Las ventajas de tener encuestas más transparentes
Los sondeos en España han sido demasiado opacos en el pasado. Por eso es buena noticia que los medios muestren las tripas de los suyos, como ahora harán EL PAÍS y la SER
Las encuestas tratan de averiguar lo que piensan millones de personas, lo que sería un ejercicio asombroso si no estuviésemos acostumbrados. No son una herramienta ni infalible si superprecisa, pero que nadie se engañe: es la mejor que tenemos. Los sondeos nacieron para evitar la tentación humana de mirar a tu alrededor y creer que eso te bastará para entender lo qué pasa. Pero eso no funciona, porque ni tus alrededores son realmente representativos, ni tu intuición es de fiar. Por eso las encuestas son tan útiles.
Pero en España los sondeos han sido opacos. La tradición era publicar estimaciones de voto y poco más. No solían acompañarse con cruces entre variables, ni darse las respuestas individuales de cada entrevistado. Tampoco se daban detalles de lo que llamamos la cocina, los métodos que usa cada encuestadora para producir su estimación de voto a partir de los datos brutos. Esos ajustes son una práctica normal y necesaria, pero no solían detallarse ni explicarse con claridad.
La excepción eran los estudios públicos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), y de algunos equivalentes autonómicos, como el Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) catalán. Pero incluso el CIS tiene tareas pendientes. El centro sigue sin explicar con detalle cómo produce sus estimaciones de voto. Es imposible replicarlas. Y aunque ofrece los microdatos de sus estudios —la base de datos con todas las respuestas individuales—, lo hace semanas después de publicar sus resultados, lo que significa que otros especialistas solo pueden hacer estimaciones alternativas cuando han perdido interés.
La buena noticia es que la transparencia avanza, como demuestra la decisión de EL PAÍS y la Cadena SER, que este lunes publican los datos detallados de su último sondeo. Son decisiones a celebrar porque traen tres grandes beneficios.
Primero, es un ejercicio de rendición de cuentas. Ver las tripas del sondeo sirve para darle credibilidad. Es fácil hacer mil llamadas descuidadas y luego publicar una estimación de voto plausible (quizás mirando lo que ya ha publicado tu competencia). Cuesta más hacer un buen trabajo, lograr respuestas fiables y representativas, que es lo que te va a exigir abrir tus datos para que cualquiera los juzgue.
Segundo, es una forma de multiplicar el valor de tus datos para la sociedad. Cuando un medio encarga un sondeo, está interesado en algunos ángulos, pero en un sondeo siempre hay respuestas a preguntas que no tiene espacio ni tiempo de tratar. ¿Qué pasa cuando compartes tus datos brutos? Que otros expertos, y hasta tus propios lectores, van a poder hacer sus propios análisis: pueden fijarse en el voto joven, mirar la brecha de género, prestar atención a un partido o mirar con lupa lo que pasa en Galicia o en Murcia.
La tercera ventaja es contribuir a que la cocina de encuestas sea más transparente. Cualquiera va a poder producir una estimación de voto con tus datos. Diferentes analistas ensayarán diferentes métodos, porque no hay una receta única: habrá gente que pondere por recuerdo de voto, otros imputarán indecisos o usarán modelo multinivel para repartir escaños. Liberar tus datos permite que haya una conversación técnica sobre todo esto. El objetivo es que las cocinas sean menos opacas, porque en la oscuridad surgen teorías conspirativas.
También cabe reconocer el mérito de las empresas que, como 40db., se prestan a abrir sus datos. No solo exponen su trabajo, además les exige tiempo y recursos. Algunas empresas ya lo han hecho antes y ojalá ahora se animen otras. Creo que eso beneficiará a las mejores encuestadoras (porque señalará a las peores), pero sobre todo nos beneficiará a los ciudadanos. Una sociedad tiene que estudiarse para entenderse, y es imposible estudiar algo sin buenos datos.
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