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Vox mete presión al PP con el anuncio de una moción de censura en septiembre

Los populares se desmarcan de la iniciativa: "No cuenten con nosotros para maniobras de distracción que refuercen al PSOE"

En foto, el presidente de Vox, Santiago Abascal, interviene desde la tribuna en una sesión plenaria en el Congreso, en Madrid, este miércoles. En vídeo, Abascal propone una moción de censura contra Pedro Sánchez. Vídeo: FOTO / EUROPA PRESS

Cuando se han cumplido ya dos años de la moción de censura contra Mariano Rajoy que permitió a Pedro Sánchez llegar a La Moncloa, esa figura vuelve a la actualidad política. Vox ha anunciado este miércoles en el Congreso que presentará una moción de censura en septiembre contra el Gobierno de coalición. En una jugada para meter presión al PP, Santiago Abascal se ha dirigido a Pablo Casado y a toda la bancada popular para que se una a la iniciativa. El anuncio y la apelación al PP han sido acogidos con un riguroso silencio en el hemiciclo: aun con el apoyo de los populares, los 52 escaños de Vox más los 88 del PP quedarían muy lejos de la mayoría absoluta necesaria. En todo caso, el secretario general de los populares, Teodoro García Egea, zanjó el asunto en redes sociales: “No cuenten con nosotros para maniobras de distracción que refuercen al PSOE”. Casado ni aludió a esa iniciativa en su segunda intervención para restarle valor.

Abascal ha calificado al Gobierno de “criminal, ilegítimo y desaprensivo”. “No se le ocurra volver a encerrarnos porque no lo vamos a consentir”, ha advertido. El líder de Vox sabía que difícilmente la aritmética parlamentaria ofrece posibilidades a esa moción. Y las primeras reacciones en el hemiciclo han ido en esa dirección: “Esta moción no va contra Sánchez, va contra Casado”, ha afirmado Gabriel Rufián (ERC).

La decisión de postergar esa moción para septiembre provocó la ironía del presidente Pedro Sánchez cuando le planteó a Abascal si lo hacía así para poder tomarse vacaciones ahora en agosto. Incluso, en la despedida final del pleno, tras cinco horas y 45 minutos de denso debate, Sánchez deseó a todos los presentes salud y algo de descanso, menos a los de Vox, “que van a tener que trabajar y mucho”, en alusión a que les faltan muchos votos y escaños para que la censura tenga alguna opción de prosperar. En su segunda intervención, Abascal precisó que la moción no se presentaba contra Casado, como le reprocharon varios oradores y al que él dijo respetar, sino “contra Gabriel Rufián, el gobierno comunista, los separatistas y para salvar a España”. Y añadió que la fijaba en septiembre para dar tiempo a otros grupos y portavoces a llamarle en verano para sumarse a esa disposición que Vox, indicó, no quiere liderar. La moción de censura requiere de mayoría absoluta para prosperar y la indicada por el partido ultra no parece tener la posibilidad de acercarse a ese tope de 176 escaños.

Varios grupos pequeños, como Compromís o Más País, ya han adelantado su negativa a apoyar a los ultras. Pero más que el éxito o el fracaso de la moción, el objetivo de Abascal era retratar a Casado, en una tesitura complicada después de las elecciones vascas y gallegas - donde fracasó el candidato de la dirección nacional en Euskadi y triunfó Alberto Núñez Feijóo, que escondía las siglas del PP-, con la presión continua de Vox y el viraje de Ciudadanos hacia el centro.

García Egea ha calificado la iniciativa de Vox como “moción de censura post vacacional para salvar al soldado Sánchez”. Casado, en su segunda intervención, tampoco quiso mencionar nada sobre esa medida ni siquiera cuando Sánchez le retó a que aclarase cuál sería su voto.

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La sesión estaba prevista y centrada para discutir sobre el fondo de recuperación europeo. Pero de Europa, Abascal ha hablado poco y sobre los 750.000 millones en ayudas europeas, absolutamente nada. Sí ha defendido que el Gobierno no tiene una agenda económica para “cumplir con el rescate”, pese a que esas ayudas (140.000 millones para España) no llevan aparejada ninguna condicionalidad macroeconómica. Vox coincide en ese flanco con el PP de Pablo Casado. Ambos llaman rescate, como en la crisis de 2008, al fondo de reconstrucción que los países de la UE han acordado para afrontar la crisis económica provocada por la pandemia, a pesar de que todos los países contribuyen a ese fondo y todos reciben, en función del impacto del coronavirus, y a que hay vigilancia pero no condicionalidad.

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