Ayuso, siempre a la contra
La presidenta de Madrid, la región más golpeada por la covid, vuelve al choque con el Gobierno para tapar su gestión
Más de un consejero de la Comunidad de Madrid tuvo que reprimirse el miércoles a fondo y morderse la lengua. No solo de Ciudadanos, también del PP. La reunión semanal del Consejo de Gobierno, donde apenas existe el debate y los responsables de cada cartera se limitan a despachar de sus asuntos, se vio de repente interrumpida por Isabel Díaz Ayuso. “¿Habéis visto la portada de EL PAÍS?”, les espetó, mitad incrédula, mitad molesta, la presidenta de la Comunidad.
“Madrid suma ya un tercio de casos y hospitalizados de España”, era el titular a cuatro columnas de la primera plana de este diario. Nadie dijo nada. “Eran datos descriptivos... ¿Qué íbamos a decir?”, coinciden diferentes asistentes a la reunión. Tras semanas de inacción, la autonomía más rica de España, dirigida por una de las grandes apuestas personales de Pablo Casado, encabeza, con holgura, los peores registros en la lucha contra la covid: 473,30 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días (la media estatal es de 216,82), según los últimos datos, del viernes, del Ministerio de Sanidad. De los 256 fallecidos en los últimos siete días, 94 se concentraron en Madrid (36,7%). La siguiente fue Aragón, con 30.
El Gobierno de Ayuso es también el que afronta la mayor presión hospitalaria, con el 15% de camas ocupadas por enfermos de covid (7% estatal). Los 2.206 pacientes ingresados en hospitales madrileños representan el 30% de los 7.392 de todo el país. Y las 243 personas en la UCI suponen el 25% de las 976 en cuidados intensivos en España. El viernes se anunciaron una serie de medidas que según los epidemiólogos llegan tarde y deberían ser más contundentes. “No hay ni rastro del refuerzo de la atención primaria, de nuevas contrataciones... Que la Comunidad diga que la situación no es la de marzo es un ejemplo de necedad, ¿de verdad ese es el listón cuando tenemos una curva descontrolada que nos convierte en el epicentro de Europa?”, denuncia Mónica García, diputada de Más Madrid y anestesista en el Doce de Octubre. Por no hablar de los rastreadores: el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero (PP), asegura que se reforzarán los 566 actuales (366 integrados en Salud Pública y 200 operadores) y llegarán a 1.100. Pero se trata de una promesa varias veces incumplida. Y que dentro del Gobierno regional muchos no entienden. “¿Qué nos hubiera costado tener los rastreadores necesarios en junio? ¿Dos millones?”, lamenta un consejero.
Aun así, Ayuso acusó esta semana al Gobierno de “ensañamiento injusto y desproporcionado” después de que Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, afirmase que “una gran parte de los diagnósticos y los fallecidos se deben a los datos de Madrid”. Pedro Sánchez, que en sus declaraciones tiene mucho cuidado de no hacer una crítica directa a ninguna comunidad, también se ha mostrado “preocupado”. Suficiente para que la presidenta de Madrid se lanzase de nuevo a confrontar con el Gobierno. Una estrategia en la que Quim Torra es el único que le hace sombra. Esa es la opinión entre los líderes territoriales consultados tras las 16 conferencias de presidentes de este año. En la última, este viernes, Ayuso volvió a pedirle a Sánchez una reunión bilateral. La reflexión compartida en la arena política es que la presidenta de Madrid busca desviar la atención sobre su gestión yendo al choque con La Moncloa. Una táctica, la de la confrontación, que espera que sea su tabla de salvación. En el PP nadie se sale del argumentario oficial: Ayuso recibe ataques injustos. Pero la procesión va por dentro.
Lo mismo que en el Ejecutivo madrileño, que en el año transcurrido de legislatura no ha logrado sacar ninguna ley ni los Presupuestos. Las cuentas de 2021 deberían presentarse el 28 de octubre y ser aprobadas a finales de año. Pero ni Vox asegura sus votos y el PP, a diferencia de Ciudadanos, se niega a abrirse al PSOE.
Pese a tales precedentes, el miércoles fue, con diferencia, el día más difícil de gestionar que recuerdan en el Ejecutivo de coalición desde el final del estado de alarma. Antes del Consejo de Gobierno, Ayuso aceleró el ritmo cardíaco de cientos de miles de padres al dar por hecho que la propagación del coronavirus es inevitable y los niños, tras seis meses sin ir al colegio, se contagiarán irremediablemente. “A lo largo del curso es probable que prácticamente todos los niños de una u otra manera lo tengan porque se hayan contagiado durante el fin de semana en una reunión familiar, por la tarde en el parque o con un compañero”, dijo con resignación en una entrevista en esRadio. El estupor general, también en la sede de la Comunidad en la Puerta del Sol, no quedó ahí.
El caos que siguió en los test rápidos a los que habían sido convocados 16.000 profesores de un día para otro, con kilómetros de cola y horas de espera en algunos centros, refrendó la improvisación de la Consejería de Educación (PP). La que no trascendió fue la última zancadilla en el Gobierno de coalición: Ignacio Aguado, vicepresidente y portavoz del Ejecutivo, compareció sin que le avisaran de la cancelación de las pruebas serológicas hasta el día siguiente. Se enteró por las preguntas de la prensa. Un detalle más de la relación de unos socios de Gobierno condenados a entenderse. El PSOE no presentaría una moción de censura sin haber aprobado los Presupuestos Generales del Estado. Hacerlo antes metería a Ciudadanos en un brete. E incluso entonces, salvo sorpresa, estaría abocada al fracaso.
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