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El Gobierno se prepara para dos años sin elecciones y una negociación compleja con ERC

El éxito de los republicanos y la resistencia de Unidas Podemos ofrece calma al Ejecutivo

El candidato a la Generalitat por el PSC, Salvador Illa, en el centro, flanqueado por el secretario general del partido, Miquel Iceta (derecha de la imagen), y el jefe de campaña del primero, Víctor Francos, este lunes en Barcelona.
El candidato a la Generalitat por el PSC, Salvador Illa, en el centro, flanqueado por el secretario general del partido, Miquel Iceta (derecha de la imagen), y el jefe de campaña del primero, Víctor Francos, este lunes en Barcelona.Quique García (EFE)
Carlos E. Cué

Las elecciones catalanas y su resultado, muy favorable para los intereses del Gobierno, suponen según la visión de La Moncloa la consolidación definitiva de la legislatura. No hay tentaciones de aprovechar el momento para un adelanto electoral. Al contrario, se pretende aprovechar un espacio inusual en el que se prevén dos años sin comicios —las andaluzas deberían llegar a finales de 2022— para consolidar la coalición y sobre todo para rematar una compleja negociación con ERC que incluye indultos, reforma del Código Penal, mesa de diálogo y reforma de la financiación autonómica. Tras la tensión de la formación de Gobierno, que en La Moncloa creen que será con Junts —aunque no descartan sorpresas—, llegará el momento de negociar.

En el Gobierno se ha instalado la visión más optimista posible del resultado electoral de las catalanas del domingo. Ni siquiera el hecho de que el independentismo se haya reforzado, rozando el 52% de los votos, logra empañar unos números que para La Moncloa, la verdadera impulsora de la Operación Illa, son de éxito rotundo. El objetivo real nunca fue que el ministro de Sanidad llegara a ser president de la Generalitat, porque eso siempre se vio inviable, pero sí que se convirtiera en el gran referente de la alternativa al independentismo, y eso se ha logrado con creces, devolviendo al PSC a la primera línea y con capacidad de disputar esa presidencia en el futuro.

Miquel Iceta, el padre político de Illa y hombre clave en toda la operación, que siempre ha mantenido una gran sintonía con Pedro Sánchez, lo dejó claro al apuntar que la pregunta ahora es cuándo será president el candidato del PSC. Parece evidente que ahora es prácticamente imposible porque el independentismo no lo apoyará, pero Illa y el PSC se colocan en la posición de salida para volver a intentarlo en unos años y han dejado atrás el infierno de ver cómo Ciudadanos les doblaba en votos. Los socialistas recuperan además posiciones en un granero histórico y ven cómo el PP se queda en los huesos en Cataluña, lo que hace mucho más difícil para Pablo Casado llegar a La Moncloa. En Cataluña se reparten 49 de los 350 escaños del Congreso, y es muy difícil ganar en toda España siendo residual en esta comunidad clave.

Ese es el mayor éxito, devolver al PSC a la primera división de la política catalana, pero el segundo es lograr que Junts y Carles Puigdemont, con el que La Moncloa no mantiene prácticamente ninguna interlocución, haya perdido aunque sea por unos pocos votos la hegemonía del independentismo.

El Gobierno tiene un contacto muy estrecho con ERC desde que Sánchez llegó a La Moncloa con una moción de censura apoyada por los republicanos. Ha habido muchas tensiones e incluso rupturas, como la que llevó a la convocatoria electoral de 2019 después de que ERC y el PDeCAT tumbaran los Presupuestos, pero los puentes no se han roto nunca. Sánchez habla directamente con Pere Aragonés, que tiene muchos números para ser el nuevo president, y por debajo hay contactos a todos los niveles.

Se mantiene incluso viva la mesa de tres y tres (en la que está el propio Illa) que negoció la investidura y la mesa de diálogo. El Gobierno está preparado para que ERC vuelva a esa negociación permanente en cuanto logre formar ejecutivo. Ahora habrá semanas de tensión y los dirigentes republicanos emplean palabras muy duras con los socialistas para justificar que pactarán con Junts, pero en La Moncloa y el PSOE dan por hecho que en algún momento ERC y los socialistas volverán a la mesa de negociación. No harán un Gobierno juntos en Cataluña, pero sí hay mucho espacio para una negociación política, opinan los miembros del Ejecutivo y del PSOE consultados. Lo más importante para ellos es que la opción de ERC no ha sufrido una derrota en las urnas por negociar con el PSOE, aunque tampoco ha tenido una victoria aplastante sobre Junts, su gran rival. Hay base para que los dirigentes republicanos que apostaron por el diálogo con el PSOE ganen la batalla en las próximas semanas, creen tanto en La Moncloa como en la sede de los socialistas.

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El otro gran elemento que da pie a los socialistas a considerar un gran resultado el del domingo es que Unidas Podemos ha resistido, e incluso tiene opciones de intentar formar parte del Ejecutivo, y la debacle de Ciudadanos y del PP ha abierto un ambiente de enorme tensión en la derecha que garantiza una debilidad de la oposición que beneficia al Gobierno. Por tanto el Ejecutivo se prepara para unas semanas de calma en las que podrá prepararse para una compleja negociación con ERC que seguirá consolidando la legislatura.

Indultos, la gran decisión pendiente

El Gobierno niega que la decisión sobre los indultos de los presos del 'procés' esté relacionada con las elecciones catalanas. Pero lo cierto es que La Moncloa ha esperado el momento propicio para tomarla, y desde el principio se vio muy claro que no llegaría antes de esos comicios. La decisión está totalmente en manos del Gobierno. En este momento el trámite pendiente es el informe de la Abogacía del Estado. El Ejecutivo da por hecho que tanto el Tribunal Supremo como la Fiscalía se pronunciarán en contra del indulto, por eso la posición de la Abogacía es importante, porque podría ayudar al Gobierno a respaldar su apuesta por aceptar la petición de indulto. La decisión es inminente, y aunque se tome con criterios técnicos, es evidente que es política y está pendiente de lo que suceda en la formación del Gobierno catalán. De esa decisión, muy compleja porque generará muchas críticas, penden todas las demás negociaciones abiertas para buscar una vía de salida al conflicto político en Cataluña.


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