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Una victoria histórica para un país en construcción

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28-O: una victoria histórica para un país en construcción

El mayor éxito electoral de la democracia permitió al Gobierno de Felipe González transformar una España angustiada por la crisis económica, el terrorismo y el golpismo

José Manuel Romero

La democracia era tan reciente que nadie podía imaginar que un partido de izquierdas, prohibido durante los 36 años de dictadura (1939-1975), sumara más de 10 millones de votos aquel 28 de octubre de 1982. Pero sucedió. El PSOE de Felipe González logró una victoria electoral histórica, la mayor en los 44 años de la reciente etapa democrática, con el 48% de los sufragios y 202 diputados. Tan excepcional resultado —26 escaños por encima de la mayoría absoluta— permitía gobernar un país moribundo sin sobresaltos parlamentarios.

Aquella situación excepcional se produjo solo cinco años después de que los socialistas volvieran a ejercer la actividad política en España sin miedo a ser detenidos. Dos dirigentes del PSOE acudieron al Ministerio de Gobernación un día de febrero de 1977 para recuperar el salvoconducto a la libertad. A partir de ese momento, el partido volvía a ser legal tras casi cuatro décadas de clandestinidad.

En aquel comienzo de la Transición, el PSOE se afanó junto a otros partidos para consolidar el nuevo rumbo de un país atenazado por décadas de dictadura.

Felipe González hizo una oposición sin pausa a un Gobierno tan débil como la democracia de aquel tiempo. El PSOE, con 5,5 millones de votos y 121 diputados logrados en las elecciones del 1 de marzo de 1979, presentó una moción de censura en mayo de 1980, que perdió (152 votos a favor, 166 en contra y 21 abstenciones) pero ganó.

Apenas ocho meses después de aquel órdago político a un Ejecutivo fracturado, el presidente Adolfo Suárez dimitió (29 de enero de 1981). Y solo 25 días después de que estallará aquella crisis grave de Gobierno, una intentona golpista asaltó el Congreso de los Diputados mientras se votaba la investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo, sucesor de Suárez.

El teniente coronel Antonio Tejero interrumpe el pleno del Congreso y, pistola en mano, ocupa la tribuna de oradores y ordena a gritos: "¡Todo el mundo al suelo!", el 23 de febrero de 1981.
El teniente coronel Antonio Tejero interrumpe el pleno del Congreso y, pistola en mano, ocupa la tribuna de oradores y ordena a gritos: "¡Todo el mundo al suelo!", el 23 de febrero de 1981.MANUEL PÉREZ BARRIONUEVO

González mostró en el Congreso su preocupación solo dos días después de aquel golpe militar: “Cuando las palabras son sustituidas y acalladas por las metralletas, difícilmente se puede decir que la democracia está empezando con fortaleza”.

El nuevo presidente, Calvo-Sotelo, que estrenaba el cargo muy debilitado por aquel frustrado golpe de Estado del 23-F, gobernó entre conspiraciones militares, atentados terroristas y una crisis económica que parecía imbatible. Abrumado por las circunstancias, convocó elecciones anticipadas a finales de agosto de 1982, seis meses antes de lo previsto. La situación, según explicó aquel día, no permitía abrir las Cortes “en condiciones aceptables de estabilidad y eficacia”.

Para entonces, media España quería creer que el PSOE sería capaz de rescatar a un país que sobrevivía entre tinieblas. El partido de Felipe González se aferró a un cambio necesario que llegó el 28 de octubre de 1982.

1. El golpismo amenaza las urnas

Mandos militares acompañados de policías detuvieron en Madrid a dos coroneles y un teniente coronel del arma de Artilleros el 2 de octubre de 1982. El servicio secreto había alertado a tiempo de una intentona golpista que se preparaba para el 27 de octubre, día de reflexión previo a la jornada electoral. La operación militar estaba vinculada a algunos de los generales encarcelados por el 23-F y planeaba bombardear los palacios de la Moncloa y de la Zarzuela.

El ministro de Defensa y el ministro del Interior acudieron al Congreso para dar explicaciones de lo ocurrido en vísperas del comienzo de la campaña. A Felipe González, que participó en aquella sesión, no le parecieron suficientes porque muchas de sus preguntas se quedaron sin respuesta. Ese día, el líder socialista terminó su intervención con una reflexión inquietante: “Tengo la impresión, por no decir la convicción, de que hay realmente una operación de golpe que comienza en el mismo momento en que la transición democrática empieza su curso; es decir, que puede estar operando desde 1976. Tengo también la impresión o convicción de que el número de personas en torno a esa operación involucionista, o esa trama golpista, que existen son sensiblemente las mismas a lo largo de todo el periodo, y van pasando los años sin que lleguemos a tener conocimiento exacto de cuáles son, de por qué operan con una relativa impunidad”.

Felipe González y Alfonso Guerra, el 11 de octubre de 1982, durante la comparecencia del ministro Oliart para explicar el intento de golpe de Estado del 27 de ese mismo mes.
Felipe González y Alfonso Guerra, el 11 de octubre de 1982, durante la comparecencia del ministro Oliart para explicar el intento de golpe de Estado del 27 de ese mismo mes.Marisa Flórez

González, al que todas las encuestas daban como seguro vencedor de las elecciones que se iban a celebrar 17 días después, expuso en las Cortes su diagnóstico y aventuró la única solución posible a esa permanente amenaza golpista: “La democracia es un sistema de libertades para todos, pero la democracia tiene que fortalecerse sobre la base de ser capaz de ejercitar legítimamente la fuerza por parte del Estado para neutralizar, para apartar a los grupos de personas que quieren destruir esa democracia”.

