Unidas Podemos confía en evitar nuevas deserciones pese a la tensión interna
La principal cargo institucional en el Congreso arropa a la diputada fugada
La fuga de Meri Pita, la diputada canaria de Unidas Podemos (UP) que se ha pasado al Grupo Mixto, ha agitado aún más las convulsas filas de la coalición izquierdista. Nadie espera que vayan a producirse nuevas deserciones en el grupo parlamentario, pero la tensión aflora ya en direcciones diversas. Por un lado, entre el sector afín a la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, y el núcleo duro de Podemos. Y por otro, dentro del propio partido que comanda Ione Belarra, al que pertenecían Pita y otros 14 cargos públicos de Canarias que también han comunicado su baja.
La fugada cosechó este viernes un apoyo en el grupo parlamentario al que ha dejado de pertenecer. Fue uno solo, pero no provino de un diputado cualquiera, sino del principal cargo institucional de la coalición en el Congreso, la vicepresidenta tercera, Gloria Elizo.
Elizo salió en defensa de Pita después de que la ministra de Igualdad, Irene Montero, acusase a la fugada de cometer un acto de “transfuguismo, que es un fraude a los ciudadanos”. En una entrevista en TVE, Montero volvió a exigir a Pita que devuelva su escaño. La vicepresidenta tercera del Congreso no tardó en contestarle en Twitter: “Ir al Grupo Mixto no es transfuguismo. Así lo dicen los pactos políticos. Lo que es una claudicación es apartarse de los compromisos éticos que pensaron Podemos como una organización donde cabía el disenso y el debate”. Y concluyó así: “Abrid los ojos y no miréis al dedo”.
Elizo lleva tiempo completamente distanciada de la dirección de Podemos, a la que no ha ahorrado críticas públicas. En noviembre, precisamente junto a Pita, firmó un artículo contra la decisión del grupo de apoyar el nombramiento para el Tribunal Constitucional de Enrique Arnaldo, jurista con estrechos lazos con el PP. Pero, de momento, no ha dado señales de que vaya a romper también con el grupo, una decisión que en su caso sería más problemática por el cargo que ocupa en la Mesa del Congreso.
La baja de Pita, unida al escaño todavía sin cubrir del expulsado Alberto Rodríguez, deja a UP —y al Gobierno— con dos diputados menos en la Cámara, 33 en el caso del grupo confederal y 153 sumados a los socialistas. La rocambolesca votación de la reforma laboral ya evidenció que un solo voto puede ser crucial para el Ejecutivo. Aquel episodio hizo crecer las voces dentro de UP para pedir que se cubra la vacante de Rodríguez, también canario, pero la organización regional sigue resistiéndose a hacerlo mientras no se resuelvan los recursos judiciales del parlamentario expulsado.
Más allá de los efectos sobre la precaria mayoría del Gobierno, la principal preocupación que expresan los dirigentes de UP es cómo evitar que las convulsiones internas debiliten su posición dentro del Ejecutivo.
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