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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Un modelo a copiar en Cataluña y quimera para España

El objetivo del fracasado intento de España Suma entre PP y Cs es terminar sus mandatos en las autonomías y ciudades donde gobiernan sin rupturas traumáticas

Javier Casqueiro
Pablo Casado e Inés Arrimadas se saludan este domingo con los codos bajo el árbol de Gernika.
Pablo Casado e Inés Arrimadas se saludan este domingo con los codos bajo el árbol de Gernika.Javier Zorrilla (EFE)

El anhelo de España Suma que humedeció los ojos de Pablo Casado hace algo más de un año, tras el desastre para su PP en las elecciones generales del 28 de abril de 2019, se diluyó con el tiempo como lágrimas en la lluvia. Lo rechazó de entrada Vox, se limitó mucho para algunos territorios por las distintas ambiciones de los líderes locales de esos partidos y acabó el propio PP por asumir su fracaso y sus límites. El modelo, ahora, según fuentes de la dirección nacional del PP, es intentar copiar la candidatura conjunta si se anticipan las elecciones autonómicas en Cataluña pero en ese caso con el candidato de Cs en cabeza. En el resto de España se contentan ambos partidos con gobernar juntos y sin enfrentarse demasiado en seis autonomías, para 20 millones de españoles, pero no hay calendario previsto para avanzar en aquella soñada fusión.

Aquel proyecto de Casado, tras derrumbar en las urnas del 28-A al PP de Mariano Rajoy de los 137 escaños a 66, perder 3,6 millones de votos y quedarse a apenas 200.000 papeletas y nueve escaños de ser sobrepasados por el Ciudadanos de Albert Rivera, perseguía la reconstrucción final de todo el centro derecha bajo unas mismas siglas. Eso ahora es una quimera. La relación personal y política de Casado con Inés Arrimadas y hasta con Santiago Abascal es buena, dicen que fluida y amistosa, en algún caso frecuente, con llamadas y videoconferencias durante la pandemia, pero sus partidos parecen cada vez más distanciados. Cs ha emprendido un giro de utilidad con pactos por ahora puntuales con el Gobierno de coalición del PSOE y Unidas Podemos que le ha llevado a otra dimensión, de perspectivas desconocidas. Vox acusa al PP, por algunos acuerdos esporádicos en el Congreso para los estados de alarma o el ingreso mínimo vital, de entregarse a los socialdemócratas. A Cs hace tiempo que los dieron por perdidos en su viaje al centro izquierda.

Casado sigue hablando con Arrimadas, la felicitó por su reciente cumpleaños la semana pasada y por su maternidad hace un mes, y lo mismo hacen los otros interlocutores al máximo nivel de ambas formaciones, los que llevan el día a día de su relación. Por parte del PP, Teodoro García Egea, y por Cs, José María Espejo y Miguel Cuadrado. Hace apenas un mes organizaron una videoreunión todos juntos. Pero se centraron en otros problemas más urgentes: la coordinación de sus gobiernos autonómicos y locales, especialmente en Madrid, siempre al borde del abismo.

Para el simbólico acto de este domingo bajo el árbol de Gernika, se cruzaron algunas llamadas de coordinación de campaña, pero con la libertad total de mensajes. Luego las ideas se repitieron sobre el escenario: la fusión constitucionalista se circunscribe al País Vasco para dar una alternativa a los no nacionalistas. Esa meta no caló de ninguna manera en Galicia, por el rechazo total del PP de Alberto Núñez Feijóo, y solo tendrá algún recorrido en Cataluña, admiten en fuentes de ambas formaciones.

Los pronósticos en Euskadi, sin embargo, no son nada halagüeños. Las encuestas coinciden en hundir los objetivos de ese prototipo de coalición al último lugar, con unos seis escaños, tres por debajo del peor resultado en solitario del PP. Los populares, al ceder dos puestos de salida a Cs, se quedarían con apenas cuatro actas, casi tan irrelevantes como son ya en Cataluña. En la cúpula popular, en el entorno directo de Casado, aseguran que ese fiasco a corto plazo no preocupa. “Pase lo que pase el 12-J, no cambiará nada, necesitamos poner una primera piedra para empezar a construir una alternativa creíble y para eso hace falta tiempo, asentarse en la oposición”, avanzan. El siguiente paso será trabajar allí juntos en el Parlamento y renacer con cargos jóvenes y nuevos en los congresos provinciales en Euskadi. Es un plan que el PP lleva repitiéndose internamente sin demasiada convicción desde hace lustros.

El reto mayor para el PP y Cs no es ya España Suma sino acabar de gobernar juntos en las autonomías y ayuntamientos donde lo hacen, pero durante todo el mandato, sin rupturas o mociones de censura traumáticas. Cumplir sus programas. Demostrar que pueden ser útiles unidos. Y repetir la experiencia vasca en Cataluña con sus peculiaridades, pero ya sin el carisma de Arrimadas en la cabeza del cartel y con el tirón del popular y polémico Xavier García Albiol como uno de los platos fuertes del PP, al gobernar en la cuarta ciudad en población de ese territorio.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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