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Una lluvia de 6.000 millones que baja la tensión política

El Ejecutivo empezó a respirar en Bruselas y ahora espera cambiar el ambiente social con el decreto

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, presenta las medidas contra la crisis energética, este lunes en Madrid.Foto: E. BOTELLA / EUROPA PRESS | Vídeo: EPV
Carlos E. Cué

La semana pasada, cuando el Gobierno parecía noqueado por la huelga de transportistas y el enfrentamiento con todos sus aliados por el giro en la posición sobre el Sáhara, algunos miembros del Ejecutivo y diputados empezaban a mostrar una inquietud creciente. “¿Qué pasa en La Moncloa?”, se preguntaban. La sesión de control del miércoles por la mañana y la comisión de Exteriores esa misma tarde ofrecieron una imagen de un Ejecutivo acorralado, mientras los camiones seguían parados en toda España y bloqueando algunas industrias.

Sin embargo, en ese momento de angustia, algunos de los más veteranos fieles del presidente, Pedro Sánchez, trasladaban un augurio: “En una semana todo habrá cambiado, estarán las medidas y solo se hablará de ellas. Esto va muy rápido y nada dura, ni las malas ni las buenas noticias. Y La Moncloa controla lo mejor que se puede tener en política: la iniciativa, el BOE y la capacidad de marcar la agenda”.

Menos de una semana después, el Ejecutivo ha logrado, al menos de momento —todo es efímero en la nueva política— un giro muy evidente del ambiente político: del colapso de la semana pasada se pasa a hablar de la lluvia de millones y medidas sociales que aprobará hoy el Consejo de Ministros.

La crisis no ha desaparecido, ni mucho menos. En La Moncloa hay una preocupación muy importante con la situación económica porque nadie puede prever cuánto durará la guerra en Ucrania y qué consecuencias tendrá para España. Pero es difícil discutir que desde la tarde del viernes, cuando un eufórico y agotado Sánchez compareció con el portugués António Costa para explicar que habían logrado arrancar una autorización a la “excepción ibérica” para poder bajar el precio de la luz en la península, las cosas han cambiado.

El PP y, sobre todo, Vox siguen convencidos de que da igual, porque creen que el desgaste del Gobierno en la calle es imparable, pero en La Moncloa lo ven de una manera muy diferente. Algunos dirigentes y miembros del Gobierno admiten que se perdió un tiempo precioso en las últimas dos semanas al no gestionar mejor la situación, sobre todo los paros de transportistas, pero desde el miércoles hubo un giro claro —Sánchez dio la orden el martes de negociar como fuera una salida a los paros— y ahora todo se remata con el plan de choque que el Ejecutivo espera sacar adelante sin muchos problemas en el Congreso.

Casi lo más difícil fue pactarlo internamente. Félix Bolaños y Yolanda Díaz negociaron durante días, sobre todo el domingo, el contenido del texto, que tiene algunas propuestas claramente de Unidas Podemos como el tope al alquiler o la prohibición de despidos. Sánchez y Díaz también hablaron para cerrar el paquete.

Bolaños ha hablado durante estos días y en las últimas horas con casi todos los grupos. Y nada indica en este momento que esta vez se pueda repetir algo como el agobio de la reforma laboral, que salió de rebote por un error del PP. Al contrario, todo indica, según fuentes del Ejecutivo, que la votación podría parecerse más a la de los Presupuestos, con 190 apoyos, o incluso mucho más cómoda, si finalmente el PP decide abstenerse o incluso apoyar el decreto.

El Ejecutivo ha escuchado en las últimas dos semanas muchas propuestas de los grupos, aunque no les reveló sus planes en un intento de retrasar todo hasta después de la cumbre europea, una estrategia que con el paso de los días asumió como un error y fue modificando. Algunas propuestas se han incluido en el texto, otras no. Pero en cualquier caso, dado que casi todo son medidas positivas, es más fácil negociar.

La Moncloa, que esta vez sí conoce de antemano las reclamaciones de todos los grupos porque ha habido un trabajo previo, cree que no será difícil cerrar un gran acuerdo. Y para el PP tampoco será fácil votar en contra de un plan de ayudas de 6.000 millones de euros en plena crisis. Será la primera gran decisión política de Alberto Núñez Feijóo, que quiere distanciarse de Vox en estas cuestiones de Estado. Así que todo apunta hacia un cambio rotundo de ambiente político. Aunque nada en España dura mucho.

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