Los 10 hábitos que sigo a rajatabla siempre que viajo en avión: asiento de pasillo o vestir ropa ancha
No hacer cola de pie para embarcar o añadir un antifaz al equipaje de mano son algunas recomendaciones para tratar de hacer más llevadero el suplicio al que nos someten las aerolíneas con sus políticas de más rentabilidad a cambio de peor servicio
No sé a cuantos aviones habré subido en mi vida. ¿Cientos, mil? Me resulta imposible ni siquiera aventurar un número. Lo que sí sé con certeza es que paso media vida en ellos. Para mí, tomar un vuelo, pasar noches a bordo, cambiar a menudo de husos horarios, desperdiciar horas y horas en salas de aeropuertos —todas iguales—, despertarte en un hotel sin recordar en qué país estás es…. El pan mío de cada día.
Por eso tengo establecida una rutina antes de cada vuelo y la observo con escrupulosidad, para tratar de hacer más llevadero el suplicio al que nos someten las aerolíneas con sus políticas de más rentabilidad a cambio de peor servicio.
1. Hacer check in online. Siempre y en cuanto abre la facturación. Para evitar problemas de overbooking, evitar colas en caso de que haya mostrador drop off y poder elegir asiento.
2. Siempre, siempre… asiento de pasillo. Consecuencia del primer hábito es este segundo, hago check in online, sobre todo para asegurarme un buen asiento. Hay quien prefiere ventana; yo necesito siempre pasillo para tener la libertad de levantarme cuando quiera. Y cuanto más adelante, mejor. Cada vez más aerolíneas cobran por la elección de asiento, pero si no es una cifra astronómica lo pago con gusto. Es el primer paso para un vuelo más agradable.
3. Una vez en el aeropuerto, cada vez que saco el pasaporte, la tarjeta de embarque, la cartera o cualquier documento importante, lo vuelvo a meter en su lugar específico en la mochila o maleta. NUNCA lo llevo en la mano: es la mejor manera de dejártelo olvidado en cualquier lugar.
4. No hacer cola de pie para embarcar. Nunca entendí esa manía de estar una hora de pie frente al mostrador de embarque. Tu asiento es tuyo y nadie te lo va a quitar. Solo lo entiendo si llevas mucho equipaje de mano y crees que no va a haber sitio en los maleteros superiores. Pero para eso está el quinto hábito.
5. Nunca llevar cosas sueltas como equipaje de mano. Procuro llevar un solo bulto. Alucino con la gente que lleva la maleta, un bolso, dos bolsas de regalos, el billete junto al pasaporte, el abrigo, los auriculares y la almohada mariposa… todo colgando. Es incómodo, las posibilidades de dejarte algo olvidado son altas (sobre todo en despistados como yo) y te obliga a hacer la cola del apartado 4 para encontrar sitio donde dejar tanta cosa.
6. Ropa muy ancha y zapatos sin cordonera. Si te vas a pegar 14 horas en un asiento estrecho, no vayas además con ropa más ajustada que la camiseta de Spiderman. Me gusta llevar ropa ancha y cómoda, zapatos sin cordoneras que se puedan poner y quitar fácilmente y nunca botas, porque con ellas te obligaran a descalzarte en los controles de seguridad. Y un cinturón sin hebilla metálica. Ahorras tiempo también.
7. Llevar algo de lectura. Antes llevaba siempre un par de libros, ahora lo hago en formato e-book o digital. Los aviones son el último reducto de paz y silencio que nos queda para leer tranquilamente y sin interrupciones
8. Añadir un antifaz y los auriculares noise cancelation al equipaje de mano. El primero, para dormir mejor; los segundos, para aislarte de niños llorones, pasajeros que hablan a gritos y ruidos varios.
9. Llevar una chaqueta o algo de abrigo. Nunca entenderé por qué hace tanto frío en las cabinas de las aeronaves. Ni por qué algunos suben a ellas vestidos como si fueran a la playa.
10. La más importante de todas mis rutinas: en vuelos largos nunca olvido mis pastillas de Orfidal (con receta médica, por supuesto). Me ayudan a conciliar el sueño y dormir lo máximo posible. Espero a tomármela y a tratar de dormir después de que hayan servido la cena, para que no me desvele ese proceso ruidoso y molesto de servir y retirar bandejas. Si atravieso muchos husos horarios, las tomo también las dos noches siguientes, ya en destino, para ayudarme a regular el desfase horario. Créeme, te digan lo que te digan, es más nocivo para la salud una noche en vela que 1 miligramo de Lorazepam.
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