‘Fantasías en el Prado’, por Alberto García-Alix
Felipe IV invade ‘Las meninas’. El ‘Perro semihundido’ de Goya ya no está solo. Van der Weyden tiembla. El Greco se transfigura (aún más). Nada es como era en El Prado tras el paso del fotógrafo. Su cámara ha hecho magia. Resultado: un estremecedor cuaderno de artista y una exposición en Madrid.
A finales de 2017, y con vistas a las celebraciones del Bicentenario, la Fundación Amigos del Museo del Prado encargó a 12 fotógrafos su personal reinterpretación de los tesoros de la pinacoteca. Cada uno de ellos tenía que realizar y entregar dos imágenes. Pero Alberto García-Alix (León, 66 años) se quedó con hambre de más. Así que pidió permiso a la dirección del museo para continuar el trabajo. Hasta mayo de 2021 entró intermitentemente en las salas del Prado. A veces, entre visita y visita pasaban meses. A veces iba dos días por semana. Una vez terminado el proyecto, se lo mostró a los responsables de La Fábrica, que ahora publican este cuaderno de artista, Fantasías en el Prado, como parte de un nuevo número de la revista Matador. Además, del 1 de junio al 28 de agosto, el Premio Nacional de Fotografía mostrará este fruto de su fascinación por los grandes maestros en una exposición que acogerá el Real Jardín Botánico de Madrid en el marco del festival PHotoEspaña 2022, bajo los auspicios de la Fundación Enaire.
La historia de amor de García-Alix con el museo es antigua: “Cuando tenía 13 años, mi madre nos llevó a mis cuatro hermanos y a mí al Prado. Ella aprovechaba para darnos una lección de historia. Recuerdo el silencio que envolvía las salas, los suelos de madera… Los cuadros que más nos llamaban la atención eran entonces los de Goya, La lucha con los mamelucos y Los fusilamientos, y también La maja desnuda, la primera representación que vi de un desnudo femenino”.
El fotógrafo lo reconoce: “Hay un antes y un después de este trabajo… Hoy El Prado es para mí un espacio de comunión íntima”. La aventura no fue sencilla. “A veces sentía horror vacui. También tenía momentos tintados de emoción y hasta de cierto aliento místico”, recuerda García-Alix, que explica: “Mirar por la cámara y dialogar sin tiempo con el Cristo muerto sostenido por un ángel, de Antonello da Messina, fue una de esas experiencias intensas y emocionales”.
Para su reinterpretación temblorosa del Prado, utilizó la técnica de la múltiple exposición sobre película analógica. “Son dos o tres tomas fundidas a una sola y todas bajo la misma luz que hay en la sala. Los resultados son siempre un tanto aleatorios. De las dos tomas, ¿cuál prevalecerá? ¿Cómo acentuar la segunda? ¿Y cuánto debía cerrar el diafragma en la primera y cuánto abrirlo en la segunda?… ¿Y en la tercera?”. El azar, como subraya Manuela Mena en su texto de Fantasías en El Prado, jugó su papel. “Son cuadros grandes, están muy altos y no se me permitió usar más que una plataforma de menos de un metro. La lucha con los brillos de barnices y aceites y con los craquelados de algunas obras era constante. Es un ejercicio fotográfico complejo y lo realicé un tanto ciego de cara al resultado”, cuenta el fotógrafo, que habla de “un sinfín de resonancias y fantasmagorías”. “He mirado en comunicación con la historia, la política y el arte, buscando apropiarme de tiempo, luz y pinceladas”.
El proyecto Fantasías en El Prado conforma el cuaderno de artista de Matador X, publicado por La Fábrica. Además, este trabajo podrá verse en una exposición en el Real Jardín Botánico de Madrid a partir del 1 de junio, de la mano de PHotoEspaña 2022 y Fundación Enaire.