A ese empeño dedicó el primer Gobierno socialista una parte de sus esfuerzos. Narcís Serra, exalcalde de Barcelona, se hizo cargo de la cartera de Defensa. Su gestión acabó con las conspiraciones en los cuarteles y con las amenazas golpistas.

2. Un éxito electoral en el que nadie creía

El PSOE creció mucho en muy poco tiempo: de los 5,5 millones de votos (30%) y 121 escaños en las elecciones de 1979 hasta 10,1 millones de votos (48%) y 202 escaños en octubre de 1982. En apenas tres años y medio, el PSOE pasó de liderar la oposición en las Cortes a gobernar con una mayoría tan aplastante que el control parlamentario se convertiría en un trámite irrelevante para su acción política.

El partido nunca creyó en un éxito electoral tan rotundo. Los más veteranos hacían cábalas y pronosticaban un ascenso importante, de hasta el 35% de los votos. Pero se quedaron muy lejos del resultado real.

Primer Gobierno PSOE
Foto de familia del primer Gobierno del PSOE tras su victoria en las elecciones legislativas de octubre de 1982, hecha en las escaleras de acceso al palacio de La Moncloa de Madrid. RAúl Cancio

3. La jornada semanal de 40 horas... pese a tres ministros

La decisión de Felipe González resolvió las dudas que manifestaron algunos ministros de su primer gabinete sobre la reducción de la jornada laboral semanal de 43 horas a 40 horas. Hubo pareceres contrarios a esa reforma del Estatuto de los Trabajadores en 1983. Guerra lo cuenta así en sus memorias: “El ministro [de Economía] Miguel Boyer amenazó con que si empezábamos a hablar de las 40 horas semanales de trabajo, él no mantendría la previsión de inflación (12%) para el año siguiente. El propósito del Gobierno de reducir la jornada laboral a 40 horas suscitó un interesante debate entre nosotros. Los ministros de Economía, Industria y Trabajo (Boyer, Solchaga y Almunia) se alinearon en su intención de introducir una cláusula que establecía la reducción, salvo que las partes acordaran lo contrario. En la práctica, ello hubiese equivalido a anular la reducción de jornada, pues la presión que el empresario puede ejercer sobre los trabajadores hubiese logrado imponer el acuerdo de no reducción en las empresas pequeñas, la mayoría en España”.

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4. González: “Suárez no se pudo ocupar de la economía; tuvo que dar prioridad a defender la democracia”

La España de 1982 tenía 38 millones de habitantes (ahora hay 47 millones), una inflación del 14% (8,9% en septiembre pasado), un paro del 16,6% (13% en 2022) y un déficit del 6%.

30 años después, Felipe González rememoró las dificultades de aquel momento, al que llegó cargado de responsabilidad y “acojonado” por el trabajo tan complejo que le esperaba como presidente del Gobierno. En aquel tiempo de incertidumbre, la herencia recibida era muy pesada: terrorismo que alimentaba el golpismo, y una crisis económica que obligó a tomar, de urgencia, medidas de excepción como la devaluación de la peseta, la reconversión industrial o la expropiación de Rumasa.

Muchos años después, González entendió las razones de su predecesor, Adolfo Suárez, para no acometer las reformas económicas necesarias porque bastante tenía con defender la democracia.

5. Las otras prioridades: cohesión social y Estado de bienestar

El primer Gobierno de Felipe González se empleó a fondo para levantar los pilares del Estado de bienestar y profundizar en el camino de la cohesión social. El Congreso aprobó leyes emblemáticas de Educación y Sanidad. El entonces presidente del Gobierno explicó mucho después que su política de hacer compatible la construcción de una economía productiva para crear empleo con sentar las bases de la cohesión social y un potente estado del bienestar a través de la aprobación de ambiciosos proyectos legislativos para garantizar para todos unos sistemas públicos educativos y sanitarios le provocó algunas críticas desde la izquierda de su partido.

José Barrionuevo saluda a sus simpatizantes, junto a Felipe González, mientras Rafael Vera se despide de una persona a las puertas de la cárcel de Guadalajara, en septiembre de 1998.
José Barrionuevo saluda a sus simpatizantes, junto a Felipe González, mientras Rafael Vera se despide de una persona a las puertas de la cárcel de Guadalajara, en septiembre de 1998.ULY MARTÍN

6. La guerra sucia contra ETA

El terrorismo de ETA asesinaba sin pausa en la España del 82 (21 víctimas mortales en el primer semestre del año).

Unos días antes de que comenzase la campaña electoral del 28-O, diez dirigentes de ETA Político-Militar Séptima Asamblea anunciaban la disolución y el abandono de la violencia. Era un grupo relevante pero minoritario de la banda que justificaba así el final: “La lucha armada y ETA ya han cumplido su papel”.

Su vaticinio fue muy erróneo. La organización terrorista mantuvo su plan criminal de asesinatos y secuestros durante 30 años más.

El ministerio del Interior impulsó en los primeros años de gobierno socialista la guerra sucia contra ETA a través de los GAL, grupos parapoliciales que secuestraron y asesinaron a militantes o simpatizantes de la banda terrorista entre 1983 y 1987. El ministro José Barrionuevo fue condenado en 1998 por la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo (por siete votos a favor y cuatro en contra) a 10 años de cárcel por el secuestro de Segundo Marey.

El intento de responsabilizar al presidente Felipe González de aquellos hechos fue descartado por el mismo Tribunal Supremo.

La sospecha le persiguió durante sus últimos años de mandato. En su comparecencia de julio de 1995, el presidente se defendió en el Congreso de las acusaciones del exdirigente socialista García Damboronea, quien aseguró que Felipe González había decidido la guerra sucia contra ETA a través de los GAL.

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Diseño: Ana Fernández
Dirección de arte: Fernando Hernández
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