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Ayuso acapara el foco de la convención diseñada para relanzar el liderazgo de Casado

El PP inicia un cónclave itinerante para presentarse como alternativa de Gobierno

Pablo Casado abraza a la presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en el acto de jura como presidenta en la sede de la Puerta del Sol, en Madrid.
Pablo Casado abraza a la presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en el acto de jura como presidenta en la sede de la Puerta del Sol, en Madrid.Andrea Comas

Pablo Casado anunció la convención del partido que comienza este lunes hace casi 9 meses, el 16 de febrero. Lo hizo a la vez que comunicó un cambio de sede —que todavía no se ha producido— para desviar la atención de los escándalos que aún persiguen al partido y salir al paso del batacazo electoral en Cataluña —tres escaños, octava fuerza política en el Parlament—. El objetivo es ganar foco y marcar agenda, pero el conflicto por el liderazgo del partido en Madrid ha ensombrecido, de momento, la fiesta inaugural. Esa tensión interna ha provocado justo lo que Génova quería evitar, al menos durante una semana: que se invoque al PP para otra cosa distinta de su alternativa de Gobierno. Esta es la foto del partido ante lo que presentan como su “puesta de largo”.

Tormenta de ideas, invitados internacionales y calabazas. Para reforzar la imagen de Casado como presidenciable, los populares invitaron a “referentes internacionales”. El PP no logró que acudan las dos principales figuras conservadoras europeas, Angela Merkel y Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea y miembro del PP europeo, y otros intelectuales como Steven Pinker también le dieron calabazas. Sí asistirá el canciller de Austria, Sebastian Kurz, y el expresidente francés Nicolas Sarkozy, condenado por corrupción el pasado marzo.

El PP asegura haber celebrado medio centenar de seminarios con 500 colaboradores en los últimos seis meses para preparar el cónclave del que pretende extraer un embrión de su próximo programa electoral. La convención es itinerante de lunes a viernes por las comunidades donde gobiernan y concluye con un gran acto de demostración de fuerza el próximo domingo en la plaza de toros de Valencia. El PP quiere llevar a 8.000 simpatizantes para evocar los buenos tiempos, como cuando José María Aznar y Mariano Rajoy llenaban la plaza. Durante los siete días de actos, habrá casi un centenar de ponentes en las mesas redondas. “Va a haber muchas voces. Con tanto invitado, alguno dirá alguna cosa que pueda generar algún asunto... Pero el fin de semana aglutinaremos ideas”, apunta un dirigente del núcleo.

El factor Ayuso. Tras los meses invertidos en preparar la convención, la guerra abierta entre Génova e Isabel Díaz Ayuso por el control del PP de Madrid marcará la cita. La relación entre Casado y la presidenta madrileña está muy tocada. Fuentes del partido señalan que incluso “rota”. Según estas fuentes, ambos se han visto en privado tras estallar el conflicto, se han cruzado reproches y no han llegado a un acuerdo. La convención se celebrará con ese melón abierto, aunque dirigentes del partido pedían firmar la paz antes.

Ayuso será la única presidenta autonómica que no esté presente en su comunidad —esos días viaja a EE UU— cuando la convención llegue a Madrid. Sí participará el sábado, junto al resto de barones. Y no pasará desapercibida. “Los militantes siempre son más radicales que los votantes”, advierte un veterano exdirigente. “Así que en ese foro un discurso como el de ella tiene más posibilidades de éxito a efectos escénicos”, añade. Ayuso acaparará los focos, y todo el mundo estará atento a cualquier mensaje que pueda interpretarse como un reproche.

“Es una batalla perdida para Génova”, opina una exdirigente regional. “Ahora el foco de la convención es ese. No se entiende lo que han hecho y, menos aún, que haya sido el propio presidente quien haya abierto ese melón. Eso le va a desgastar y en un territorio vital, que tiene que cuidar mucho, porque en Cataluña estamos muertos y para llegar a La Moncloa necesitas Madrid, Andalucía y Comunidad Valenciana”, añade.

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La mayoría de los presidentes autonómicos, dirigentes y exdirigentes consultados por EL PAÍS no entiende que Génova extienda la idea, después de que Ayuso manifestase su deseo de presidir el PP madrileño, de que tenía otros planes para el liderazgo del partido. Sobre todo, cuando es muy difícil que se cumplan. “La militancia”, insisten varios dirigentes, “está con ella”.

La estrategia frente a Vox. Casado llega al ecuador de la legislatura con Vox resistiendo en las encuestas. En Génova hay marcada en rojo una cifra: 1, 5 millones de votos, que son los que creen que podrían atraer de Vox. De ahí los guiños, equilibrios cuando no vaivenes, hacia la extrema derecha. “No creo que Casado vaya a hacer piruetas con mensajes anti inmigración como Vox. La gente vota al original, no la copia”, analiza un presidente autonómico, que aboga por “ignorarlos y hacer una llamada a los votantes: si quieres desalojar a Sánchez, necesitamos que nos apoyes”.

