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Vox, un ‘Fort Apache’ en el Arenal de Bilbao

La policía autonómica blinda los mítines del partido ultra en la campaña vasca

Agentes de la Ertzaintza vigilan la zona acordonada en el paseo del Arenal, en Bilbao, donde Vox celebraba un mitin electoral. En vídeo, la visita del secretario general del partido, Javier Ortega Smith, a la ciudad.Vídeo: EFE
Miguel González

Vox quiere cerrar la televisión vasca (salvo la misa de los domingos, aclara), pero no dice una palabra contra la policía autonómica. Al contrario, el secretario general del partido, Javier Ortega Smith, se deshace en elogios hacia los ertzainas, que “cumplen dignamente su trabajo”, aunque “tienen por encima a los mandos políticos” del PNV.

Si no fuera por los agentes, que custodian las entradas y salidas de esta zona acotada del paseo del Arenal, hace rato que los radicales que este sábado por la tarde vociferaban junto a la iglesia de San Nicolás habrían saltado el cordón policial y arrasado este Fort Apache donde un puñado de incondicionales ondea banderas españolas mientras el himno nacional suena por megafonía a todo trapo.

Aunque Ortega Smith recuerda la “sangre española” que ha regado las “provincias vascas” (nunca utiliza el término País Vasco, que sí figura en los carteles electorales), el dispositivo policial garantiza que esta vez la sangre no llegue a la ría. El Gobierno vasco no quiere que se repitan incidentes como el del pasado día 26 en Sestao, donde la diputada Rocío de Meer resultó aparatosa y superficialmente herida en una ceja. El partido ultra ha explotado al máximo aquella imagen, reprochando al presidente Pedro Sánchez que no lo condenara e ignorando que sí lo hizo la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, pero no ha presentado denuncia en comisaría, para que se busque y castigue al presunto agresor.

El número 1 por Bizkaia trabaja en Sevilla como coordinador parlamentario de Vox

Al menos, no le consta a Nicolás Gutiérrez, cabeza de lista por Bizkaia en las elecciones al Parlamento vasco del 12 de julio. Niko fue concejal socialista de Miravalles (Bizkaia) durante 16 años y pasó por UPyD antes de recalar en Vox. Rosa Díez, su antigua jefa y también exdirigente socialista, ha apoyado su candidatura con un artículo elogioso, tras haber hecho campaña por la popular Cayetana Álvarez de Toledo en las elecciones de noviembre pasado.

Niko reconoce que, “depende del día”, tiene más o menos ganas de salir elegido, ya que eso le obligará a volver a llevar escolta, como en los tiempos duros de ETA. El exedil socialista se ha convertido en un hombre del aparato de Vox y pasa la mayor parte de la semana en Sevilla, donde coordina el grupo parlamentario ultra en el Parlamento andaluz.

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También forma parte de la gestora del partido en Bizkaia, donde en abril pasado, en plena pandemia y sin hacer ruido, dimitió la dirección provincial. El líder del partido, Santiago Abascal la dejó caer, como ha hecho con casi todos los comités provinciales, para sustituirla por equipos designados a dedo, aunque en este caso la dirigía alguien muy especial: Valeriano Arrieta, un hombre leal que le guardó las espaldas cuando se marchó a Madrid y que le acompañó en el funeral de su padre.

A Arrieta le ha sustituido Rafael Moreno Martín, que fue concejal de Getxo con el PP. Moreno se considera una “víctima de la ley de violencia de género”, ya que hace una década fue condenado en firme a nueve meses de prisión (no llegó a ingresar) por agredir a su entonces esposa. Se trató, según explica, de una disputa doméstica, pero él reconoció la agresión y ella la negó. El partido le ha tratado mejor que a Juan Ros, el senador por Ceuta al que obligó a dejar el escaño tras ser denunciado por violencia de género.

El presidente de la gestora provincial fue condenado por violencia de género

Ninguna encuesta vaticina que Niko vaya a tener que dejar Sevilla. Aunque Vox podría, paradójicamente, ser el primer beneficiado por el pacto que sellaron Izquierda Unida y el PNV en el año 2000 para rebajar del 5 al 3% de los votos el listón para entrar en el Parlamento. Solo en Álava (donde sacó el 3,7%) logró superar Vox esa barrera el pasado 10 de noviembre.

En esta campaña, el partido ultra no solo pelea contra su menor tirón en las elecciones autonómicas, sino también contra la candidatura conjunta de PP y Ciudadanos. La dimisión del popular Alfonso Alonso, en febrero pasado, descolocó a Vox y Abascal evita meterse con su principal competidor por el espacio de la derecha españolista: Carlos Iturgaiz. A fin de cuentas, fue su jefe en el PP vasco durante ocho años, quien le hizo concejal, juntero y diputado autonómico, lanzando así su carrera política.

Condenado a la irrelevancia, el espacio que le queda a Vox en Euskadi es el de la épica, la ira que su sola presencia despierta en los cachorros de la izquierda abertzale. El despliegue de seguridad de su mitin contrasta con la placidez con la que un stand de la candidatura de Iturgaiz reparte propaganda en el mismo Arenal el sábado por la mañana. Ni un policía a la vista.

Cuando los últimos acordes del himno nacional se apagan, Ortega Smith y sus acompañantes suben a los cuatro coches de alta gama y dos furgonetas aparcadas a la orilla de la ría y, escoltados por un vehículo de la Ertaintza, se alejan de la zona como haría la comitiva de un mandatario extranjero en visita oficial. Los asistentes al mitin se escabullen como pueden, intentando evitar a sus acosadores. “¡María, no te quedes atrás!”, grita un hombre a su esposa. “Estoy escondiendo la bandera para que estos no me den un peñazo”, le responde ella, acelerando el paso.


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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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