La moción del imprevisible Tamames y el ausente Feijóo
El candidato va por libre, Vox bucea en los afiliados desencantados del PP y el PSOE retrata al líder popular de cobarde y atado a la ultraderecha
Nadie duda de que el Congreso vivirá, el martes y el miércoles, jornadas nunca vistas y un espectáculo no se sabe si político, en una moción de censura claramente enfilada al fracaso. La votación final es casi lo único predecible: la iniciativa decaerá y solo logrará los 52 votos a favor de Vox. El candidato presentado en esta ocasión por la formación ultra, el casi nonagenario catedrático Ramón Tamames, es tan imprevisible que hasta Vox ha optado al final por intentar apuntarse con resignación al mérito de esa cualidad. Tamames y el presidente, Pedro Sánchez, debatirán y se intercambiarán con seguridad críticas, pero por sus posiciones ya anticipadas parece que serán de guante blanco. El líder de Vox, Santiago Abascal, no se reservará ninguna munición de calibre contra Sánchez, pero tampoco hacia el presidente del PP, al que acusa de connivencia con el Gobierno. Alberto Núñez Feijóo, que no es diputado y estará premeditadamente ausente de la sala, recibirá diatribas de todos, a derecha y a izquierda, y estos días ha estado obviando la moción, como si no existiera.
El PP ya confirmó el viernes que Núñez Feijóo estaría el sábado de campaña en Murcia, el domingo descansaría, y el lunes y martes se quedaría en Madrid, sin agenda aún anunciada ni paralela. De la moción lleva días sin hablar. El PP ya la descalificó de entrada como “un show” y luego ha pretendido ignorarla. La postura del partido en el debate la defenderá su portavoz y secretaria general, Cuca Gamarra, que aclaró que lo haría como si se tratase de un debate más, normal. Esa es la consigna. No darle mayor importancia, porque tiene riesgos.
El PP sabe, en cualquier caso, que Feijóo estará en el centro de los discursos la mayor parte del tiempo y en boca de casi todos los partidos, y no precisamente para bien. El jueves, en la atípica rueda de prensa que ofrecieron en una sala anexa del Congreso el candidato Ramón Tamames y su promotor oficial, Santiago Abascal, el líder de Vox se refirió casi más veces a Feijóo que a Sánchez para denostarlo. Abascal hasta aludió, sin dato alguno, a la existencia de un pacto de molestos, entre PP y PSOE, contra la oportunidad de su moción. Y se dirigió en distintas ocasiones a los votantes y afiliados del PP para convencerlos de que Vox es el único partido que hace lo que sea para derribar a Sánchez y atraerlos.
Abascal se presentó así como un líder de un partido “que cumple y previsible”, con un candidato que es todo lo contrario. Por su trayectoria, del PCE a Vox pasando por CDS, por su formación ecléctica y enciclopédica, y también por su memoria y por su edad. Tamames no cree, camino ya de los 90 años, que Sánchez sea un proyecto de autócrata; ni siquiera que sea el peor gobernante que ha tenido España, en contra de lo que opina Abascal. Le parece que ha cedido demasiado con los independentistas catalanes y vascos, fundamentalmente. Tampoco se mete con Feijóo. Le hubiera gustado cenar en privado con Sánchez y con Feijóo antes del debate, aunque ahora ya no ve lugar para esas charletas. Sus grandes quejas contra el Gobierno tienen que ver con los presuntos peligros sobre la unidad de España, la vigencia del castellano y un desprecio que le achaca al Ejecutivo hacia la monarquía parlamentaria y el pedigrí de la bandera, “la de Carlos III, no la de Franco, más antigua que la francesa o que la de Estados Unidos”.
Sobre su edad, Tamames ironizó con que “desgraciadamente es un tema que se cura solo”. Ni el candidato ni Vox han planteado ninguna queja sobre el trato exquisito que la Presidencia de las Cortes le ha proporcionado y las facilidades y opciones que se le ofrecieron. Al final, Tamames hablará sentado en una silla especial con mesa desde el escaño habitual de Abascal, que estará a su vera, en la tercera fila. El líder de Vox sí le ha advertido de que los dos días de debate de la moción son largos, pesados y duros, como reconoce que se le hicieron a él hace algo más de dos años, cuando encabezó la anterior moción de esta legislatura y rompió traumáticamente con exlíder del PP, Pablo Casado.
Tamames dice que está en forma, con la ilusión de un joven de 17 años, pero se conduce con bastón y pasos muy cortos. El Congreso tampoco le es ajeno. Estuvo de diputado siete años, tres legislaturas y en particular en la Constituyente, por el PCE, involucrado en la antesala de la redacción de la Constitución, que domina y cuyos artículos cita recurrentemente.
Feijóo seguirá la sesión por televisión. No es diputado y no quiere acudir de invitado. Sostiene que, a estas alturas de la legislatura, el verdadero examen a Sánchez ―con opciones de castigo― se verá en las urnas de las elecciones locales de mayo (28-M) y luego en las generales de diciembre. Estos días ha estado en todo tipo de actos, públicos y privados, desde un cocido gallego a las fallas, un premio a su “hermano” el actor Luis Zahera, mítines por España o el relanzamiento de la nueva fundación del partido. Y no ha querido acordarse nada de la moción y sus posibles consecuencias. Tampoco se prodiga con la prensa. Todo muy controlado, cada vez más plasma. Según se aproxima la campaña, más teme y desconfía de la sobreexposición, de meter la pata y del acoso que presume del Gobierno.
La Moncloa, sin embargo, sí ve una oportunidad en la moción; no para descalificar a Tamames ni para cebarse de nuevo con Abascal, sino para retratar “al verdadero Feijóo”, al que cuestiona su moderación y su capacidad de gestión. El discurso de Sánchez, que no tendrá límite de tiempo —tampoco los de Abascal y Tamames—, aprovechará para confrontar su modelo de medidas, actuaciones, planes y reformas progresistas ante las distintas crisis que ha encarado en estos años con el del bloque de la derecha. En él equipará al PP y Vox, a Feijóo y a Abascal, ya como futuros socios.
El viernes, el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, avanzó esa estrategia al asegurar que Sánchez trataría con respeto a Tamames, porque le “parece más libre y más independiente de Vox que el propio PP, que siempre está a rebufo y haciendo seguidismo de la ultraderecha”. El Gobierno, que aún no ha determinado si se desplegará en el debate con más intervenciones que las del presidente, comparará a Feijóo con Casado, que en la anterior moción de Vox impuso en el PP el voto en contra y no se quedó en la abstención que ahora defiende: “¿Es menos extremista Vox ahora que hace tres años, o es que Feijóo es menos valiente? ¿O es que sabe que el PP sin Vox y sin la ultraderecha no es nada?”, lanza Bolaños.
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