El PP intenta esquivar la onda expansiva del fiasco de Liz Truss
Los populares marcan distancias con las recetas de la ex primer ministra británica y retocan el discurso en materia fiscal, a pesar de los paralelismos entre ambas políticas de bajadas de impuestos
No corren buenos tiempos para los ultraliberales españoles. El fracaso sin paliativos de la ex primera ministra británica Liz Truss es también el fracaso de las recetas de bajadas masivas de impuestos, que han estado a punto de dirigir al colapso a la economía del Reino Unido y se han llevado por delante a la última inquilina de Downing Street. En el PP, donde conviven corrientes ultraliberales y su principal bandera económica es agitar las rebajas fiscales, la dimisión de Truss el jueves ha activado las alarmas. Los populares tratan de evitar la onda expansiva de la debacle tory marcando distancias con las recetas de Truss, a pesar de los evidentes paralelismos, mientras retocan su argumentario económico.
La principal valedora del plan británico, Isabel Díaz Ayuso, que celebró su rebaja masiva de impuestos, dijo el viernes que ahora no cree en las bajadas de impuestos “de golpe”. En marzo reclamaba rebajas “drásticas” de impuestos, pero ahora apuesta por la cautela. “Cuando me proponen nuevas bajadas agresivas, digo que hay que ir poco a poco, primero tenemos que ver los efectos de las que vamos a aplicar el año que viene y con ello ir poquito a poco haciéndolo”.
En línea con su baronesa madrileña, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, tiró de eufemismos. En verano defendía la necesidad de bajar impuestos “de forma intensa”, pero el viernes se expresó con otra melodía en un acto en Barcelona. A partir del chasco británico, pasó a llamar su propuesta de rebaja en el IRPF una “actualización de la tarifa del impuesto de la renta”.
La realidad es que el PP está preocupado por las salpicaduras del fiasco tory y fuentes de Génova reconocen que van a hacer un esfuerzo “pedagógico” para tratar de explicar que su proyecto y el que ha conducido al caos al Reino Unido “no tienen nada que ver”. El problema de Liz Truss, argumentan en el equipo de Economía del PP, no fue la rebaja fiscal a los ricos. “La bajada del tipo máximo del 45% al 40% para las rentas más altas significaba entre 2.000 a 7.000 millones en cinco años. Ningún país tiembla por ese importe”, arguyen fuentes del gabinete de Juan Bravo.
Por el contrario, defiende el PP, el error fue que “anunció la expansión de gasto público en ayudas por 150.000 millones, con una deuda acumulada en pandemia de 420.000 millones de libras, y una bajada de impuestos que no va acompañada de ninguna medida de reducción de gasto político y superfluo en la Administración; y todo fiado a un incremento del crecimiento de un 2,5%”. Los populares sostienen que esas recetas de expansión del gasto “tienen que ver tanto con políticas actuales del Gobierno de Pedro Sánchez como con políticas que desarrolló José Luis Rodríguez Zapatero en su segunda legislatura”.
Aunque puestos a encontrar los paralelismos, las principales similitudes del fallido plan británico están en las recetas impositivas que ha defendido el PP. El programa electoral de los populares para las generales de 2019, el último y todavía vigente, es casi idéntico a las medidas estrella del plan de la primera ministra británica. El documento del PP plantea en su punto 16: “Aprobaremos una rebaja fiscal del IRPF que afectará a todos los contribuyentes. El tipo máximo se situará por debajo del 40%”. El plan del Gobierno británico también incluía la supresión del tipo máximo del 45% del IRPF para las rentas más altas (los contribuyentes que cobran más de 170.000 euros anuales).
Además, hay una coincidencia exacta en una fuerte rebaja fiscal a las empresas. En el texto de los populares se lee en el punto 17: “Impulsaremos una rebaja del Impuesto de Sociedades situando el tipo máximo por debajo del 20%”. El tipo general en España es del 25%, aunque las numerosas deducciones suelen rebajarlo considerablemente. Truss, por su parte, había restablecido el tipo máximo del impuesto a las empresas en el 19%, frente al 25% en el que se situaba.
Zapatero defendió que había que reducir la presión fiscal cuando llegó al Gobierno y promovió rebajas de impuestos. Redujo sociedades, aprobó una devolución en el IRPF para todos los contribuyentes y hasta llegó a quitar el tributo sobre el patrimonio, informa Laura Delle Femmine. Pero entonces, la deuda pública estaba por debajo del 40%, había superávit y la economía crecía. Los problemas llegaron con el estallido de la burbuja inmobiliaria. El Ejecutivo socialista respondió a la crisis con un aumento del gasto, simbolizado por el Plan E, que fracasó y abocó a hacer borrón y cuenta nueva y a anunciar las subidas fiscales que dieron inicio a la era de la austeridad que desembocó en la Gran Recesión.
El Gobierno de Pedro Sánchez, por su parte, ha expandido el gasto hasta niveles récord, también a causa de la pandemia y la actual crisis energética agravada por la guerra en Ucrania. Pero a la vez ha aprobado subidas de impuestos y ha mantenido a flote la recaudación con apoyos a las rentas. En 2021, cuando la inflación aún no estaba dopando tanto los ingresos públicos, logró cumplir por primera vez desde el bum inmobiliario con la previsión de ingresos de los Presupuestos.
El programa de las últimas elecciones
El equipo de Feijóo defiende que sus propuestas han cambiado con respecto al programa electoral del PP de las últimas elecciones, que fue elaborado por el equipo de Pablo Casado. Pero el plan económico que el partido presentó en julio también apostaba por una bajada temporal de impuestos de entre 7.500 y 10.000 millones, que acompañaba de un ajuste del gasto burocrático y político, y la utilización de 4.900 millones de los fondos europeos para articular incentivos fiscales, ya sea como ayudas a las empresas en sociedades o como una rebaja en el IRPF.
Aunque los populares ponen el foco ahora discursivamente en las rebajas fiscales a rentas medias y bajas, comparten con el plan de Truss las de los ricos, como anunciaron en septiembre varios gobiernos del PP que suprimirían o aminorarían el Impuesto al Patrimonio, que se aplica a las riquezas de más de 700.000 euros sin contar la vivienda habitual. Los vientos que llegan de la tormenta británica de momento solo han alterado en el PP los discursos.
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