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Valencia quiere fomentar el consumo de agua del grifo

El Ayuntamiento inicia campañas de concienciación, instala más fuentes en la calle y moderniza sus potabilizadoras

Una de las instalaciones de la planta potabilizadora de Manises, dependiente de la EMSHI, que da servicio Valencia y área metropolitana.
Una de las instalaciones de la planta potabilizadora de Manises, dependiente de la EMSHI, que da servicio Valencia y área metropolitana.Mònica Torres
Cristina Vázquez

El agua de Valencia no es muy popular entre la población debido a su sabor. Pero Bruselas quiere que los europeos beban cada vez más del grifo, evitando así los residuos plásticos que genera el agua embotellada, y ha aprobado una directiva que obligará a las potabilizadoras a ser más exigentes con la presencia de determinadas sustancias y de microplásticos. “Solo bebemos un 1% del agua que pagamos en la factura, el resto es para otros usos. Y en el caso de València sabemos que hay un problema y es su sabor. Pues reconozcamos el problema y pongamos soluciones”, expone la concejala Elisa Valía, responsable del Ciclo Integral del Agua de la capital y presidenta de la Entidad Metropolitana de Servicios Hidráulicos (Emshi).

Gran parte de España, también Valencia, está muy avanzada en cuanto a las exigencias de la nueva directiva de agua para consumo humano, que surge de la primera iniciativa ciudadana que consiguió suficientes firmas para pedir un cambio legal a Bruselas. El Ayuntamiento valenciano piensa ya en las campañas Progrifo que se llevan a cabo desde hace tiempo en otras capitales españolas como Cádiz, Córdoba, Zaragoza, Huelva o Badajoz. Las de València irán dirigidas a la población más reticente a beber del grifo, con consejos como destapar la jarra o botella de agua de casa media hora antes de beberla para que el olor a cloro se evapore o tomarla un poco refrigerada.

“En las catas que hacemos en los mercados”, añade la concejala, “resulta que de las personas que son consumidoras habituales de agua embotellada, más del 70% no aciertan a distinguir cual procede del grifo. Es decir, mucha gente bebe agua envasada porque no le gusta el sabor de la que sale de las potabilizadoras pero las sometes a una cata ciega y no las distinguen”, subraya. El cambio de la embotellada por la del grifo supone además un ahorro de 500 euros al año para una familia de cuatro miembros, calcula la concejalía.

Otro frente, más simbólico, para potenciar su consumo es la instalación de fuentes públicas con agua filtrada con carbono en lugares de mucha concurrencia de la capital: la plaza del Ayuntamiento, la Ciudad de las Artes y la playa de la Malva-rosa. “Si la gente se lleva su botella y la rellena, no tendrá que comprar una. Son fuentes sin contacto, pones la botella debajo y se rellena; no se puede meter la cabeza, obviamente por motivos higiénicos”, añade Valía. El objetivo es extender esta iniciativa a los barrios e instalar a lo largo de este año otros 30 surtidores.

Los técnicos de la planta de Manises toman constantemente muestras del agua en sus diferentes fases de potabilización para analizarla.
Los técnicos de la planta de Manises toman constantemente muestras del agua en sus diferentes fases de potabilización para analizarla. Mònica Torres

“Hay que trabajar en diferentes planos: en la inversión pura y dura en las plantas potabilizadoras y en pequeñas acciones que dan mucho de sí”, señala Valía. “Sabemos, según estudios sociológicos que tenemos, que hay un 20% de la población que consume agua del grifo en Valencia; otro 15 o 20% la tratan con algún tipo de filtro, y el resto consume agua embotellada, que es una cantidad brutal”, se extiende la concejala, que asegura que el agua de la potabilizadora es igual o más fiable que las minerales.

“La Administración pública debe ser ejemplar, así que ya creamos el día sin plástico en los plenos municipales y vamos a instalar fuentes interiores en los edificios municipales para poder decir a todos los funcionarios que no compren agua embotellada. Paulatinamente, habrá acciones cada vez más restrictivas respecto a permitir la entrada de plásticos al Ayuntamiento. Además de no generar residuos plásticos, la Emshi invertirá en las plantas potabilizadoras de La Presa y El Realón para que la huella de carbono sea cero, es decir, alimentar estas plantas con fuentes de energía renovables como la fotovoltaica.

La Unión Europea busca reforzar la idea de que el agua del grifo es igual de fiable que la embotellada, no solo a través de campañas informativas, sino endureciendo los requisitos de calidad, instalando más fuentes públicas, colocando puntos de consumo en los edificios públicos y fomentando que bares y restaurantes la dispensen gratuitamente o a un precio reducido.

La futura ley española de residuos recogerá también la obligatoriedad de proporcionar a los clientes agua de grifo como primera opción en bares y restaurantes. Así lo establecen legislaciones ya en vigor como la balear o la navarra. “El agua de abastecimiento urbano está sanitariamente controlada y es potable. Otra cosa es que tenga un sabor u otro. Al final es una cuestión de marketing también. Las aguas embotelladas han gastado mucho dinero en imagen. Si la empresas de aguas potables lo gastaran, seguramente tendrían la misma o mejor visión del público”, reconoce Julio Barea, portavoz de Greenpeace en materia de agua.

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Un vaso de agua del grifo, por favor

Luis Babiano, gerente de la Asociación Española de Operadores Públicos de Abastecimiento y Saneamiento (Aeopas), añade que el gusto es algo cultural: “No hablamos de salud sino de sabores, que pueden educarse”, asegura. El gerente pone de ejemplo el municipio de Xàbia, muy activo en campañas a favor del agua del grifo y de un cambio en los hábitos de consumo, “pero eso significa invertir en tecnología, campañas y transparencia [en la información y en los precios] porque el agua es un derecho humano, no una mercancía”. En este sentido, Babiano considera paradigmáticas ciudades como Cádiz y Córdoba, donde llevan años de investigaciones para que el agua no se potabilice con cloro sino con otras sustancias, como la clorina, “pero eso cuesta dinero”. El portavoz de Aeopas insiste en que no puede pensar que el agua embotellada “nos va a salvar” porque siempre será un recurso limitado y por muy bien que se hiciera, “tiene unos altos costes ambientales y problemas de accesibilidad para toda la población”.

La concejala de Valencia precisa que la nueva directiva habla de potenciar el agua del grifo también en la hostelería “pero no dice que tenga que ser gratis”, matiza la concejala. “Estamos estudiando una medida en ese sentido para la hostelería, aunque somos conscientes que es un sector muy golpeado económicamente por la pandemia. Queremos hablar con ellos desde un enfoque de objetivos compartidos. La Administración lo que no quiere es que se consuma plástico. Al final, cuando hablamos de cambio climático, hablamos también de esto”, dice Valía.

Un técnico analiza en el laboratorio de la planta de Manises muestras del agua.
Un técnico analiza en el laboratorio de la planta de Manises muestras del agua. Mònica Torres

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Sobre la firma

Cristina Vázquez
Periodista del diario EL PAÍS en la Comunitat Valenciana. Se ha ocupado a lo largo de su carrera profesional de la cobertura de información económica, política y local y el grueso de su trayectoria está ligada a EL PAÍS. Antes trabajó en la Agencia Efe y ha colaborado con otros medios de comunicación como RNE o la televisión valenciana À Punt.

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