Pamplona enseña matemáticas con un paseo por sus calles y su historia
Un itinerario ideado para que escolares resuelvan problemas matemáticos recorriendo la capital navarra se abre a toda la ciudadanía gracias a una aplicación móvil
¿Cuántas personas entran en la plaza del Ayuntamiento de Pamplona un 6 de julio, el día en que se lanza el chupinazo de San Fermín? ¿Cuántos metros de desnivel suben los toros en la Cuesta de Santo Domingo, el primer tramo del encierro? Son dos de las preguntas formuladas en la ruta matemática que recorre el casco viejo de la capital navarra y, para descubrir las respuestas, tendrán que recorrerla. Este itinerario, ideado con un enfoque pedagógico para escolares de sexto de Primaria y segundo de la ESO, se ha desarrollado en una aplicación móvil —MathCityMaps— con el objetivo de que pueda disfrutarlo toda la ciudadanía.
Detrás de la propuesta está el equipo de Aitzol Lasa, matemático, profesor e investigador del área de Didáctica de la Universidad Pública de Navarra (UPNA), que ha trabajado en ella junto con el Gobierno de Navarra, el Ayuntamiento de Pamplona, el Centro de Formación del Profesorado (CAP) y Tornamira, la Asociación de Profesores de Matemáticas de Navarra. La idea surgió de una colaboración entre entidades que se inspiraron en ejemplos como el de Badajoz, donde también tienen una actividad similar para estudiar el patrimonio histórico de la ciudad. Hay una diferencia. En otros lugares, el objetivo es “divulgativo, contar cosas curiosas, sin encaje en el currículo educativo”, detalla Lasa. En este caso el enfoque es fundamentalmente escolar. Se trata de “trabajar las matemáticas en la calle”, en grupos pequeños. Desde que se puso en marcha la iniciativa el pasado enero hasta final de curso, realizarán la ruta alrededor de 870 estudiantes de Primaria, a los que hay que sumar los de Secundaria y los turistas. No es posible saber con certeza cuántas personas la han disfrutado en total porque la aplicación es libre, gratuita y no contabiliza las rutas.
No hay guías acompañantes al uso. En el caso de los centros escolares, es el propio profesorado el que acude a una formación y luego recorre la ruta junto con el alumnado cuando considera oportuno. En la primera edición de los cursos a finales de 2021, participaron 28 docentes y hubo lista de espera. La Universidad ha sido la encargada de elaborar el itinerario, que consta de seis localizaciones de interés histórico o cultural en las que se le pide al alumnado que resuelva diversos problemas matemáticos. Los cuadernillos con la información complementaria están disponibles en la web y se ajustan al currículo educativo.
El objetivo, detallan desde el consistorio pamplonés, es que los estudiantes puedan comprobar la utilidad de las matemáticas en el día a día, así como redescubrir la ciudad desde diversas perspectivas, interrelacionando los conocimientos en los ámbitos histórico-artístico, medioambiental e incluso de género. Están ya trabajando en futuras rutas, hasta siete, que se desarrollarán por los diversos barrios de la capital navarra.
La particularidad de la ruta del casco viejo, explica Lasa, es que “tiene un mayor punto de atracción porque siempre hay una excusa para venir”. Es la ruta que recorre este periódico y que incluye varias paradas. La primera de ellas, en la conocida como huerta de la Piparrika. Un huerto comunitario que fomenta la ecología urbana y el trabajo vecinal autogestionado y donde se les proponen actividades para estudiar los triángulos, figuras que forman una de las estructuras del lugar. De ahí, viaje al pasado, al mosaico romano del Museo de Navarra, que permite descubrir la geotermia y la cultura de la Pompaelo, la ciudad romana que constituyó lo que hoy en día es Pamplona. Todas las paradas, recalca Aitzol, trabajan “un contenido específico de las matemáticas, ya sea geometría, medidas, números, estadística o modelizaciones geométricas” mientras vinculan al alumnado con su ciudad, con su historia. De hecho, subraya Lasa, la disponibilidad de materiales, localizaciones y lugares de interés en una misma ciudad es tan grande que “casi todo el currículum educativo” podría impartirse con materiales que ya están disponibles en las calles. La clave está en dar un sentido a los contenidos.
Entre las paradas que más aceptación tienen, las sanfermineras. ¿Quién no ha visto nunca cantar al santo antes de un encierro? La hornacina de San Fermín es otra de las localizaciones, en este caso, de la ruta diseñada para el alumnado de Secundaria. “La pregunta es clara”, plantea Lasa, “¿cuánto mide la pendiente al inicio de la carrera? Damos algunas pistas. Hay una pared de piedra y las líneas de los bloques son horizontales. Siguiendo la línea y midiendo se puede conseguir calcular la pendiente”. Este tipo de localizaciones también gustan mucho al turista. Hay más. Por ejemplo, es habitual que quien acude por primera vez se sorprenda por el tamaño tan pequeño de la plaza consistorial en la que se celebra el chupinazo de San Fermín. Las medidas reales chocan con lo que se ve a través de la televisión. Ahí reside el problema matemático: ¿cuántas personas pueden llegar a entrar en la plaza un 6 de julio? El alumnado acoge el reto con entusiasmo: “Ni siquiera necesitan un metro, se les da una cuerda de un metro, sin marcar. Hemos visto a grupos de escolares en torno a un teléfono móvil metiendo un dato. Se quedan en silencio y... ‘¡Bien! ¡Hemos acertado!”. Lasa deja otra pista: “Se han llegado a meter hasta 12 personas en un metro cuadrado”. Ahí es nada.
La docente y tutora de sexto de Primaria del centro Cardenal Ilundain, Juliana Malo, quien también ha realizado la ruta, detalla que “unos con metros, otros con pasos, fue muy interesante ver cómo buscaban formas distintas de medir”. No obstante, hay otra localización que todavía les gustó más: el mercado municipal de Santo Domingo. Allí realizan una actividad de cálculo, pero también de gestión. “¿Cuánto vale preparar un menú? ¿Qué es una oferta 3x2?”. Los comerciantes, reconoce Malo, “se portaron muy bien”: “A uno le dieron un poco de queso, a otro, gambas... fue bonito. Es una de las actividades que se hacían antes”. Una de las pocas pegas que le pone Malo al itinerario es la excesiva duración de la prueba. “Igual con cuatro puntos de recorrido es suficiente”, apunta. Claro que también depende de la edad del alumnado.
Si tuviera que escoger su actividad favorita dentro de la ruta, Lasa lo tendría claro: el cálculo de la altura de los ascensores públicos de la ciudad. Actividad en la que se pide al alumnado que se saque una foto al lado de la estructura para que mediante las reglas de proporcionalidad deduzca el resultado. Pero hay más, muchas más. Y no es tanto lo que está dentro del itinerario, como todo lo que se ha quedado fuera y que merece la pena visitar. Por ejemplo, la espectacular estructura pentagonal de la Ciudadela, construida en 1571, considerada el mejor ejemplo de arquitectura militar del Renacimiento español y uno de los más destacados conjuntos defensivos de Europa, de acuerdo con el consistorio pamplonés. Se han quedado fuera otras muchas localizaciones, pero Lasa anima a quien visite la ciudad a descubrirla a través de la aplicación: “Si esto es hacer matemáticas, bienvenido sea”.
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