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Iznájar, el pueblo perfecto para una escapada por la Subbética cordobesa

Gastronomía, festivales, deportes náuticos y más encantos esperan en esta la blanca villa que fascinó a Rafael Alberti

Iznajar Cordoba
Vista panorámica de Iznájar, uno de los pueblos blancos de la Subbética cordobesa.Steve Heap (Getty Images/iStockphoto)

“Visité un pueblo de las alturas, Iznájar, que me pareció más hermoso de lo que yo recordaba. Es un pueblo perfecto, de una blancura maravillosa, encalado hasta el frenesí y con el carácter secreto de los romances de García Lorca”, escribió Rafael Alberti cuando volvió del exilio en los años setenta del siglo pasado y se acercó hasta este hermoso enclave de la Subbética cordobesa donde había pasado unos días antes de la Guerra Civil. Y no le faltaba razón al poeta gaditano, que cuenta con una plaza a él dedicada en el barrio de la Villa. Este pueblo al más puro estilo andaluz, coronado por un castillo árabe a 533 metros de altura y que se eleva sobre un embalse considerado el lago más extenso de Andalucía, ya anuncia su belleza al viajero que se acerca por una ruta que discurre entre los infinitos olivares.

Pero, como si no le bastara con el fascinante castillo de Hisn-Ashar, de origen tan antiguo como el siglo VIII, y su aljibe de hace 1.000 años en un excelente estado de conservación —situado en el centro del patio de armas de la fortaleza—, y sus otros monumentos, Iznájar programa, para 2023, un buen número de actividades que atraerán a visitantes buena parte del año.

Así, la próxima primavera desplegará la exhibición callejera de urban knitting, murales de lana tejidos a mano por las iznajareñas y mujeres de aldeas vecinas que volverán a engalanar las blancas calles. “Una iniciativa que conjuga arte urbano de vanguardia con tradición”, explica el alcalde del pueblo, Lope Ruiz. La Muestra de Cine Lago de Iznájar iluminará las pantallas situadas en el patio del castillo o a orillas del propio embalse en el mes de agosto. También en verano, los nostálgicos y muy bien conservados biscúters, Rolls de mediados del siglo pasado, Tiburones Citroën, Mercedes o unos cuantos Seat 600 multicolores se inscribirán en la Concentración de Coches Clásicos, que se complementa con una divertida carrera de autos locos. Los sonidos del jazz se escucharán durante el Festival Iznajazz en septiembre e, igualmente en un fin de semana de ese mes, la localidad se poblará de moros y cristianos durante la fiesta del Iznazarí, con la celebración de un mercadillo medieval, cenas teatralizadas para probar algunos platos andalusíes, danzas y pasacalles.

Una de las obras de 'urban knitting' en el balcón de una casa de la villa de Iznájar (Córdoba).
Una de las obras de 'urban knitting' en el balcón de una casa de la villa de Iznájar (Córdoba).Fotografía cedida por el Ayuntamiento de Íznajar

Además, a lo largo de todo el año se celebran aquí otras actividades relacionadas con los productos de calidad que producen los campos y granjas de los alrededores. En la empinada calle Real que asciende hasta el castillo, Manuel Quintana imparte los fines de semana en el patio andaluz Moltura una demostración teórica y práctica del mundo del aceite virgen de oliva con cata incluida (previa reserva; 6 euros). En el mismo lugar se puede comprar aceite de diversas variedades, vermú ecológico, vinos de la región y quesos artesanos. El recorrido se puede completar con una experiencia de oleoturismo, adentrándose en los olivares que circundan el pueblo en una visita guiada para presenciar el proceso que se lleva a cabo en una almazara, o incluso comer bajo estos árboles milenarios el rancho del jornalero, la comida tradicional de los aceituneros, entre “los geométricos dibujos que abren los olivos por la dramática sierra cordobesa”, a los ojos de Alberti. La agencia Eva Incoming organiza esta jornada, además de rutas de senderismo y cicloturismo (entre 20 y 30 euros, o 150 euros para dos personas con la comida al aire libre).

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Pero no solo por su exquisito aceite es famoso Iznájar, también es aconsejable concertar una visita en la quesería La Celada, a las afueras del pueblo. Aquí, Cristóbal Padilla y su familia enseñan a los curiosos los intríngulis de la elaboración de un reputado queso de cabra, desde el ordeñe hasta el empaquetado de las distintas variedades: fresco, tierno, con pimentón o romero (15 euros, que incluyen una cata de queso).

Coloridas macetas con geranios en una de las calles del centro de este pueblo cordobés.
Coloridas macetas con geranios en una de las calles del centro de este pueblo cordobés. Picasa (Getty Images)

En cualquier caso, para comenzar el camino en esta localidad cordobesa, más cercana a Granada o a Málaga que a la propia capital de la provincia, lo mejor es trepar por las empinadas cuestas que conducen al arco de herradura que franquea la entrada al barrio medieval de la Villa. Enseguida aparece uno de sus rincones más bellos, el Patio de Comedias, repleto de flores en sus macetas azules y una fuente en el centro. Antiguo teatro al aire libre, hoy es antesala del mirador y la torre de San Rafael. En el entramado de callejuelas que configuran el barrio histórico se abren deliciosas placitas, como la citada de Alberti o la de Alí Ben Cacín, donde en La Loza se pueden adquirir quesos, aceite, anises y licores de la cercana Rute y otros productos de la Subbética, como las esponjas vegetales a base del fruto de la Luffa, una especie de calabacín. Junto a la plaza, la biblioteca pública ocupa un antiguo pósito del XVIII, casi adyacente a la iglesia renacentista de Santiago. Descendiendo hacia el centro, se puede aprovechar para echar un vistazo a la espléndida portada de piedra y fachada rematada con blasones de la dieciochesca Casa de las Columnas, antigua propiedad de los condes de Albi.

Piragüismo en el Embalse de Iznájar.
Piragüismo en el Embalse de Iznájar.Fotografía cedida por el Ayuntamiento de Íznajar

Para retomar fuerzas a la hora del almuerzo, el Mesón La Abuela María es una sorpresa en el centro de la villa y se especializa en la deliciosa gastronomía local: que no falten el salmorejo cordobés o el más atrevido con setas shitake y kumquat, almejas con jamón, rabo de toro, presa ibérica, chuletón o los platos árabes, como unas riquísimas pastelas de pollo o carne aderezadas con especias marroquíes. Y de postre, sin duda, hay que pedir la compota de manzana con kéfir, dátiles y frutos secos. Además, Casa Juani, a orillas del embalse de Iznájar, con su playa artificial en la que se celebran concursos de natación, vela o kayak, ofrece un menú de productos locales, chuletones kilométricos, delicados solomillos o croquetas de rabo de toro, pero también pescados y gambas. A la hora del descanso, Villa Moana es una casa bien restaurada por la pareja propietaria y convertida en un hotel muy agradable, con un excepcional desayuno en la terraza con la mirada al cerro y el castillo. Si uno prefiere alojarse en pleno campo, el hotel Caserío de Iznájar brinda unas vistas gratificantes en un entorno de jardines con piscina. Un pueblo de 4.300 vecinos que esconde miles de atractivos para ser uno de los destinos a explorar en 2023.

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