese dato en el sistema electoral español. Y en 2019 había 8 millones de votos entre PP, Vox y CS: ahora hay 8,8 millones. No llega a ser una ola imponente, pero si se le suma el poderío regional y autonómico se ve claramente que esa marea sube.

Al otro lado, el PSOE resiste ese golpe muy a duras penas, pero cae en número de votos, y además con unos aliados en declive y claramente fragmentados. Pedro Sánchez quiso nacionalizar la campaña y poner en valor su gestión; de lo que se habló fue de las listas de Bildu, con ese crescendo trumpista final de los pucherazos, y poco más. “Todo el mundo tiene un plan hasta que recibe un puñetazo en la boca”. Esta vez la frase no es de un personaje de Alicia, sino del tremendo boxeador Mike Tyson.

Si el sanchismo era el objetivo de la campaña en las derechas, está claro que el sanchismo no sale de esta con todas las plumas. Aunque sus socios salen peor parados: tanto Esquerra Republicana como, sobre todo, el espacio que queda a la izquierda del PSOE, que a partir de aquí tiene claros incentivos para aglutinarse y dejar de ser un guirigay; siempre los tuvo, pero ahora es evidente.

A las izquierdas, después del 28-M, les queda agarrarse a un par de clavos ardiendo. Uno de ellos es agrupar a todo el espacio a la izquierda de los socialistas en una sola voz: le toca a Yolanda Díaz demostrar que tiene talento político donde tantos fracasaron estrepitosamente en el pasado. El segundo clavo es la famosa desmovilización. Paradójicamente, el resultado de estas elecciones puede arrojar un buen número de gobiernos regionales y locales en manos de ese matrimonio entre el PP y la ultraderecha. No parece haber mejor catalizador: ahí el examen va a ser para un tal Pedro Sánchez, al que hoy le toca aplaudir los triunfos de Erdogan y Díaz Ayuso, y quizá acordarse de 2007, cuando el PP ganó las municipales, pero no logró imponerse en las generales. “El más fuerte es el que está solo”: esa es de Ibsen. Pero que vaya con cuidado el presidente del Gobierno, porque me temo que esa frase del genio noruego no vale a la hora de contar votos.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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