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Los otros saltos masivos y mortales a la valla

La tragedia marca las rutas migratorias marítimas y terrestres. Contra los migrantes, a veces armados con palos, se ejerce violencia a ambos lados de la frontera

Captura de un vídeo en la que varios guardias civiles devuelven inmigrantes a Marruecos desde la playa de Tarajal, en Ceuta, en 2014.
Captura de un vídeo en la que varios guardias civiles devuelven inmigrantes a Marruecos desde la playa de Tarajal, en Ceuta, en 2014.

El fallecimiento este viernes de 18 personas en el último intento de salto de la valla de Melilla vuelve a teñir de luto las fronteras. Los migrantes, parte de un grupo de más de 1.500 personas que intentaban aproximarse al perímetro fronterizo para entrar en España, quedaron atrapados durante la avalancha en una vaguada próxima a la valla, en el lado marroquí, y murieron probablemente por asfixia o aplastamiento, según fuentes que operan en la zona. Otras murieron al caer de la valla, según indicaron las mismas fuentes.

La muerte ha marcado varios intentos similares de entrar en Ceuta y Melilla, aunque lo habitual es que los saltos se salden con heridos pero no con fallecidos. Algunos migrantes han muerto por infartos tras horas de intenso esfuerzo físico, como el último caso, conocido en agosto de 2020, de un joven que murió mientras huía a la carrera de la Guardia Civil en Melilla. Otros, sin embargo, son víctimas de la violencia ejercida por las fuerzas de seguridad, en Marruecos o en España. En septiembre de 2005, trascendió que de los cinco migrantes muertos cuando participaban en un salto masivo a la valla de Ceuta tres fueron tiroteados con armas que la Policía Nacional vinculó a la gendarmería marroquí. Rabat lo negó y aseguró que los disparos salieron del lado español.

El episodio más trágico hasta el de este viernes ocurrió en 2014, en El Tarajal (Ceuta), cuando agentes de la Guardia Civil dispararon pelotas de goma y gases lacrimógenos contra un grupo de migrantes que probaba a llegar a nado a la playa. Como resultado de esa operación, 15 subsaharianos murieron. La causa acaba de ser sobreseída definitivamente por el Tribunal Supremo.

Las muertes en la frontera terrestre no son tan habituales como en las rutas marítimas hacia España, en las que, solo en 2021, la Organización Internacional para las Migraciones registró 1.493 muertos y desaparecidos. Y tienen algo en común: se trata de personas que fallecen porque no tienen una vía legal y segura para emigrar y la falta de información precisa sobre sus muertes impide un conteo riguroso. Cuando la tragedia se produce en el lado marroquí, la transparencia es menor, la información que trasciende es limitada y difícil de contrastar.

Las circunstancias que han marcado este último salto están aún por esclarecer, pero las primeras informaciones apuntan a una gran concentración de personas en una vaguada cercana al perímetro, donde varios migrantes quedaron atrapados. En algunos vídeos que han circulado por redes sociales pueden percibirse momentos tensos y peligrosos. En uno de ellos se observa cómo la actuación de las fuerzas marroquíes obliga a correr a un grupo numeroso de migrantes que se mueven en paralelo a la valla y entre los que hay algunos que portan palos y piedras que lanzan contra los guardias marroquíes. La multitud se apelotona para huir de las bombas de humo disparadas directamente contra ellos.

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En otro, divulgado por la Asociación Marroquí de Derechos Humanos de Nador, se ve a decenas de agentes marroquíes rodeando a una multitud de jóvenes cuyos cuerpos se amontonan unos encima de los otros. La escena es estremecedora porque muchos de ellos están completamente inmóviles, mientras son custodiados.

Amnistía Internacional ha emitido un comunicado para condenar las devoluciones en caliente y la violencia contra los migrantes. Su denuncia señala los golpes que los marroquíes han propinado con sus porras “a personas que ya se encontraban totalmente bajo su control y custodia, y que no oponían resistencia ni mostraban actitud violenta”. Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional en España, mantiene: “Aunque hayan podido actuar con violencia en su intento de entrada a Melilla, en el control de fronteras no todo vale. Los derechos humanos de las personas migrantes y refugiadas deben ser respetados. Pedimos a las autoridades españolas y marroquíes que investiguen de forma pronta y exhaustiva las graves violaciones a los derechos humanos que se han producido hoy a un lado y otro de la frontera”.

Fuentes gubernamentales han señalado que, en esta ocasión, la colaboración de los agentes marroquíes ha sido clave para evitar el salto. Esto se ha traducido en el traslado a la zona de unos 1.500 policías del país magrebí que, en los últimos días, han protagonizado choques con los migrantes, tanto en los campamentos donde suelen resguardarse como en las cercanías de la frontera. No siempre ha sido así. Marruecos y España, sin embargo, viven ahora una nueva época de colaboración tras el giro de Pedro Sánchez sobre la postura española en el Sáhara Occidental, alineada con las pretensiones de Rabat.

Otros factores influyen en los peligros que enfrentan los migrantes cuando intentar saltar la frontera. Desde 2019, el Ejecutivo de Sánchez apostó por eliminar las concertinas de las vallas y otros elementos lesivos, pero conforme España retiraba, Marruecos reforzaba su perímetro. Entre otras medidas, los marroquíes excavaron un profundo foso que se extiende por todo el perímetro de la valla (está por confirmar si es ahí donde se produjo la avalancha) y sembró la zona de concertinas que se elevan más de dos metros sobre el suelo.

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