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La guerra entre las bandas de los Piolín y los Tayenas causó el asesinato de un militar en el Príncipe de Ceuta

La Policía, con 36 detenidos desde mayo, sospecha que Dris Amar fue víctima de las extorsiones practicadas por estos grupos de crimen organizado

Patricia Ortega Dolz
Una multitud acude al cementerio musulmán de Sidi Embarek (Ceuta), donde este martes ha sido enterrado Dris Amar, militar de 37 años, asesinado a tiros en la madrugada del lunes.
Una multitud acude al cementerio musulmán de Sidi Embarek (Ceuta), donde este martes ha sido enterrado Dris Amar, militar de 37 años, asesinado a tiros en la madrugada del lunes.Reduan Dris Regragu (EFE)

La tensión en el barrio de El Príncipe Alfonso, en Ceuta, foco de toda clase de conflictos y delincuencia desde hace 40 años, ha crecido exponencialmente desde mayo. El último episodio ha sido el asesinato a tiros de un militar español, de 37 años, en el garaje de su casa la madrugada del lunes. Y, antes, la muerte de Ibrahim B., un joven de 16 años, tiroteado el pasado 16 de abril, cuando iba sentado en la parte de atrás de una moto y fue supuestamente confundido con otro objetivo.

Según fuentes de la policía, que ha realizado 36 detenciones en los últimos cinco meses —las seis últimas este lunes, ligadas al asesinato del militar y a las agresiones a los agentes que actuaban en la zona—, ha sido la perspectiva frustrada de la reapertura del tráfico de mercancías entre España y Marruecos la que ha desatado una lucha a vida o muerte ente los grupos de crimen organizado que operaban, incluso como aliados, en esa intrincada barriada. La extorsión se ha convertido en la moneda de cambio: “Extorsionan al que tenga dinero o al que hable, o a testigos para que retiren denuncias, a denunciantes, a empresarios de Marruecos o Algeciras...”, aseguran los investigadores, que sospechan que el militar Dris Amar, cabo de la Unidad de Regulares 54 con base en Ceuta, casado y con dos hijos, fue asesinado dentro de esa macabra lógica criminal. La presencia policial en la barriada de El Príncipe es constante.

Ante la dificultad de meter droga por una frontera que aún no permite el paso de mercancías, los narcos se han convertido directamente en sicarios: “Lo mismo pegan un tiro a quien creen que es una amenaza como al que pertenece al bando rival, o a uno del propio bando, a modo de aviso para navegantes”, señalan estas fuentes. Los Piolín y los Tayenas, como son conocidos por los motes de sus cabecillas, son los grupos que actúan en la zona y que cuentan con ramificaciones en Marruecos. “Son jóvenes ceutíes, de origen magrebí, de tercera o cuarta generación, que se han criado en el barrio desde niños, son hijos, primos o hermanos de delincuentes”, explican.

Ante la expansión que adquirieron ambos grupos durante la pandemia, cuando alcanzaron los barrios de Los Rosales y Hadú, la Policía comenzó a presionar en esas zonas, acorralándolos en El Príncipe, de donde hoy apenas salen, aseguran. “Son todo construcciones ilegales, comunicadas unas con otras, por pasadizos que dificultan enormemente las entradas y los registros”, cuentan los agentes, que en los últimos tiempos son recibidos a pedradas.

Drogas y tráfico de personas

Pese a todo, la Policía ya da por desmantelado el grupo de los Tayenas, tras detener a todos sus principales cabecillas. Tres “lugartenientes” de Piolín han sido también arrestados en los últimos días. Entre ellos, se encuentra uno de la familia de Los Castaña, los históricos narcos de La Línea de la Concepción (Cádiz), y este martes arrestaron también a su hermano, que ya ha ingresado en prisión. Los agentes buscan a Piolín, “el capo”, que, estiman, “ha llegado a tener a 70 personas a sus órdenes”, y a otro de sus principales colaboradores, apodado Laika, en los vericuetos de esa barriada, en la que también vive mucha gente humilde, trabajadora y honrada. La Policía estima que en el barrio puede haber un 25% de personas dedicadas a la delincuencia.

La actividad delincuencial de estos grupos, que “manejan armas y drones”, combina la extorsión, el tráfico de drogas y el tráfico de personas. “Hay casos en los que los extorsionados son traficantes de droga, a los que les piden un porcentaje de la mercancía que logran; y casos en los que hemos liberado a migrantes traídos de Marruecos, amordazados en una vivienda de El Príncipe, tras haber pagado 1.000 euros por ser enviados a la Península, pero a cuyas familias les están demandando 3.000 euros por su rescate”, prosiguen los investigadores.

Los últimos hechos han conmocionado a este popular barrio ceutí de nuevo. La Delegación del Gobierno en la ciudad autónoma ha emitido un comunicado: “Este execrable crimen no va a quedar impune”.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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