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Sánchez se la juega en las primarias andaluzas

La oposición cuestionará el liderazgo interno del presidente si su eterna rival, Susana Díaz, se impone este domingo al alcalde de Sevilla, Juan Espadas

Pedro Sánchez, con Susana Díaz, en un mitin en abril de 2019 en Sevilla.
Pedro Sánchez, con Susana Díaz, en un mitin en abril de 2019 en Sevilla.Alejandro Ruesga

El PSOE se juega este domingo mucho más que la elección del candidato a presidir la Junta en sus primarias en Andalucía. Y más que nadie Pedro Sánchez. Una victoria de Susana Díaz sobre Juan Espadas sería tanto como una derrota del presidente del Gobierno. Un golpe durísimo para su autoridad, con el partido todavía en shock tras su hundimiento en las elecciones de Madrid. Partidarios y detractores de Sánchez, que en su segunda etapa como secretario general ha logrado un control del partido sin precedentes, coinciden en que un éxito de Díaz sería letal en la proyección del líder del PSOE. Por dos motivos: la oposición, con el PP a la cabeza, cuestionaría su liderazgo interno si sufre semejante revés en la principal federación del PSOE tras apoyar, de manera clara aunque no pública, al alcalde de Sevilla. A su vez, los barones reclamarían la representación que consideran deben de tener en los órganos internos que se aprueben en el congreso federal que el PSOE celebrará a mediados de octubre en Valencia. La intención de Sánchez es revalidar una ejecutiva de su gusto —la actual dirección ya lo hace, pero su composición, con medio centenar de miembros, fue la respuesta a los apoyos en las primarias de 2017— y que solo responda ante él. El triunfo de Díaz, que lleva meses preparándose para la contienda, haría esos planes imposibles.

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El desasosiego es tal que en La Moncloa se conforman con el triunfo por la mínima de Espadas. Es decir, con más del 50% de los votos. Sin necesidad de una segunda vuelta. Otra ronda de primarias, que se resolvería el 20 de junio en el caso de que ni Espadas ni Díaz lograsen más de la mitad de las papeletas, alargaría la incertidumbre una semana, con el riesgo de fractura que implicaría en una federación ya de por sí muy tensionada.

En ese escenario, la lógica de los aparatos en liza —la mitad de los ocho secretarios provinciales andaluces están con Espadas, con Ferraz atento entre bambalinas, y la otra mitad con Díaz, que se prodiga como la voz de la militancia pese a ser la secretaria general del PSOE andaluz desde 2013 y previamente secretaria de Organización de las Juventudes Andaluzas, del PSOE de Sevilla y del PSOE andaluz— invita a pensar que los apoyos de Luis Ángel Hierro respaldarían a Espadas. Pero no dejan de ser suposiciones que dependen de variables provinciales y locales. Un ejemplo: Hierro, que se conforma con forzar una segunda votación y sacar buena nota, confrontó más con Espadas que con Díaz en el debate de primarias del martes pasado, pese a que entre su público predomina una amalgama de voto protesta y de pedristas de primera generación, cuando Díaz era todopoderosa. Unos respaldos muy heterogéneos —para la crème de la crème de los fieles a Sánchez con mando en plaza en Andalucía se trata de “ácratas”— que antepondrán en la votación de este domingo su rechazo tanto a Díaz como a Espadas, que cerró filas con ella en el comité federal del 1 de octubre de 2016, que terminó con la renuncia de Sánchez como secretario general. En segunda vuelta sí votarían a Espadas. Pero no antes.

Después de encarnarse durante meses como una de las líderes territoriales más próximas a Sánchez, Díaz ha hecho de la defensa de la “autonomía” del PSOE andaluz frente “a Madrid” —léase Ferraz— su lema principal. Tras el amago de acelerar el final de Díaz el 3 de diciembre de 2018, el día después del vuelco electoral que supuso el final a casi 37 años de gobiernos socialistas consecutivos en Andalucía, la dirección federal asumió que la alternativa tenía que salir del PSOE de Andalucía. Sin injerencias o, como mucho, quirúrgicas. Y con la participación necesaria de relevantes cuadros exsusanistas. La ejecutiva federal y los ministros andaluces han evitado hacer pronunciamientos públicos a favor de Espadas, aunque consideran que es el único que puede frenar la tendencia a la baja que todas las encuestas señalan para el PSOE con Díaz al frente. Tan cierto es que el nombre del alcalde de Sevilla surgió desde Andalucía como que fue Ferraz el que lo señaló cuando en el casting final solo quedaron él y la ministra de Hacienda y portavoz del Ejecutivo, la también sevillana María Jesús Montero.

Ninguno del nutrido grupo de dirigentes consultados vaticina una victoria de calle. Con independencia de sus filias y sus fobias. “Esto está en un pañuelo”, afirman desde la candidatura de la expresidenta, que respondió el miércoles con un “ahí estamos” cuando se le pidió un pronóstico. Los partidarios de Espadas creen que el regidor “tiene garantizado” el 51% de los votos, que Díaz obtendría entre el 46%-47% y Hierro arañaría un 2%-3%. Los de Díaz dicen que esta sacará un 53%. Lejos queda el optimismo de los afines de Espadas cuando el pasado 6 de mayo arrancó el proceso. Entonces las cuentas que hacían algunos era una traslación a la inversa de lo que ocurrió en las primarias de mayo de 2017 que enfrentaron a Sánchez y Díaz. La entonces presidenta de la Junta solo ganó en Andalucía, con el 63,1% de los votos, frente al 36,7% que sumaron Sánchez (31,6%) y Patxi López (5,1%). La participación rozó el 80%. Un resultado tan contundente no entra en ninguno de los cálculos de los aspirantes. El varapalo en las elecciones de Madrid, donde las estimaciones que manejaba el PSOE no pudieron estar más alejadas de la realidad, invita a la prudencia entre los altos cargos que pronostican que el resultado será más holgado para Espadas de lo que se prevé.

Pase lo que pase, las primarias dejarán incógnitas abiertas. En el caso de que gane Espadas, y por qué margen, el principal problema que se otea es el de la bicefalia. El congreso regional del PSOE de Andalucía no se celebrará hasta final de año. Salvo la madre de todas las sorpresas, Díaz tiene la intención de seguir hasta entonces como secretaria general. Del partido depende la dirección del grupo parlamentario de 33 diputados en el Parlamento andaluz, que Díaz preside, y que debería ser el espejo de la oposición que pretende Espadas, que no tiene escaño. Ni Díaz ni nadie de su entorno han dicho si desistirá de presentarse de nuevo a la secretaría general. Los que la conocen dudan que dé un paso al lado porque la política orgánica para ella es su hábitat natural. Pero muchos de los que ahora la apoyan también dicen que el que gane debe tener detrás “a todo el partido”. En el supuesto de que Díaz se enroque, la sombra de una gestora planearía.

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