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‘Narcoveleros’, la vía alternativa del tráfico de hachís

Detenidas 12 personas vinculadas con el envío a España de 35 toneladas de hachís camufladas en embarcaciones

Patricia Ortega Dolz
La Policía Nacional y la Agencia Tributaria, en la operación Goleta-Gratil, se han incautado de 35 toneladas de hachís tras abordar seis 'narcoveleros' de una banda búgara.
La Policía Nacional y la Agencia Tributaria, en la operación Goleta-Gratil, se han incautado de 35 toneladas de hachís tras abordar seis 'narcoveleros' de una banda búgara.Ángel Medina G. (EFE)

Phase One, Hanna, Sweet Breeze, Eagle Ray, Amaalta y Carla. Son los nombres de los seis ‘narcoveleros’ interceptados por agentes de la Policía Nacional y de Vigilancia Aduanera (DAVA) con un total de 35.000 kilos de hachís este pasado verano, dentro de una misma investigación. Las cuatro últimas embarcaciones partieron simultáneamente de puertos canarios a finales del mes de septiembre para cargar toneladas de droga frente a las costas marroquíes de Kenitra. Y así lo hicieron: con apenas horas de diferencia entre una y otra nave, subieron a bordo decenas de fardos procedentes de las playas norteafricanas, transportados por veloces lanchas semirrígidas a varias millas de la costa.

En los dias siguientes, los barcos —de entre 14 y 22 metros de eslora— fueron consecutivamente abordados por agentes policiales que detuvieron a sus 13 tripulantes, “todos búlgaros, menos dos rusos”, señalan fuentes de la investigación. Todos miembros de la misma organización criminal, cuyos cabecillas (también búlgaros) se encontraban afincados en su mayor parte en Marbella y Fuengirola y detenidos posteriormente. Un total de 12 personas fueron arrestadas en Marbella, Fuengirola, Estepona, Coín y Barcelona, con lo que la policía considera desmantelada la infraestructura en tierra de la organización. Ocho de ellos fueron enviados directamente a prisión por orden judicial.

En total, la llamada Operación Goleta-Gratil se ha saldado con 25 detenidos y ha dejado al descubierto las nuevas rutas marítimas de los narcotraficantes, acosados policialmente en el Campo de Gibraltar y en el Estrecho; y limitados sanitariamente por la covid 19, que ha hecho más complicado el transporte de la droga por vía terrestre, según explican los investigadores.

“Se trata de un grupo que veníamos investigando por el tráfico de cocaína, pero la pandemia ha dificultado los movimientos, sobre todo para quienes se dedicaban a su distribución por Europa por carretera”, señalan fuentes del caso. “Eso les ha llevado a buscar otros nichos de negocio y a utilizar su infraestructura para otras cosas, como para mover hachís desde Marruecos al continente europeo en aparentes embarcaciones de recreo”.

Clubes náuticos de tapadera

El grupo desmantelado en la provincia de Málaga regentaba una suerte de clubes náuticos en las ciudades búlgaras de Varna y Burgas, dos de las principales salidas al mar del país balcánico. “Allí montaban sus flotas de barcos que luego movían por las rutas marítimas que considerasen menos arriesgadas”, señalan fuentes de la investigación, iniciada hace más de un año. La estructura interna del grupo está basada en clanes familiares, apuntan las mismas fuentes, algo que afianza los lazos entre sus miembros.

“Los integrantes de la organización mantenían contactos con grupos de narcotraficantes de Bulgaria, Portugal, Guinea Konakri, y Grecia, con el fin de entregar y recoger sustancia estupefaciente de acuerdo con sus planes de distribución”, recoge una nota policial emitida este domingo. A juicio de los investigadores se trata de una de las organizaciones criminales “más activas que operaba en la Costa del Sol” y su intervención ha supuesto la mayor incautación marítima de hachís realizada hasta la fecha por la policía.

Pese a estar instalados en España, los cabecillas de la organización mantenían fuera del país a las tripulaciones que comandaban sus navíos, casi siempre avezados marineros curtidos en sus países de origen. “Prueba de ello, es que el Amaalta (de 17,2 metros de eslora) llevaba una vía de agua importante en el casco, y sus dos tripulantes decidieron seguir navegando y achicando agua hasta puerto en condiciones meteorológicas muy adversas”. El velero tuvo que ser hundido a mitad de la travesía porque su remolque resultó imposible para el buque español que lo arrastraba.

La capacidad económica de la organización ―a la que se le intervinieron en los distintos registros en tierra dos armas de fuego, 102.000 euros en efectivo, seis vehículos de alta gama, material de protección balística y dispositivos electrónicos― les permitía comprar “muchas y grandes embarcaciones para camuflar sus movimientos como meras actividades de recreo”, según han podido constatar los investigadores. “Creían que ensayando esas antiguas rutas con veleros podrían seguir trabajando sin llamar la atención policial, de hecho no se preocupaban ni de ocultar la droga en los barcos”, aseguran las mismas fuentes.

Los narcoveleros se habían convertido en la vía alternativa de los narcos para mover importantes cantidades de droga en tiempos de pandemia, en los que el transporte por carretera se ve interrumpido por los muchos controles relacionados con la crisis sanitaria. Además, de eludir la presión policial existente en la zona del Campo de Gibraltar, donde el narcotráfico ha hecho estragos.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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