El PP de Casado investiga si Ayuso favoreció a su hermano en un contrato público
La guerra entre el líder popular y la presidenta autonómica estalla con acusaciones de espionaje que Génova desmiente
La guerra entre la dirección nacional del PP y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, estalló la noche del miércoles con toda su virulencia a cuenta de un supuesto espionaje a la dirigente autonómica encargado por colaboradores de Pablo Casado en el Ayuntamiento de Madrid el pasado mes de diciembre.
La dirección nacional ha confirmado que investiga desde octubre si el Gobierno regional de Isabel Díaz Ayuso pudo adjudicar irregularmente a un conocido, amigo de su hermano, un contrato de compra de mascarillas por 1,5 millones de euros durante los peores meses de la pandemia. Génova llamó a capítulo ese mes a Díaz Ayuso para que diera explicaciones sobre esos supuestos contratos irregulares. Fuentes conocedoras de aquella reunión sostienen que Ayuso dijo que no había nada irregular y que si en la dirección del partido había sospechas sobre alguna actuación de su hermano, que le preguntara a él directamente. Otros dirigentes populares han explicado este miércoles a EL PAÍS que la cúpula del PP amenazó en aquella reunión a la presidenta de la Comunidad de Madrid con difundir la información sobre los contratos sospechosos si Ayuso no se retiraba de la carrera por la presidencia del partido de Madrid. Precisamente este lunes la presidenta madrileña aprovechó los resultados en Castilla y León para reclamar a la dirección que ponga fecha al congreso de Madrid. ”Que no se siga retrasando la voz de los afiliados”, dijo.
Dos meses después de aquel encuentro entre Ayuso y la cúpula nacional, un cargo de la empresa municipal de la Vivienda del Ayuntamiento de Madrid contactó con una firma de detectives para consultarles si sería posible hacer una investigación al entorno familiar de Isabel Díaz Ayuso, según adelantaron El Mundo y El Confidencial. El dueño de la empresa de detectives, según las fuentes conocedoras de la operación, le contó a un exministro del Gobierno de Mariano Rajoy el extraño encargo que le habían hecho. El exministro informó a la presidenta de la Comunidad de Madrid.
El monumental enredo acabó con otro exministro de Rajoy mediando entre Ayuso y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, quien se comprometió a investigar el supuesto contrato a la empresa de detectives. El regidor no halló ninguna prueba de que se hubiera contratado o pagado a detectives para espiar al entorno familiar de Díaz Ayuso con dinero del Ayuntamiento.
La dirección nacional del PP defiende que “va a ir hasta el final” con la investigación de las supuestas irregularidades en el contrato al amigo del hermano de la presidenta madrileña. “Vamos a ver qué ha pasado ahí. Si ha habido un delito. Vamos a investigarlo porque Pablo Casado exige ejemplaridad”, afirman fuentes de Génova. “Ella [Díaz Ayuso] tendrá que dar explicaciones acerca de este tema”. En la cúpula sostienen que tienen constancia de que “hay irregularidades en los contratos y que afectan a su hermano”.
Génova, entre tanto, niega las acusaciones de espionaje a la presidenta. La dirección difundió el miércoles el siguiente comunicado: “El PP desmiente tajantemente las informaciones publicadas en relación a una supuesta investigación sobre los contratos sanitarios adjudicados por la Comunidad de Madrid y tomará las medidas judiciales oportunas ante estas falsedades”.
El PP se ha abierto en canal. Génova y Ayuso llevan meses en una guerra fratricida por el poder del PP en Madrid, que ha saltado por los aires justo después de las elecciones en Castilla y León. El origen es la presidencia del PP de Madrid, pero el conflicto adquirió pronto dimensión de pulso nacional entre Casado y Ayuso. El líder del PP y su entorno consideran que la presidenta madrileña fue desleal cuando lanzó la reclamación de liderar el partido en Madrid, en los prolegómenos de la convención nacional que el PP celebró a principios de octubre para relanzar a Casado en el nuevo curso político. En el entorno de Ayuso siempre han defendido que ella tuvo que hacer pública su apuesta porque en privado la dirección transmitía que iba a apostar por una tercera figura, que no fuera ni ella ni el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, para encabezar el partido, y ella consideraba que tenía derecho a ese puesto.
Una vez que Ayuso hizo pública su pretensión, los hechos se precipitaron. Antes de la convención nacional de octubre, en la que la dirigente madrileña declaró que no tenía intención de moverle la silla a Casado, Génova ya había contactado con ella para pedirle explicaciones por las informaciones que llegaron a su conocimiento sobre ese contrato sospechoso para adquirir mascarillas adjudicado al amigo de su hermano. Después de esa conversación de alto voltaje, tras la que Ayuso bloqueó en su WhatsApp al secretario general del PP, Teodoro García Egea, la mandataria madrileña y Casado compartieron presencia en la convención nacional, que en opinión de Génova, la líder madrileña “reventó” con sus declaraciones sobre que no pensaba disputarle el liderazgo al presidente del PP.
Los tiras y aflojas públicos han sido permanentes, y en la dirección del PP llevan tiempo pensando que Ayuso no trabaja para el partido sino para sí misma, y que su principal escudero, su jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez, actúa para perjudicar a Casado. En el otro lado, en la Puerta del Sol, sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid, las sospechas de que Génova quiere matar políticamente a Ayuso cobraron fuerza desde diciembre, cuando llegó a sus oídos la información sobre el supuesto espionaje a la presidenta. Ahora, la guerra cruzada de acusaciones de espionaje y hechos presuntamente delictivos se ha desvelado en toda su crudeza. En el PP reinaba anoche el desconcierto. “Si se confirma el espionaje a Ayuso, esto dinamita al partido”, lamentaba un dirigente resumiendo un sentir general de desasosiego.
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