Sánchez deja el PSOE en manos de Lastra y Cerdán hasta el 40º congreso

Pedro Sánchez no quiere esperar al 40º congreso federal del PSOE, que se celebrará a mediados de octubre en Valencia, y ya ha puesto en marcha el proyecto con el que los socialistas encararán 2023, un año clave con elecciones autonómicas, municipales y generales. La vicesecretaria general y portavoz en el Congreso, Adriana Lastra, se volcará más en el partido en estos tres meses que faltan hasta la gran cita de los socialistas. El objetivo es dotarle de más músculo político para contrarrestar a la derecha, al alza en las encuestas. La Moncloa y el partido confían en que la recuperación económica y los fondos europeos les permitan contrarrestar el auge del PP los próximos meses. Lastra ampliará sus funciones, adelantan fuentes socialistas a EL PAÍS.

La diputada asturiana ha sido desde siempre uno de los puntales en el que Sánchez ha basado su liderazgo en el PSOE. La número dos de los socialistas ya formó parte de su primera ejecutiva como responsable del área municipal tras la elección del líder del PSOE en las primarias de 2014. Después del comité federal del 1 de octubre de 2016, que culminó con la renuncia de Sánchez como secretario general, Lastra se mantuvo a su lado. Se involucró en la movilización de las bases del partido pese al choque que eso le supuso con la gestora que llevó el timón de Ferraz hasta las primarias.

La otra gran novedad, también con efectos inmediatos, es el nombramiento de Santos Cerdán como secretario de Organización del PSOE en lugar de José Luis Ábalos. El actual secretario de Coordinación Territorial y Relaciones Gobierno-PSOE era hasta ahora el número dos del exministro de Transportes. La decisión de Sánchez de sacarle del Gobierno en la remodelación que acometió el pasado sábado sorprendió a Ábalos, que no esperaba salir del Ejecutivo. Ábalos optó entonces, según varias fuentes, por renunciar como responsable de Organización y no esperar a su previsible sucesión en el congreso federal. Finalmente la presentó este lunes por la tarde. En la misiva Ábalos justifica su marcha de la dirección del PSOE como una “decisión madurada y necesaria desde el punto de vista personal y familiar”.

En la práctica, Cerdán —fue secretario de Organización con María Chivite, la actual presidenta de Navarra— había asumido desde hace un año el día a día del PSOE. En parte porque las competencias del Ministerio de Transportes le restaban tiempo a Ábalos para centrarse en el partido aunque otros precursores al frente de Organización, como Pepe Blanco, también fueron ministros de Fomento, una cartera muy poderosa —mueve miles de millones de euros en inversiones— y que facilitaba su movilidad por el territorio.

El caso es que Cerdán había ganado muchos enteros a raíz de las primarias a la presidencia de la Junta de Andalucía, en las que Juan Espadas se impuso a Susana Díaz. El hasta ahora número dos de Organización estuvo tan encima del proceso que pronosticó el porcentaje con el que el alcalde de Sevilla ganaría el proceso (55%). Cerdán se jugó muchísimo en el proceso: una victoria de la adversaria de Sánchez en las primarias de 2017 habría sido un durísimo revés para la autoridad del presidente del Gobierno. La mano del nuevo secretario de Organización también se apreció en la marcha de Díaz, que a finales de julio dejará de ser la secretaria general del PSOE andaluz, la principal federación socialista. Ferraz estaba resuelto a convocar unilateralmente las primarias para que se completase la sucesión en Andalucía este mes si Díaz no facilitaba la sucesión al alcalde de Sevilla. Cerdán también ha estado detrás de la operación en la que los socialistas han recuperado la alcaldía de Granada aprovechando la bronca entre el PP y Ciudadanos. En la elaboración de las listas electorales de 2019 ya desempeñó un papel crucial.

La ejecutiva del PSOE se reunirá en los próximos días para aprobar la reestructuración del partido, en la que Lastra ganará relevancia y Cerdán tendrá el reconocimiento que se había labrado entre las federaciones socialistas. Salvo sorpresa, lo lógico es que desempeñen un papel determinante en el modelo de partido que Sánchez tiene en mente aprobar en el 40º congreso federal. La continuidad de la mayoría de componentes de la dirección federal no está, en cambio, nada clara. Al revés. Se espera una renovación amplia con la incorporación de perfiles de entre 40 y 50 años que encarnen a la nueva generación del PSOE y con experiencia en gestión.