La autopsia de Esther López apunta a que murió atropellada
Los responsables de la investigación buscan localizar un todoterreno azul para esclarecer si está relacionado con la muerte de la mujer de Traspinedo
Los detalles de la autopsia revelados este miércoles sobre el cadáver de Esther López, la mujer de 35 años desaparecida el 12 de enero en Traspinedo (Valladolid), apuntan a que murió atropellada por un todoterreno, según fuentes de la investigación, que afirman que el cuerpo, hallado el 5 de febrero en una cuneta cercana a la carretera que conduce hacia el pueblo, presentaba una rotura de cadera y golpes compatibles con el impacto de un vehículo. El atropello era una de las hipótesis sobre la causa de la muerte después del hallazgo del cuerpo.
Las pesquisas ahora se centran en encontrar un todoterreno de color azul relacionado con ese posible atropello, aunque siguen abiertas otras líneas de investigación en un caso que se ha saldado con una detención, la vista puesta en varios amigos de López, batidas multitudinarias entre pinares y un secreto de sumario no exento de filtraciones.
La directora general de la Guardia Civil, María Gámez, ha asegurado este miércoles en Cantabria que el instituto armado pone “todos sus recursos” para esclarecer “cuanto antes” la muerte. “La Guardia Civil tiene varias investigaciones abiertas, estamos poniendo todos nuestros recursos para que esa investigación pueda llegar al final y desvelar quién o quiénes fueron responsables de la muerte de Esther”, ha manifestado Gámez, que ha hecho estas declaraciones a preguntas de la prensa tras participar en un acto en Santander. No ha dado a conocer avances en la investigación amparándose en que está bajo secreto de sumario, informa Europa Press.
Todo comenzó la noche del 12 de enero, cuando la mujer vallisoletana fue vista por última vez junto a un restaurante en un acceso a Traspinedo (1.149 habitantes). Su familia tardó cinco días en denunciar su desaparición, ya que en anteriores ocasiones ya se había ausentado sin dar aviso alguno. Esa circunstancia, según algunos agentes relacionados con el caso, “dificultó los trabajos porque las primeras horas son las más importantes”.
Bajo la premisa de “desaparición forzosa”, decenas de agentes y cientos de voluntarios peinaron el río Duero, extensos pinares y pozos cercanos al pueblo. Los agentes detuvieron a un hombre del entorno de López, que pasó arrestado seis días y cuya casa fue analizada al milímetro sin que se hallara el menor indicio de implicación. Los testimonios de algunos allegados de la desaparecida, varios de ellos también investigados, incurrían en “contradicciones”, recelaban los expertos. Pero nada en ellos ayudaba a esclarecer el paradero de Esther López.
El 5 de febrero, un hombre que caminaba junto a una cuneta cercana a la carretera de entrada al pueblo se encontró con un cadáver en una zanja de menos de dos metros de profundidad. Pronto se confirmó que era el de Esther López. El hallazgo suscitó una gran pregunta: ¿Cómo pudo permanecer un cuerpo junto a una travesía frecuentada por coches y caminantes, durante tres semanas de intensa búsqueda, sin que nadie se percatara?
Cabían dos respuestas: o bien la persona más buscada de España llevaba semanas en un lugar relativamente visible sin que los agentes y los rastreadores hubieran acertado a localizarla, o bien alguien había trasladado el cuerpo a esa zona, con cierta vegetación pero no oculta a la vista. Fuentes conocedoras de las pesquisas admiten que esta segunda posibilidad se sigue contemplando. Algunos responsables de la investigación reconocen que la zanja donde apareció el cadáver no se había rastreado y que se priorizaron otras, en unas vías ferroviarias abandonadas, unos pinares y las proximidades del río Duero, porque en ellas se había ubicado una señal del móvil de Esther López. La zona, además, coincidía con la del domicilio del detenido.
Entre los familiares hay sorpresa por que el cuerpo permaneciera tantos días sin ser detectado en una zona frecuentada por los vecinos de Traspinedo y de pueblos cercanos como Santibáñez de Valcorba o Cogeces del Monte. Las bajas temperaturas registradas en enero y febrero, lo umbrío de la zanja y la presencia de algo de vegetación contribuirían a que el cuerpo estuviera relativamente bien conservado y que los vecinos no se percatasen de su presencia. Sin embargo, algunos residentes cerca del paraje insisten en que allí abundan zorros, jabalíes o urracas que habrían dejado huella sobre un cuerpo dejado a la intemperie durante 25 días.
Los estudios forenses sobre el cadáver y las pruebas de la Guardia Civil han reforzado la teoría del atropello, un escenario que empezó a cobrar peso a medida que el asesinato comenzaba a descartarse. Los agentes estuvieron ensayando cómo hubiera sido un impacto, con sus potenciales frenadas a distintas velocidades, en la curva cercana al punto donde se ubicaba el cuerpo. Los resultados de esta observación minuciosa han puesto el foco en un todoterreno azul como posible causante de la muerte de López, aunque sin descartar aún otras pistas. Los familiares de Esther López, enterrada el 9 de febrero, siguen aguardando certezas, de las que apenas han dispuesto desde que hace ya mes y medio dejaron de saber de ella.
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