La estrategia con Vox es el punto principal de fricción entre los barones (con la excepción de Ayuso) y Casado. Los líderes autonómicos, de perfil más moderado, se reconciliaron con su líder tras meses de tensión cuando Casado rompió con Vox en la moción de censura contra Pedro Sánchez —”Hasta aquí hemos llegado”, le dijo a Santiago Abascal—, pero desde entonces, han vuelto los vaivenes. El PP europeo se abstuvo recientemente en la votación en Bruselas para incluir la violencia de género en la lista de delitos a nivel comunitario, clave para una futura directiva europea que unifique criterios y aúne esfuerzos contra los asesinatos de mujeres. Vox votó en contra por considerar, como hace en España, que vulnera la presunción de inocencia. En Madrid, Ayuso también ha asumido la demanda de Vox de modificar las leyes de género y LGTBI. Presidentes autonómicos y dirigentes del PP consultados insisten en que Casado debe dirigirse a una mayoría más amplia y no obsesionarse en recuperar a los que ahora votan al partido de Abascal. “No se puede hacer el mismo discurso en Madrid que en Galicia, Andalucía o Extremadura”, advierte una exdirigente. “El PP tiene que aglutinar diversas identidades, dirigirse a una mayoría amplia, ir a por votantes de Cs, incluso a los del PSOE más moderados. Si te diriges solo a los de Vox… Bueno, esos ya tienen a Vox”, añade.

Mirar a Vox continuamente por el retrovisor, añaden las fuentes consultadas, termina afectando a la estrategia. “Ellos pueden disparar a todo, pero nosotros somos un partido de gobierno, que ha gestionado y que tiene que tratar los asuntos con más seriedad. Especialmente Casado. El presidente no puede meterse en todos los charcos”, añade una dirigente apartada por la dirección. Varios presidentes autonómicos consultados por EL PAÍS coinciden en que hacer oposición al Gobierno con Afganistán o las vacunas, por ejemplo, “fue un error”.

La convención debería servir para que Casado defina su rumbo y la estrategia del PP en su camino hacia La Moncloa. “La pregunta es hacia dónde va a ir Casado. Si hará un desplazamiento hacia la moderación y el centro o tratará de atrapar a toda la derecha con Vox”, apunta un diputado.

El liderazgo de Casado. Casado llega a la convención en mejores condiciones que a principios de año, propulsado por la victoria de Ayuso en Madrid a una luna de miel demoscópica —a excepción del CIS—, pero su liderazgo sigue sujeto a tensiones. “Está más asentado. Cuando te van las cosas bien, te sientes más seguro y tranquilo. Lo veo mejor. Esto es una puesta de largo para que se centre de verdad en lo importante. Antes disparaba a todo”, analiza un presidente autonómico. Esta semana, Casado dejó de lado la confrontación permanente con el Gobierno y le dio su respaldo para la actuación en la catástrofe de La Palma. Aunque al mismo tiempo mantiene el pulso con el bloqueo de la renovación del CGPJ.

El PP quiere proyectar a Casado como el próximo presidente, algo que algunos dirigentes autonómicos no ven que consiga todavía. “La convención busca que se quede en la retina que hay alternativa. El elector no visualiza todavía que Pablo pueda ser presidente del Gobierno”, apunta un barón.

El conflicto con Ayuso es el principal desafío al liderazgo de Casado en estos momentos, y los dirigentes consultados creen que le debilita. Nadie duda en el PP de que Casado será el candidato en 2023, pero la incógnita es qué pasará después, si no llega a La Moncloa.

Sin cambios en el equipo. A diferencia de Pedro Sánchez, que a principios de verano hizo una amplia remodelación de Gobierno, Casado ha mantenido intacto su equipo desde la destitución, el año pasado, de Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz parlamentaria. “La pregunta es qué quiere ser Casado: ¿presidente del PP, o presidente de España?”, inquiere un diputado. “En dos años ha tenido un equipo para controlar el partido. Ahora, si quiere gobernar España, necesita un equipo para gobernar”, añade. Salvo sorpresas, fuentes de la dirección descartan que en la convención se anuncie ningún cambio organizativo.

El PP busca un “ensanche ideológico” para atraer votantes. La convención visualizará un “ensanche ideológico a izquierda y derecha” del PP, asegura el partido. Casado suele decir que su intención es atraer a conservadores, democristianos y liberales, pero también a “socialdemócratas críticos”. Aunque los fichajes para la cita no muestran ese pretendido ensanche ideológico, al menos hacia la izquierda. Las incorporaciones son el exportavoz parlamentario de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta, que formaba parte del ala derecha de Cs; el expolítico del PP y fundador de Vox Alejo Vidal-Quadras y el ex secretario general de CC OO José María Fidalgo. Este último hace tiempo que inició una deriva conservadora y suele descolgarse en las tertulias de medios de derechas con durísimas descalificaciones hacia Pedro Sánchez.

El PP pretende hacer bandera en la convención de algunos temas que tradicionalmente han sido incómodos para la derecha, como el medio ambiente y el feminismo, para hacer más “atractivo el discurso del partido”, explican en la dirección. Es decir, habrá un intento de modernizarse para atraer a jóvenes y centristas. “Vamos a subrayar la lucha contra el negacionismo rancio del cambio climático. Hablaremos de globalización, de digitalización… que no parezca que somos toro, campo y oveja”, ejemplifica un dirigente. Una de las mesas de debate de la convención hablará de “feminismo liberal”, un término que defendió primero Ciudadanos.

Está por ver cómo aborda el PP las cuestiones morales que le diferencian del partido de Inés Arrimadas, como la eutanasia y el aborto, y cómo trata los temas fuerza de Vox, como la inmigración o la memoria histórica.

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