Un día en Birmingham, la ciudad de ‘Peaky Blinders’
La urbe británica está orgullosa de conservar sus fábricas victorianas y varias joyas de arquitectura brutalista, que se despliegan entre canales y animados centros comerciales
Lo bonito de Birmingham es el esfuerzo que hacen sus habitantes para preservar y mostrar su pasado industrial. Ese es el patrimonio de esta ciudad británica en la que, mientras se hacen compras en centros comerciales que recuerdan a los de Dubái, se come y se bebe, se pueden ver los históricos edificios de ladrillo rojo que todavía quedan en pie y que se suceden en las calles del barrio de las Joyas o junto a sus canales. Gracias a estas vías acuáticas y a los caballos pudo desarrollarse económicamente a finales del siglo XIX y principios del XX. Una época y un espacio en los que se ambienta Peaky Blinders, serie que atrae a seguidores con ganas de ver las localizaciones en las que se grabó. Birmingham ha hecho de la rudeza su propia conciencia y estética particular, a la que, además de las fábricas, talleres y almacenes, la arquitectura brutalista le sienta muy bien. Edificios como el Ringway y el Signal Box son delicias de hormigón que la vista no sabe cómo digerir. Todo lo contrario a lo que sucede al asomarse a la terraza de uno de los apartamentos de la planta 20ª del edificio Rotunda, un perfil inconfundible del horizonte de Birmingham.
9.00 De plaza en plaza
Las plazas del Centenario, Chamberlain, Victoria y la de la Catedral hacen las veces de vomitorios de la congestionada zona comercial. Cada una de ellas alberga uno o varios hitos de interés histórico cultural. En la plaza del Centenario (1) se encuentran el Auditorio, la Biblioteca de Birmingham y la Casa Baskerville. La plaza de Chamberlain (2) une la anterior con Victoria (3), en la que se alzan el Council House, el Museum & Art Gallery, el Town Hall y, en Navidad, el Mercado Navideño Frankfurt de Birmingham, el más grande de este tipo fuera de Alemania. La barroca y anglicana catedral de San Felipe (4) espera en la plaza de la Catedral, rodeada de lápidas de piedra de hace más de 150 años. El templo está abierto para entrar, rezar y contemplar su restaurada vidriera. Unos mimos que no se han tenido con todos los edificios brutalistas. En el centro siguen en pie el Ringway y el Signal Box, así como otros tesoros de hormigón en forma de murales en la torre Quayside y a los pies del edificio Rotunda, dentro de una tienda de Zara.
11.00 Una joya de barrio
Al noroeste del centro de la ciudad se encuentra el barrio de las Joyas (5). Un lugar en el que desde 1760 se fueron abriendo talleres en los que se trabajaban los metales preciosos. Durante 250 años se estima que aquí se produjo el 40% de las joyas del Reino Unido. Aunque muchos de esos talleres están cerrados, uno de ellos es la sede del Museo del Barrio de las Joyas (75-80 Vyse Street). La zona sigue siendo un lugar vivo en torno a la Golden Square, en la que funcionan una escuela de joyas, joyerías como Element y estudios creativos como Dual Works, donde hacen piezas de madera y materiales reciclados. Otras joyas patrimoniales del barrio son las catacumbas del cementerio de Warstone Lane y el reloj de Chamberlain.
13.00 Rica versión del fish and chips
El Oyster Club (6) es una oportunidad para disfrutar de un menú del día a buen precio, probar sus ostras y su tempura de bacalao (una versión refinada del clásico fish and chips). La otra alternativa es Dishoom, un local que evoca a los cafés iraníes que había en Bombay en pleno centro de Birmingham y en el que la comida vale más de lo que cuesta.
15.00 Kayak en los canales
La Roundhouse (7) es una gema oculta, uno de esos edificios que el orgulloso brummie (gentilicio local) lucha por conservar y mantener vivo. Esta construcción circular de ladrillo en el pasado fue almacén y establo del Departamento de Obras Públicas de Birmingham. Los caballos, antes de que apareciera la máquina de vapor, fueron el motor que tiraba de las barcazas largas y estrechas que cargaban metales, carbón y pasajeros por los canales. Hoy alberga una oficina, una sala de exposición, una cafetería y es el improvisado muelle desde el que los kayaks salen a navegar los canales, lo que permite ver Birmingham desde el agua.
17.00 Tarde de compras
Uno de los grandes reclamos aquí son las compras. En el centro se suceden calles comerciales como New Street, High Street y Corporation Street, con galerías cubiertas denominadas arcades e impresionantes centros comerciales comunicados unos con otros sin necesidad de salir a la calle: Grand Central (8), que también es la estación New Street; Bullring y Mailbox, a los que hay que sumar los mercados al aire libre y cerrados en torno a la iglesia de San Martín (9) y el Martineau Place (10), donde se bebe y se prueba comida de todo el mundo.
19.00 Digbeth, distrito creativo
A la espalda de los centros comerciales Grand Central y Bullring se encuentra Digbeth. Una zona en la que en el pasado funcionaban fábricas victorianas y vivían inmigrantes irlandeses. La gentrificación da sus primeros pasos y se vislumbra un presente y futuro como distrito creativo y de ocio. Su corazón es Custard Factory (11), un centro que aglutina estudios de diseño, cafés, bares, restaurantes y un cine. Por sus calles, a los pies de un viaducto y en las que se suceden fábricas abandonadas, algunas tomadas por bares y clubes, transcurre la ruta turística Peaky Blinders, guiada por Carl Chinn, autor de Peaky Blinders. La verdadera historia. En las afueras de la ciudad, los seguidores de esta serie tienen que visitar el Black Country Living Museum (12), una recreación de aquel Birmingham entre los siglos XIX y XX y que ha sido el plató principal.
21.00 Las vistas desde Rotunda
Rotunda (150 New Street) (13), el edificio diseñado por el arquitecto James Roberts en 1960, es una torre cilíndrica de 82 metros de altura en la que es posible alojarse en alguno de los apartamentos de Staying Cool. Los de la planta 20ª son unos miradores desde los que se ven los secretos y las vergüenzas de una ciudad de la que, si se quieren conocer sus entrañas, hay que leer el libro Birmingham: It’s Not Shit.
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