Dirigentes del PP, sobre el voto de su diputado que salvó la reforma laboral del Gobierno: “Es la cagada de la legislatura”

Alberto Casero (Cáceres, 44 años), el diputado del PP cuyo voto por error permitió la aprobación de la reforma laboral, no es un cualquiera. Muy al contrario, ocupa el cargo de secretario de Organización del PP, un puesto clave en el control de todas las estructuras del partido que reporta directamente al secretario general, Teodoro García Egea. El político que ha salvado al Gobierno de un varapalo parlamentario sin precedentes es el fontanero del PP y hombre de la máxima confianza del número dos. Parlamentario por Cáceres desde 2019, pertenece a la nueva hornada de dirigentes aupados a la cúpula con la llegada de Pablo Casado a la presidencia del PP. Su nombre está en la picota después de su error en la votación más importante de la legislatura tras los Presupuestos, pero no ha sido esa su única mancha en el expediente. Desde 2021 pesa sobre él una investigación por prevaricación de su época como alcalde del municipio cacereño de Trujillo.

“Casero es Teodoro. Está en Génova todo el tiempo y ocupa el puesto que llevó durante décadas Juan Carlos Vera. Es como el pilar operativo de Génova, se ocupa del día a día del funcionamiento del partido a nivel territorial”, explica un veterano. La cercanía con el secretario general de Casero, hasta ahora entre las sombras ―como suelen operar los secretarios de Organización― es un asunto de relieve en lo sucedido, sostienen algunas fuentes del PP, y explica la implicación del número dos el jueves en el intento del PP de revertir el error en la votación. El problema era precisamente que el fallo no lo había cometido un cualquiera, sino alguien del equipo directo de García Egea. “La cagada de la legislatura la ha hecho la mano derecha de Teo”, apunta este veterano.

Casero es diputado, pero su sitio está habitualmente en Génova. En el PP se le describe como “un currante, de los que le echa horas”. “Es de los que llega el primero a Génova y se va el último”, dice un dirigente. Su perfil era desconocido para el público general hasta ahora, porque estaba centrado en las labores de fontanería. Los secretarios de Organización suelen ser perfiles discretos, con el partido en la cabeza, y que solucionan los incendios internos con la máxima precisión y sin que afloren a la luz.

De Casero se dice que sabe quién es quién en el PP en cualquier parte. Sus detractores dicen también que actuaba metiendo miedo a las estructuras territoriales. Su papel, como extensión de García Egea, no ha sido fácil porque la nueva dirección ha acometido una amplia renovación del PP en todo el territorio, primero en los congresos provinciales y ahora en los autonómicos. El proceso ha dejado unos cuantos cadáveres políticos en la cuneta, lo que les ha granjeado a ambos muchos enemigos internos.

Casero lleva en el PP toda la vida, desde Nuevas Generaciones. Ocupa cargos públicos desde 2003, primero como concejal en su pueblo, Trujillo (Cáceres), donde llegó a ser alcalde ―con mayoría absoluta―, después como diputado regional, y luego ya como senador y diputado nacional. El puesto de mayor relieve le llegó de la mano de Casado y García Egea en 2019, en la estructura de Génova al más alto nivel.

Lo sucedido en la votación de la reforma laboral le ha dejado muy tocado. Pocos creen en el PP la versión del error informático, y la mayoría cree que se trató de un error humano, que un secretario de Organización no se puede permitir en una votación tan trascendente. La comparativa con Juan Carlos Vera, el histórico secretario de Organización del PP que trabajó con los dos expresidentes, no le deja en buen lugar, según algunos en el partido. “Vera ha sido durante milenios el tipo más importante del PP sin ser conocido. Es el cargo que tiene Casero. Evidentemente, no se parecen en nada”, tercia un diputado.