Ayuso teme quedarse sin pareja de baile
El equipo de la candidata popular ve con preocupación que la campaña de Vox no despega y Ciudadanos se hunde
A 30 días para las elecciones en Madrid, la joya de la corona del PP, en el partido de Pablo Casado hay nervios. La pujanza de Isabel Díaz Ayuso es incontestable, pero existe el riesgo de que no sea suficiente para revalidar el Gobierno madrileño. Las últimas encuestas sitúan a la candidata popular lejos de la mayoría absoluta y con sus rivales en la derecha y potenciales aliados, Vox y Ciudadanos, en declive o directamente en caída libre. El equipo de Ayuso observa con preocupación que la campaña de Vox no despega y que Cs puede quedar fuera de la Asamblea regional, lo que amenaza su reelección. Además, cree que la dirección nacional de su partido le pone piedras en el camino. El 4 de mayo se dirimen muchas cosas en la derecha: cómo se reconfigura ese espacio político en España y quién ostenta su liderazgo.
“¡Necesitamos adversarios!”, claman con aire condescendiente en el equipo de campaña de la presidenta madrileña, donde consideran “desdibujados” a Vox y Cs. “Santiago Abascal y Rocío Monasterio coinciden en decir que van a apoyar a Ayuso. Se lo agradecemos, pero no sé si con esa línea van a conseguir muchos votos”, razona una fuente en la cocina de la estrategia de la candidata del PP. A diferencia de las recientes elecciones catalanas, cuando Vox acaparó los focos por los incidentes en sus mítines, en Madrid, tras cuatro semanas de precampaña, su imagen está diluida. Abascal y Monasterio tienen un problema porque Ayuso es una candidata muy competitiva en sus bases y no pueden defender un cambio de Gobierno que sus electores no entenderían.
Ciudadanos lo tiene todavía más difícil. El partido de Inés Arrimadas ha defendido esta semana pasada que prioriza un acuerdo con Ayuso antes que con el socialista Ángel Gabilondo, a pesar de que la presidenta madrileña les expulsó del Gobierno y de que el adelanto se desencadenó porque Cs pactó con el PSOE una moción de censura en Murcia. En el PP aseguran que no entienden esta estrategia de los naranjas, que “en principio tendrían que ir a por el votante moderado del PSOE”, tras su giro al centro.
La paradoja que acecha a Ayuso es morir de éxito. En el aparente cómodo liderazgo con el que afronta las elecciones del 4 de mayo se esconde el problema: para sumar una mayoría parlamentaria tiene que evitar comerse a Vox y que sus electores no sucumban ante el voto útil al PP. Su único camino para crecer sin riesgo es intentar rascar voto al PSOE.
La barrera entre el triunfo o la tragedia son los 69 diputados de la mayoría absoluta. En 2019, la presidenta madrileña gobernó con 30 escaños a pesar de que el PSOE ganó las elecciones con 37, gracias a que sumó con Ciudadanos en coalición (26) y Vox apoyando desde fuera (12). Ahora, los últimos sondeos le dan en torno a 60 diputados, pero con la probabilidad de que Cs no entre en la Asamblea, al quedar por debajo del listón del 5% de los votos, y con Vox en retroceso. La extrema derecha aguanta en una decena de escaños con un porcentaje algo superior al 7%, pero según los estudios demoscópicos en poder del PP, pierde medio punto cada semana. Y quedan cuatro para las elecciones. En la memoria está el ejemplo de 2015, cuando la izquierda perdió por un escaño la posibilidad de gobernar porque IU, que entonces concurría separada de Podemos, quedó fuera de la Asamblea con el 4,14% de los votos. “No queremos solo la victoria, queremos la mayoría más amplia”, dijo este domingo el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida.
La campaña de los populares en Madrid avanza con otra clave: las fricciones entre el partido y Ayuso. El último problema es el exalcalde de Toledo Agustín Conde, que ocupa el número 23 en la lista del PP, y que ha motivado una denuncia del PSOE ante la Junta Electoral por la sospecha de que, al igual que Toni Cantó, puede no estar empadronado en la región. Conde fue una “imposición” de la dirección nacional en la lista de Ayuso, dicen en su entorno. “Las injerencias del PP regional y nacional en la campaña solo entorpecen las buenas sensaciones en la sociedad hacia su candidatura”, se queja una fuente de confianza de la presidenta.
El mar de fondo es la tensión porque las elecciones madrileñas son decisivas para la derecha. Si el 4 de mayo Ayuso puede gobernar, lo más probable es que se abra una nueva fase en la que el aliado del PP dejará de ser Ciudadanos para pasar a ser Vox. Casado ha ligado su futuro a Ayuso — “Su victoria arrolladora será la clave para que yo sea presidente del Gobierno”, ha dicho esta semana pasada—, pero un triunfo de la candidata también plantea otros interrogantes para el líder del PP, según distintos interlocutores del partido.
Primero, qué pasa si Vox no acepta respaldar desde fuera su Gobierno, como pretende la dirección popular, y exige entrar en él. Un Ejecutivo con los de Abascal presentaría contradicciones con la estrategia centrista que ha iniciado Casado para alcanzar La Moncloa y sería utilizado por el PSOE como espantajo.
Y, segundo, cuál será el recorrido político de la presidenta si ha conseguido agrupar el voto de la derecha. Casado tiene que decidir si la apoya para liderar el PP de Madrid, después de que el alcalde de la capital haya defendido abiertamente que no quiere que Ayuso lo presida, apostando por una tercera figura. Ese es solo el primer capítulo. “Miguel Ángel Rodríguez, su jefe de gabinete, ha hecho de ella una líder nacional. Y no se va a parar en Madrid”, reflexiona un líder autonómico.
Fuentes próximas a la candidata aseguran que ella “no está en eso” y subrayan que “dentro de dos años hay elecciones de nuevo en la comunidad”. También sostienen que su triunfo ayudará a Casado. “Una gran victoria de ella le da un empujón; el partido estaba noqueado con el resultado en Cataluña”. Si Ayuso mira más allá de Madrid es todavía una incógnita, pero para planteárselo necesita revalidar su Gobierno. Y eso pasa por llegar al 4 de mayo con una pareja de baile.
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