Españoles atrapados en Ucrania: “No hay manera de salir”
Un centenar de nacionales permanecen en el país, según el Ministerio de Exteriores, que recomienda que no intenten abandonarlo y que se mantengan a resguardo
Luis Delgado, de 70 años, voló el 22 de febrero a Ucrania con su esposa, Svetlana, a pesar de las recomendaciones de Exteriores, que pedían no viajar al país ante la escalada de tensión por la amenaza del Kremlin. Natural de Elche (Alicante), Delgado tenía previsto participar como juez en una competición deportiva de baile. Svetlana es de nacionalidad ucrania, por lo que habían ido varias veces y tenían contactos allí. El matrimonio tomó un avión a Kiev y, de ahí, otro a Zaporiyia —adonde actualmente se acercan las fuerzas rusas—. Aunque lo intentaron, no pudieron sumarse a los convoyes que fletó el Gobierno para evacuar a los españoles que quedaban en Ucrania, porque, según Delgado, no obtuvieron respuesta de la Embajada más allá de un correo electrónico automático. Tampoco, añade, les respondieron a ninguna llamada. “Nos dejaron aquí, salieron corriendo y no miraron atrás”, afirma Escudero por teléfono desde Zaporiyia.
Al menos un centenar de españoles continúan en territorio ucranio tras la invasión rusa del pasado jueves, según las cifras aportadas el lunes por el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, tras la llegada de las 106 personas que el Gobierno consiguió evacuar el domingo, además de la salida de otro centenar que abandonó el país por sus propios medios en los días previos a la ofensiva. Sin embargo, las cifras oficiales no recogen a aquellos ciudadanos que visitaron puntualmente Ucrania y que no notificaron su estancia a la legación española.
Ahora no encuentran forma de abandonar el territorio y el Ministerio de Exteriores les recomienda quedarse en sus residencias, alejados de las ventanas, ante la complejidad de entrar al país en su busca. Según fuentes de Exteriores, el coste humano de los efectivos que participasen en los rescates sería mucho mayor que el de sacar a los atrapados.
Encerrado en un hotel
Delgado y Svetlana han estado recluidos en el hotel en el que se alojaron para participar en la competición de baile, desde que empezó el ataque ruso. “La ciudad está cercada, con bombardeos, no hay manera de salir de aquí en ningún medio de transporte”, añade el bailarín. Cuenta que el lunes, “tras la presión mediática”, Exteriores les llamó aconsejándoles que se refugiaran y que no se movieran de donde estaban. Pero el matrimonio está pensando coger un coche y viajar por sí mismos hacia la frontera. “Estamos cansados, desanimados, con ganas de que acabe esta pesadilla”, subraya. Respecto a por qué viajaron el día 22 cuando Exteriores pedía no hacerlo, señalan: “Era una recomendación, no una prohibición”.
Fuentes de Exteriores confirman que conocen su caso, pero que no se puede hacer nada y que el consejo es que, pese a que algunos agentes del Grupo Especial de Operaciones (GEO) se hayan quedado en la frontera para auxiliar a los españoles que logren cruzar, es preferible que permanezcan en el hotel porque es peligroso salir. Además, el ministro Albares ha reiterado el domingo que el Gobierno hizo “varias recomendaciones” que pedían “abandonar el país temporalmente y desaconsejaban viajar”.
La situación del policía nacional José María Moreno, de 44 años, también está siendo complicada. Llegó a Odesa a principios de este febrero acompañado de su esposa, Sandra M., —natural de la ciudad ucrania— con la intención de pasar unas semanas de vacaciones junto a su familia. Tenían comprados los billetes de vuelta para el pasado sábado 26 de febrero. Sin embargo, dos días antes, Rusia inició la invasión de Ucrania y no pudieron subirse al avión de vuelta a Valencia —donde está destinado—, y ahora no encuentran la forma de salir del país.
“Por suerte, la ciudad está bien defendida y de momento está resistiendo, aunque escuchamos algunas explosiones en las afueras”, asegura por teléfono Moreno, desde la casa de la familia de su pareja. Aunque afirma que el ambiente es “tranquilo”, el policía descarta salir de la ciudad por el momento: “Esperamos que la situación en los próximos días haya mejorado y se pueda valorar esta hipótesis”. Moreno señala que su plan pasa por esperar a que la carretera sea más segura para poder llegar a Moldavia, que se encuentra a unos 100 kilómetros, pero es consciente de que esto puede llevar tiempo: “Esta guerra puede durar días o incluso años. No es un conflicto sencillo de solucionar”.
Moreno y su esposa residen estos días en la casa de la familia de ella. La comunicación con el policía está siendo “complicada”, aseguran fuentes del sindicato Jupol, al que está afiliado Moreno y que trata de ayudarlo. Solo tiene cobertura en la casa, pero las alarmas antiaéreas —que asegura que no dejan de sonar— le obligan a bajar al refugio, que se encuentra en el sótano. “Al menos tiene la suerte de tener uno, pero perdemos la señal con él durante una hora o más. Y en la calle tampoco tiene conexión, a no ser que se conecte a alguna red wifi”, aseguran inquietos en el entorno de Moreno, y cuentan que únicamente sale del domicilio para hacer pequeñas compras de comida.
El mismo día del ataque, Moreno llamó a la Embajada española en Kiev para pedir ayuda y abandonar Ucrania en alguno de los convoyes fletados por el Gobierno de Pedro Sánchez. Sin embargo, al no estar registrados como residentes allí, les indicaron que debían enviar primero un correo electrónico con sus datos y su situación, pero aún no han obtenido respuesta. En los días posteriores intentaron huir por sus medios.
Primero probaron suerte de día, pero se toparon en las carreteras con enfrentamientos militares entre las fuerzas rusas y ucranias. También procuraron ir por la noche, pero se encontraron la misma escena. Además, los avisaron de que había patrullas de saboteadores que estaban impidiendo que la gente saliera de Ucrania. Terminaron por descartar la idea por el peligro que acarreaba. Desde el sindicato policial, este lunes se han puesto en contacto con la Dirección General de Policía, así como con el Ministerio de Exteriores, para informales de la situación en la que se encuentran Moreno y su mujer, pero tampoco han recibido respuesta.
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