Arrimadas aleja a Ciudadanos de la foto de Colón
El partido se distancia de la derecha y rompe temporalmente con la dinámica de bloques con su apoyo al estado de alarma
Oficialmente, su avión de Barcelona a Madrid se retrasó y le impidió llegar a tiempo. Solo Inés Arrimadas sabe si realmente fue el azar el que frustró su viaje a Madrid aquel 10 de febrero de 2019, o se trató en cambio de una ausencia deliberada, pero lo cierto es que la líder de Ciudadanos no estuvo en la foto de la plaza de Colón. Un año después de aquella fotografía que unió a PP, Ciudadanos y Vox en un bloque político frente a Pedro Sánchez, Arrimadas persiste en alejar a su partido de esa imagen, en un movimiento que ha irritado tanto a los otros dos participantes de la instantánea como a las formaciones que, en el extremo opuesto del arco parlamentario, asisten al Gobierno de Pedro Sánchez, hasta el punto de que por primera vez la estabilidad del Ejecutivo se ha tambaleado.
Ciudadanos ha salido temporalmente de la dinámica de bloques que divide a la política española. Arrimadas hizo valer sus 10 diputados, negoció y consiguió que la prórroga del estado de alarma fuera de 15 días y no de un mes. Su apoyo permitió, también, a Sánchez no tener que asumir las exigencias de ERC, que acabó votando en contra. Además, en un efecto no buscado, su respaldo a la decisión del Gobierno en parte lo ha debilitado, porque ha impactado en la coalición con Unidas Podemos y en sus apoyos parlamentarios.
“Cuando estás en el no es no, la coalición Frankestein se une, pero cuando hay un partido en el centro con posiciones sensatas que pacta, los socios se ponen nerviosos. Nosotros estamos contentos, eso que colaboramos a que un Gobierno malo pueda acabar cuanto antes. Pero no es el objetivo de nuestra negociación, estamos siendo útiles”, resume un dirigente de la confianza de Arrimadas.
En la dirección de Ciudadanos han llegado a la conclusión de que en la oposición frontal al Gobierno lo refuerzan: porque se cohesiona la coalición y la mayoría de la investidura, y porque los socialistas pueden confrontar cómodamente con la imagen de las “tres derechas” como un todo uniforme: el imaginario, precisamente, de la foto de Colón.
Solo a la sensibilidad más cercana a la socialdemocracia de Ciudadanos le escoció aquella imagen en la plaza de Colón. Gran parte de la cúpula actual no reniega de ella y la ve compatible con su posición de ahora. “A mí la foto nunca me ha perseguido. Ahí estábamos los que defendíamos la unión de España. Yo misma, tres meses antes, había estado junto al PSOE y Podemos en el Orgullo Gay”, defiende la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís. Toni Roldán, exdirigente del sector socioliberal, que dimitió por aquella estrategia, lo ve de manera diferente. “Rivera optó en los últimos tiempos por una estrategia de polarización y movilización del votante de la derecha. Se equivocó. En origen, tenía una intención de liderar un partido de centro, pero se dejó llevar por las circunstancias y fue capturado y triturado por la polarización”, opina. “Inés, en cambio, está rompiendo los bloques. Hay un espacio enorme ahí en medio”.
Cómo de definitivo es ese alejamiento de Ciudadanos del bloque de la derecha y si permitirá a Arrimadas crecer electoralmente por el centro aún es una incógnita: Cs comparte cinco Gobiernos con el PP, cuatro de ellos apoyados externamente por Vox, y se presenta en coalición con los populares en las próximas elecciones del País Vasco. Hace equilibrios. Pese a las presiones de los dos partidos en ese flanco, Arrimadas se mantiene en su decisión de separar las medidas de la pandemia de la dinámica izquierda-derecha. “Nos gustaría que esta fuera la última prórroga, pero no podemos decir si lo será, dependerá de los datos sanitarios”, apunta un dirigente de su núcleo. La relación del partido con La Moncloa es “fluida” y no se ha visto mermada por el pacto con Bildu. Pese a todo, Cs insiste en que no es un socio del Gobierno y enfría la posibilidad de un pacto presupuestario. El sábado, un año y tres meses después, la madrileña plaza de Colón volvió a llenarse de banderas de España y manifestantes pidiendo la dimisión del Gobierno. Y Ciudadanos no estuvo allí.
Bajas por la izquierda... y ahora por la derecha
Las recientes dimisiones de dirigentes por el ala derecha de Ciudadanos refuerzan la idea del viaje al centro del partido. Esta semana, el exdirectivo ultraliberal Marcos de Quinto engrosó la lista de dimisiones de un partido que lleva una decena de renuncias —por motivos opuestos— en menos de un año. “La parte nuclear del partido no se ha ido. Ciudadanos no exige una adhesión, tenemos un ideario, no una ideología”, razona la vicealcaldesa de Madrid y miembro de la ejecutiva, Begoña Villacís. “Yo me fui, y algunos otros, porque teníamos una oportunidad histórica de un acuerdo por el centro con el PSOE y Albert Rivera decidió dinamitarlo. Ahora pasa lo contrario: hay una intención deliberada de tener un espíritu constructivo y pragmático y otros que participaban de la polarización prefieren marcharse”, opina por su parte Toni Roldán, exdirigente del ala más a la izquierda que dimitió el año pasado.
En la nueva etapa liderada por Inés Arrimadas se han marchado Marcos de Quinto, Juan Carlos Girauta y Carina Mejías. Estos dos últimos ya estaban fuera de la dirección del partido y se han dado de baja de militancia. A Albert Rivera le dimitieron de su dirección, el año pasado, Toni Roldán, Javier Nart, Francisco de la Torre y Xavier Pericay, y el cofundador Francesc de Carreras rompió su carné de militante. Con la salida de Rivera de la política abandonaron el partido José Manuel Villegas y Fernando de Páramo. “Se nos ha ido gente más a la izquierda y gente más a la derecha… Eso es que ahora estamos bien, bien en el centro”, ironizan en la cúpula actual. “Hay que creerse lo que somos y afianzarlo”, remachan.
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