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El turismo consume uno de cada cuatro litros de agua que salen del grifo en Baleares

Investigadores de la Universidad de las Islas Baleares han puesto por primera vez cifras al consumo de agua derivado de la actividad turística aprovechando la ausencia de visitantes en el confinamiento

Lucía Bohórquez
Turismo
Varios turistas paseaban este pasado martes por Palma.CATI CLADERA (EFE)

Investigadores de la Universidad de las Islas Baleares (UIB) han puesto por primera vez cifras al consumo de agua del sector turístico en las islas y concluyen que la actividad económica con mayor peso del archipiélago consume uno de cada cuatro litros de agua que salen del grifo. El estudio calcula el volumen de agua utilizado por el sector turístico aprovechando los datos del periodo de confinamiento de la población, cuando la actividad del sector estaba completamente paralizada. El consumo de agua entre el 15 de marzo y el 21 de junio de 2020 fue un 24,4% menor en la comunidad con respecto al mismo periodo de 2019. Una diferencia que, según el estudio elaborado por el grupo de investigación en Recursos Hídricos y Cambio Global de la UIB y publicado en la revista científica Journal of Sustainable Tourism, se corresponde con el consumo de agua asociado a la actividad turística.

Los investigadores concluyen que las diferencias son notables dependiendo de la intensidad de la actividad turística en cada municipio. Los que registraron una mayor presencia de visitantes en los años prepandemia experimentaron una reducción media del 58,1% del consumo de agua, mientras que en los que soportan habitualmente una menor presión de visitantes vieron como el consumo se redujo apenas un 14%. Para Cels García, doctor en Geografía de la UIB y uno de los autores del estudio, la pandemia y las importantes restricciones a la movilidad de pasajeros internacionales supusieron “una gran oportunidad” para calcular por primera vez el consumo de agua que la presión turística provoca en las islas. La estimación de los investigadores apunta a un consumo anual por parte del sector turístico de 33 millones de litros cúbicos, similar al que consume la agricultura de regadío en las islas.

El estudio se ha realizado sobre las cifras de nueve municipios que presentan distintos niveles de actividad turística y los resultados muestran que la evolución del consumo de agua “no es homogénea” y hay diferencias “significativas” dependiendo de la presión de visitantes de cada zona. Los mayores contrastes se pueden observar en los municipios de Mallorca, donde las diferencias son importantes. Por ejemplo, poblaciones eminentemente turísticas como Muro experimentaron una reducción del consumo de agua del 73,7%. En Alcúdia cayó un 60,9% mientras que, en otro de los núcleos más importantes como Calvià, la bajada fue del 39,8%.

En el caso de Palma –segundo municipio con mayor actividad de las islas y con 50.000 plazas turísticas– la reducción fue del 16,6%, que los autores achacan a una compensación que viene dada por el incremento de consumo por parte de los residentes confinados. Para los investigadores, una de las claves es la proporción entre el volumen de población residente y el número de pernoctaciones turísticas, ya que cuanto menor es la proporción de residentes, más importante es la caída del consumo de agua reflejada en las cifras. En islas como Formentera el consumo cayó un 51% en los meses de abril a junio de 2020, mientras que en Sant Antoni (Ibiza) la reducción fue del 40% y del 27% en Sant Lluís (Menorca). En las ciudades más grandes de ambas islas no se redujo tanto, con un 16,5% en Ibiza y un 9% en Maó. En 2019 entre 15 de marzo y el 21 de junio llegaron a las islas 5.600.078 turistas según datos del Instituto Balear de Estadística, mientras que el contador bajó a cero en ese mismo periodo un año después.

Contra los mitos

Para García, los resultados que arroja el estudio pueden ser de gran utilidad en el futuro a la hora de planificar la gestión de los recursos hídricos de las islas y el diseño de políticas públicas, que tendrán que ser “heterogéneas” y adecuadas a cada zona concreta. “No tenemos que esconder las cifras, se tienen que decir. También que los residentes consumimos mucha agua, no pasa nada. Si no se explican, después circulan muchos mitos a pie de calle” sostiene. Para los autores del estudio, uno de los mensajes que se pueden extraer de los datos es que la gestión del agua en las épocas de sequía se tiene que planificar con antelación, aprovechando la reutilización de las aguas depuradas “a las que habría que darles un mayor uso”. “Habrá que ver hasta dónde ponemos el límite, tenemos una población residente importante y llega una presión que es absolutamente excepcional. Quienes lo padecerán, serán los recursos hídricos”, concluye.

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Sobre la firma

Lucía Bohórquez
Colaboradora de EL PAÍS en las Islas Baleares. Periodista de la Cadena SER en Mallorca desde el año 2008, donde se ha especializado en temas de tribunales. Estudió Periodismo en la Universidad del País Vasco.

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