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Suspendida la declaración en el ‘caso Kitchen’ del falso cura que asaltó la casa de Bárcenas

El juez anula la citación como imputado después de que un forense constatase problemas mentales

J. J. Gálvez
El extesorero popular Luis Barcenas, en una imagen de archivo.
El extesorero popular Luis Barcenas, en una imagen de archivo.Uly Martin

Tal y como llegó Enrique Olivares este viernes a la Audiencia Nacional, se marchó: sin declarar. El juez Manuel García-Castellón, instructor del caso Kitchen, ha decidido suspender la citación de este septuagenario, que asaltó en 2013 la casa de Luis Bárcenas disfrazado de sacerdote, tras someterle a un reconocimiento forense que ha determinado que no está en condiciones de testificar. El magistrado lo había imputado como cómplice de, entre otros, delitos de cohecho, prevaricación y malversación de caudales públicos. Los investigadores sospechan que pudo formar parte de las operaciones urdidas en la cúpula del Ministerio de Interior para espiar al extesorero popular y su entorno con el objetivo de arrebatarles documentación comprometedora para altos cargos del PP.

Las dudas sobre el papel que pudo jugar el falso cura siguen sin despejarse. Fuentes jurídicas señalan que, antes de declarar este viernes, el forense ha determinado que las dificultades mentales que presenta le impiden responder a las preguntas del juez, que lleva tiempo intentando avanzar en esta línea de las pesquisas. Pero, de momento, no ha tenido éxito. Interrogar a Olivares, condenado a 22 de cárcel por el asalto y actualmente en prisión, resulta imposible. En un informe médico previo ya se le había diagnosticado un “deterioro cognitivo con productividad psicótica” y toda una batería de problemas: pensamiento tendente a la paranoia, lenguaje incoherente y grandes lagunas de memoria: recordaba, por ejemplo, que tenía esposa y dos hijos, pero no sus nombres o edades. Tampoco sabía donde estaba, era incapaz de leer o escribir, y realizar cálculos sencillos.

Los supuestos miembros de la trama Kitchen también se han desvinculado de él. El más explícito ha sido el comisario Enrique García Castaño, alias El Gordo, encargado de coordinar a los agentes que espiaron al extesorero sin control judicial. “¡Es que es demencial! ¡Es que es una chapuza! ¡Es una película de Alfredo Landa!”, exclamó el antiguo agente de la Policía Nacional al instructor cuando este le preguntó por Olivares. Una respuesta que no convence a García-Castellón, que ya le recordó al sospechoso que la Operación Kitchen coincide en el tiempo con el asalto, y además el falso cura buscaba lo mismo que los imputados en esta macrocausa.

Olivares irrumpió en casa de Bárcenas el 23 de octubre de 2013 disfrazado de sacerdote. Engañó a la mujer del extesorero, Rosalía Iglesias, diciéndole que venía a arreglar asuntos penitenciarios. A continuación, reunió a la esposa, hijo y empleada del hogar en una sala; donde los maniató después de encañonarlos con un revólver. Entonces, se dirigió hasta el despacho del exdirigente del PP en busca de unos documentos guardados en un pendrive que servirían, según dijo, para derrocar al Gobierno. Finalmente, a la media hora, el hijo logró soltarse y redujo al asaltante.

Después del incidente, como dijo el juez durante el interrogatorio a García Castaño, el domicilio se llenó de agentes en apenas unos minutos —“más de 40”, según Bárcenas, y muchos de ellos, de paisano— y deambularon por este. Además, el chófer del extesorero, Sergio Ríos, que había sido captado por la trama como confidente, se presentó allí pese a que ese día lo tenía libre. Un agente también le dio a la esposa de Bárcenas un terminal telefónico para que tuviera contacto directo con ellos si quería decirles algo.

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Sobre la firma

J. J. Gálvez
Redactor de Tribunales de la sección de Nacional de EL PAÍS, donde trabaja desde 2014 y donde también ha cubierto información sobre Inmigración y Política. Antes ha escrito en medios como Diario de Sevilla, Europa Sur, Diario de Cádiz o ADN.es.

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