Casado gira a la derecha y asume la estrategia de Ayuso ante Vox
Barones moderados cuestionan parte de su discurso de cierre de la convención y asisten con preocupación al conflicto con la líder madrileña
La convención nacional del PP deja como conclusión una paradoja: a pesar de la guerra fría que Pablo Casado mantiene con Isabel Díaz Ayuso por el poder orgánico del PP de Madrid, la presidenta madrileña gana la batalla ideológica en el principal partido conservador. El líder de los populares asume la estrategia de Ayuso ante la del resto de barones más moderados del partido. Lo demostró ayer en su discurso en el cierre del cónclave en la plaza de toros de Valencia ante 9.000 militantes: enterró el giro al centro y la moderación, y se lanzó a representar las posiciones más duras de la derecha española para dejar sin espacio a Vox. La convención diseñada para relanzar a Casado termina con un nuevo vaivén estratégico del jefe de filas de los conservadores, que logra salir reforzado como líder del PP. A pesar de ello, no resuelve la pugna con Ayuso por el poder territorial, lo que deja un balance desigual y con claroscuros, según los distintos dirigentes, exdirigentes y barones consultados.
Casado volvió ayer al Casado de las primarias del PP. El de antes de la ruptura con Vox en la moción de censura, el representante del ala más dura de los conservadores, con planteamientos próximos a los de la extrema derecha. El de la batalla cultural contra la izquierda que enarbola Isabel Díaz Ayuso. En Valencia, el líder del PP cuestionó las leyes de memoria histórica —criticó al Gobierno por “desenterrar los rencores”— y se deslizó por el tema estrella de los ultras, la inmigración —habló del “efecto llamada del Aquarius, que ha multiplicado las pateras, colapsando autonomías como las Canarias” y anunció su propósito de aprobar una ley “de integración para regular la inmigración y la convivencia”— . También se opuso a la eutanasia y apostó por la “cultura de la vida” y la defensa de la maternidad, en referencia velada a las corrientes antiabortistas. Casado desplegó el discurso más ideológico y duro desde que es presidente del PP y amenazó con derogar todas las leyes aprobadas por el Gobierno de izquierdas para superar el “trienio negro” de Pedro Sánchez.
Esa versión de Casado es la que más gusta a Ayuso y, en cambio, la que más se aleja de los barones moderados. Fuentes del PP madrileño vieron ayer en Valencia al “Casado que ilusionó al PP, no el Casado melifluo de hace meses”. Al contrario, en otras presidencias autonómicas de los populares chirriaron algunas de sus afirmaciones. “Me chocó mucho la frase de que el Gobierno es más valiente con los dictadores muertos que con los vivos. Son cosas que no nos van a dar más votos”, reconoce un barón, que también cree que Casado se equivoca oponiéndose a la eutanasia, que tal y como ha quedado regulada “es una ley que va a asumir con normalidad la sociedad”. En algunas presidencias autonómicas destacan también que Casado optara por un discurso “más ideológico que económico, cuando lo que va a decidir el futuro es la economía”.
El líder del PP se centró en los temas que preocupan a la derecha en una vuelta a las esencias ideológicas del partido remozadas por la influencia de la extrema derecha. “El PP sigue atrapado por el abrazo de Vox”, analiza José María Lassalle, ex secretario de Estado en el Gobierno de Mariano Rajoy que abandonó el PP en 2018. “Lo necesita, pero sabe también que tiene que desprenderse de él. El problema es que el abrazo le intoxica, porque normaliza la extrema derecha y la consolida como opción. Un dilema irresoluble del que solo podrá salir si rompe, porque la ruptura le hará avanzar aún más por el espacio de centro”. El intelectual y exdirigente del PP del ala más moderada cree el problema es que “arrebatarle a Vox el discurso no le solucionará el problema. La gente preferirá lo auténtico y, entonces, se enajenará el centro definitivamente”. A cambio, juzga Lassalle, al PP “le salva que Ciudadanos no levanta cabeza”.
A pesar del discurso de ayer de Casado, los populares no renuncian a la estrategia de atraer a socialistas críticos. El secretario general, Teodoro García Egea, habló el sábado de “ocupar ese espacio fronterizo con el PSOE para que socialdemócratas descontentos puedan ir al PP”.
En la convención sobrevolaba también el conflicto orgánico con Isabel Díaz Ayuso por el poder en Madrid. Y la brecha sigue abierta. La líder madrileña se descartó como una posible alternativa nacional a Casado, en unas declaraciones que eclipsaron la primera jornada del cierre en Valencia. Los barones están preocupados por esta pugna después de lo que observaron el sábado en la comida que compartieron con Casado, Ayuso y el secretario general.
“Hay mucha tensión entre sus equipos, una desconfianza mutua muy grande”, señala un presidente autonómico. “Entre Pablo y ella había una relación, y algo se ha fracturado”. Los barones asisten concernidos porque “el partido”, apunta uno de ellos, “no se puede permitir broncas internas. Todo lo que sea división es malo”.
El análisis sobre los equilibrios orgánicos ofrece, por otro lado, lecturas positivas para Casado, que sale confirmado como líder actual del PP sin que nadie cuestione su liderazgo. Los tiempos y los procesos electorales en ciernes exigen un cierre de filas, cuando menos por pragmatismo electoral, y solo Ayuso avisa de que no renuncia a su perfil propio. “Las águilas vuelan solas y los cuervos en manada”, dijo el sábado la líder madrileña.
La dirección del partido está muy satisfecha del resultado de la convención, sobre todo por el impacto mediático conseguido durante una larga semana. “Se ha dado una imagen sólida por el apoyo internacional y el lleno de la plaza de toros de Valencia”, destaca un dirigente, que en cambio sigue viendo un problema: “Si la convención tenía por objeto reforzar el potencial de profesionales del partido, parece que quienes han participado son meros outsiders [de fuera]. Se evidencia todavía más la falta de equipo”.
El partido confía en que la exhibición de músculo de ayer suponga un “salto cualitativo” para relanzar a la marca y al líder. “España quiere volver a respirar PP”, clamó Casado en Valencia. En esa icónica plaza para los populares, el líder conservador dio el enésimo giro estratégico y enterró el viaje al centro.
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