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Un juez investiga si un jeque árabe estafó a un empresario asturiano en un negocio de hoteles autosostenibles

Víctor Manuel Fernández reclama 2,8 millones de euros que Nasser Bader Al-Mutairi se comprometió a invertir como contrapartida de las acciones de su compañía y la tecnología asociada a este tipo de construcciones, según la denuncia

Rafa Burgos
Recreación de un hotel ecosostenible con sistema de generación de su propia agua.
Recreación de un hotel ecosostenible con sistema de generación de su propia agua.

El empresario gijonés Víctor Manuel Fernández convenció al jeque saudí Nasser Bader Al-Mutairi, que aseguraba estar bien relacionado con la familia real de su país, para que invirtiera en el negocio de su vida. Se trataba de instalar tres hoteles autosostenibles en Arabia Saudí, Kuwait y Bahréin, por un coste total de 55 millones de euros. El asturiano ponía el concepto y el saudí, el dinero. A cambio de un 49% de su empresa, Teexmicron Tecnologies, y de una patente que permite extraer agua del medio ambiente, Al-Mutairi se comprometía a adelantar 2,8 millones como inversión inicial. Ambos firmaron el contrato en diciembre de 2018, con gran repercusión en los medios locales. Tres años después, Fernández sigue sin ver el dinero. Y ha presentado una querella contra el jeque por estafa que fue admitida a trámite el pasado 27 de enero en el juzgado de Instrucción 3 de Gijón.

Fue el propio Al-Mutairi el que contactó con Fernández, según explica y hace constar en la querella el abogado Pedro Beltrán, que defiende los intereses del industrial asturiano. Al saudí le interesaba el proyecto Water Building, un método de construcción de “un lujoso hotel autosostenible, único en su clase, de cinco estrellas creado con la más moderna y revolucionaria tecnología”, explica el documento, al que ha tenido acceso EL PAÍS. Para complementarlo, Fernández disponía también de los derechos para aplicar “una patente tecnológica israelí” en sus edificios, “capaz de generar su propia agua potable para el consumo humano proveniente de la extracción del aire de la atmósfera”.

Al-Mutairi venía con excelentes credenciales: una supuesta relación directa y cercana con la familia real saudí. Y adelantó al empresario español que “Arabia Saudí estaba en fase de apertura internacional, lo que ofrecía unas excelentes posibilidades turísticas”, cuenta Beltrán. Un hotel autosuficiente, capaz de extraer agua “de gran calidad y pureza” de donde no la hay, era la solución perfecta para países con déficit hídrico, como, Arabia Saudí, Kuwait o Bahréin.

Fernández expuso su intención, construir tres hoteles Water Building por 55 millones de euros. Un negocio que “requería de una inversión inicial de 2,75 millones”, recuerda la querella admitida. El pacto no tardó en llegar. Consistía en que Fernández cedía al saudí “la mitad de las acciones de las sociedades de forma gratuita, pactándose un precio de un euro simbólico”, continúa el documento. “Igualmente, le cedía los conocimientos tecnológicos y el uso de la patente para permitir la construcción de los edificios sostenibles denominados Water Building”, indica.

El jeque se apropió de la tecnología, se apropió de las acciones y no pagó absolutamente nada
Pedro Beltrán, abogado del demandante

A cambio, “la obligación del jeque era pagar inicialmente el 5% del coste del proyecto, es decir, dos millones setecientos cincuenta mil euros, luego pagaría el resto de las cantidades previstas en el contrato”. El acuerdo se estableció entre otra empresa del constructor español, Building System International Franchises, de la que también cedió parte del accionariado, y Ferrat Home.int.com, cuyo representante legal es el magnate saudí.

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“El jeque se apropió de la tecnología, se apropió de las acciones y no pagó absolutamente nada”, señala Beltrán en el documento presentado en los juzgados. “Se trata de un engaño y una estafa manifiesta. Se ha inducido a un acto patrimonial de disposición de la mitad de las acciones de dos sociedades, se ha bloqueado la gestión de las mismas y no se ha cumplido en absoluto la parte de las obligaciones”, espeta. El jeque ni siquiera abonó las escrituras presentadas ante notario que formalizaban el contrato.

Además, a juicio de la defensa del industrial gijonés, Al-Mutairi incurrió en un engaño. “No es insolvente”, declara el letrado, que ha rastreado bienes del saudí en diversos países europeos. “Tampoco se ha hecho pasar por jeque”, puesto que sí lo es. Lo que no era cierto es “la falsa atribución de tener un contacto directo y estrecho con la familia real saudí”, aseveran los demandantes en la querella. “Se ha dicho que el príncipe heredero apoyaba la inversión y que deseaba hacer el primer hotel de esta clase en la capital de su país, Riad”, relatan, pero la embajada saudí “ha negado que esto fuera cierto”.

“Toda esta farsa”, como la califica el demandante, ha perjudicado a Fernández “notoriamente, pues al haber otorgado el 49% de las acciones de sus dos sociedades al querellado”, el empresario “se ha visto impedido para poder llevar a cabo cualquier nuevo acuerdo con otras compañías y sociedades inversoras interesadas en el desarrollo de este y otros proyectos”. Un lucro cesante que Fernández y Beltrán cuantifican en tres millones de euros en pérdidas.

El asturiano considera que el saudí ha incurrido en un presunto delito de estafa, “sin perjuicio de ulterior calificación jurídica”, y así lo notificó el pasado mes de octubre ante el juzgado de Gijón, ya que la ciudad asturiana fue el lugar en el que tuvo lugar la comisión de este presunto delito, apostilla el letrado alicantino. Fernández declarará el próximo lunes ante el juez, que aprecia en la actuación del saudí “características que hacen presumir la existencia de un presunto delito de estafa” y que ha solicitado a la Policía Judicial que compruebe si Al-Mutairi tiene domicilio en España, si ha cruzado la frontera, especialmente en avión, y si desempeña alguna función diplomática para su país.

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