El Gobierno mira de reojo a Italia
El Ejecutivo confía en poder bajar la curva sin tener que hacer aún más daño a la economía
La Moncloa. Pedro Sánchez se enfrenta en una situación límite a un dilema clave: esperar unos días para comprobar si las durísimas medidas impuestas son eficaces, como creen los expertos que le asesoran, o dar un nuevo salto y cerrar toda la producción no imprescindible, como ha hecho Italia. Es lo que le reclaman algunos presidentes autonómicos y un sector del Gobierno, el mismo que apuesta por medidas económicas aún más fuertes para respaldar a los centenares de miles —puede ser algún millón— de personas que se están quedando sin empleo, aunque sea temporalmente. Sánchez, un político que no suele dejar traslucir sus emociones ante la pantalla, esta vez sí ha mostrado con gestos y palabras que vive un complejo debate interno, como su propio Gobierno.
Encontrar el equilibrio es casi imposible. Porque en cada momento hay que intentar conservar dos bienes fundamentales: la salud y los empleos presentes y futuros. La Moncloa busca la manera de resolver la emergencia sanitaria causando el mínimo daño posible a la economía y, por tanto, a los trabajos de los ciudadanos. “Estamos dispuestos a escuchar, nosotros queremos acertar”, admitió Sánchez reconociendo implícitamente sus inquietudes. “Queremos tomar medidas para contener la propagación del virus, evitar el coste en vidas humanas, pero a la vez que el coste en empleos cuando pase esta pandemia sea el menor posible”, añadió.
Es una disyuntiva imposible, siempre salvar vidas está por delante, lo dijo varias veces, pero los expertos que asesoran al Gobierno insisten en que hay que tener paciencia porque el confinamiento tendrá efectos en unos días y se empezará a ver cambiar la curva. Le dicen que con las medidas actuales, que ya suponen un enorme daño para la economía, será suficiente.
Sin embargo, el Gobierno tiene en todo momento puesta la mirada en Italia, donde también pensaban que la curva bajaría y finalmente han optado por el cierre de todas las fábricas no imprescindibles al ver que los muertos seguían subiendo día a día después de dos semanas de encierro, eso sí más flexible que el español. De momento, en el Ejecutivo se está imponiendo el sector que prefiere esperar a ver si el confinamiento baja la curva. La opción de ganar tiempo, mantener el confinamiento como está y concentrarse en la emergencia sanitaria con centenares de miles de test y más medios para las comunidades es la que prima ahora.
De hecho, tras las grandes medidas económicas de la semana pasada, que concluyeron en la promesa de una inyección de 200.000 millones de euros, este martes no está previsto llevar nuevas iniciativas. Un sector del Gobierno quiere ir más lejos, y aprobar la moratoria del pago de alquileres o una especie de renta mínima que pueda servir también para los que no tienen ingresos estos días pero no pueden acogerse al desempleo.
Los datos de destrucción de empleo son demoledores y esta semana serán aún peores, ahora que se va a prorrogar el estado de alarma. A finales de mes pueden llegar al millón de personas en ERTE. Pero el sector que domina las decisiones económicas del Gobierno, con Nadia Calviño a la cabeza, defiende que las fuertes medidas de la semana pasada deberían bastar. En este grupo preocupa sobre todo que España quede atrapada en un fuerte endeudamiento que luego, cuando se resuelva la crisis sanitaria, sea muy difícil de remontar. Sin embargo, la realidad cambia en horas, también en La Moncloa. Esta semana los datos de la emergencia sanitaria y los de la económica se esperan catastróficos, así que todo puede dar un giro en cualquier momento. En La Moncloa hay muchas opiniones y análisis técnicos, pero ninguna certeza. Ningún país parece tenerlas.
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