Los acuerdos del Gobierno y el PP para la reconstrucción alejan a los nacionalistas
ERC, PNV, Bildu, JuntsxCat y BNG critican los intentos recentralizadores y el cambio de alianzas
El debate final de las conclusiones de la comisión de reconstrucción tras la covid-19 en el Congreso produjo este martes por la tarde un aparente cambio de socios del Ejecutivo del PSOE y Unidas Podemos. El PP y Ciudadanos mostraron su disposición a pactar, al menos, algunos puntos de los documentos que se votarán este miércoles. Pero la mayoría de partidos nacionalistas, socios de investidura de Pedro Sánchez, avanzaron su rechazo total o parcial y advirtieron al Gobierno de posibles consecuencias por relegar en estos acuerdos a los partidos que le llevaron a La Moncloa.
El debate en el pleno del Congreso de los cuatro dictámenes de conclusiones de la comisión de reconstrucción económica y social del país tras la crisis sanitaria provocada por la covid-19 ha durado esta tarde dos horas y media, se ha producido de manera conjunta y se ha saldado con algunas certezas sobre el trabajo realizado y con ciertas incógnitas sobre el voto final de varios partidos, que se registrará este miércoles, tras la sesión de control semanal al Gobierno.
Patxi López, el presidente de la comisión de la covid-19, que empezó su andadura el 7 de mayo y que durante dos meses ha escuchado a 150 expertos, lanzó de entrada un alegato en defensa de la teórica noble función de la política con mayúsculas y habló de “hacer viable la voluntad soberana de la ciudadanía”. También fijó las cuatro conclusiones que extrajo de esas intensas sesiones, que fueron muy aplaudidas: “Invertir en salud pública es invertir en vidas; cerrar una empresa es más fácil que crear otra nueva; si queremos ser un país decente de mujeres y hombres iguales y libres no podemos abandonar a nadie a su suerte; y Europa tiene que ser más Europa que nunca”. López también defendió que pactar ni es cobarde ni implica tener que desertar de ninguna ideología.
Después de la intervención del socialista, la discusión derivó ya a cuestiones más bien partidistas, ideológicas o estratégicas. La mayoría de las formaciones, eso sí, agradecieron el trabajo ingente efectuado, que no afectará al sentido prefijado de su voto.
Los portavoces de Teruel Existe, el Partido Regionalista de Cantabria, Unión del Pueblo Navarro, Nueva Canarias o Coalición Canaria hablaron muy concretamente de lo suyo (territorialmente); pero fue con la intervención de la diputada independentista de la CUP, Mireia Vehí, cuando se abrió la veda para las acusaciones de recentralización al Ejecutivo de coalición del PSOE y Unidas Podemos.
Partidos que en la moción de censura, en la investidura o durante la aprobación de muchos reales decretos han estado con el Gobierno de Sánchez se distanciaron, cuestionaron el giro presuntamente dado hacia el centroderecha de la mano de Ciudadanos o el PP e incluso advirtieron de que ese cambio de alianzas puede tener consecuencias.
Mertxe Aizpurua, de EH Bildu, lamentó la falta de valentía de la coalición y la oportunidad perdida para buscar hacia la izquierda salidas a la pandemia. Aitor Esteban, del PNV, adelantó su voto contra tres de los cuatro textos (todos menos el de la Unión Europea) y arrambló contra las pretensiones centralistas. El BNG se sumó a esas críticas, así como JuntsxCat o ERC. Joan Baldoví, de Compromís, recordó que fueron algunas de estas formaciones las que llevaron a Sánchez a La Moncloa, aunque concedió que su formación votará afirmativamente, como podría hacer Más País, con grandes quejas sobre el “olvido” y la falta de uso de la mayoría parlamentaria de izquierdas. Gabriel Rufián, de ERC, se adhirió a esos argumentos contra el “Juan Palomo del PSOE con el PP” y alertó de que lo mejor para luchar contra “el 15-M facha y la internacional cayetana” es hacer políticas desde el BOE.
El portavoz de Ciudadanos, Edmundo Bal, sin embargo, agradeció los acuerdos útiles logrados, que se rebaje el nivel de bronca política y adelantó que votarán a favor de los textos sobre sanidad, la UE y la reconstrucción económica, pero en contra del texto de conclusiones de cuestiones sociales por las posiciones más ideológicas del PSOE y Podemos sobre la educación concertada. La portavoz del PP, Ana Pastor, pareció incluso tener que defenderse (frente a Vox) por querer alcanzar algunos pactos parciales, con enmiendas transacionales con el PSOE, sobre sanidad y la UE.
El portavoz de Podemos, Pablo Echenique, ensalzó el acuerdo de mínimos entre diferentes, pero también aclaró que su partido no renuncia a sus posiciones de fondo sobre la derogación de la reforma laboral del PP o el impuesto a los ricos. La portavoz del PSOE, Adriana Lastra, optó por elogiar la política como el arte de lo posible y pidió estar a la altura de la “unidad, responsabilidad, diálogo y comunicación” que requiere la sociedad para un pacto “no de partido ni de Gobierno, sino de país”.
El papel de Vox
Vox no ha tenido muy claro desde el comienzo qué papel político quería desempeñar en la comisión de reconstrucción por la covid-19. En las primeras sesiones, cuando el guion general de los trabajos aún no estaba claro, el portavoz parlamentario, Iván Espinosa de los Monteros, acudió a la comisión y hasta protagonizó sonoros enfrentamientos con algunos de los comparecientes, especialmente con el vicepresidente segundo, el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, que luego reconoció haber perdido el control al haber afirmado que Vox añora los golpes de Estado. Espinosa abandonó la sala y su partido se negó a colaborar, aportar ni una sola enmienda o plantear alguna idea al dictamen de conclusiones. Su portavoz en el debate de este martes, el médico Juan Luis Steegmann, ha utilizado en el pleno un lenguaje despectivo. Entiende que la comisión “es una trampa, engaño y trampantojo” para ocultar la deficiente y criminal gestión del Ejecutivo ante la pandemia. Tampoco aclaró si este miércoles sus 52 diputados votarán ni cómo.
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