Los vecinos de Sevilla, en el centro de la gestión turística
Un foro organizado por EL PAÍS y el Ayuntamiento analiza las ventajas del turismo sostenible en la capital andaluza
Datos como los que certifican que Sevilla cuenta con el distrito con más presión turística de España, el conocido barrio de Santa Cruz, donde seis de cada diez alojamientos son un hospedaje para viajeros (según el informe publicado por Exceltur el pasado noviembre), y con la consiguiente merma de servicios públicos para los vecinos, han llevado al Ayuntamiento de la ciudad andaluza a dar un paso más en sus políticas de gestión turística, que le han valido el título de Capital Europea del Turismo Inteligente 2023 de la Comisión Europea. Según explicó el alcalde de Sevilla, Antonio Muñoz, en el foro El cambio de paradigma hacia un turismo sostenible, celebrado este martes 13 de diciembre y organizado por El Viajero, la sección de viajes de EL PAÍS, en colaboración con la Sevilla City Office (Ayuntamiento de Sevilla), “el turismo sostenible tiene que ser compatible con la vida diaria de los vecinos”. “Si antes se sentaban en las mesas de trabajo del sector turístico los hosteleros y hoteleros, agencias de viaje y otras empresas del ramo, ahora en Sevilla vamos a sentar también a los vecinos, que tienen que convivir con la actividad turística y no podemos poner al vecino en contra del turista, sino conseguir que convivan y se integren”.
Muñoz aseguró que ya se trabaja, en colaboración con la empresa privada, en una serie de transformaciones digitales para disponer de herramientas de las que se puedan beneficiar los visitantes, pero también el ciudadano local: “La tecnología está inserta en nuestro día a día, solo tenemos que incorporarla también a nuestra toma de decisiones cuando pensemos en disfrutar la ciudad: ir a un restaurante o visitar un museo, y evitar así que se levante una barrera entre el sevillano y el turista. Por nuestra manera de ser, por cómo ocupamos el espacio público, se hace ya de una manera muy natural, pero hay que dar más pasos”, dijo el alcalde del PSOE en relación a la incorporación de nuevas aplicaciones que puedan avisar de la congestión en las zonas más transitadas de Sevilla, y otras que ayuden, por ejemplo, a evitar colas innecesarias para entrar en museos y monumentos, con el impacto visual y los problemas de movilidad que ello implica.
Pero más allá de la oferta clásica, la capital hispalense aspira a atraer, más que a turistas al uso, a visitantes, talentos y empresas que vengan para quedarse: “Sevilla es una ciudad de tamaño medio que aspira a tomar el liderazgo por encima de las grandes metrópolis actuales, a compatibilizar la actividad turística con otros sectores económicos, desarrollando una economía verde, nunca alejada de la sostenibilidad, y con la mirada puesta en la descarbonización de la economía y la transformación digital”.
A este respecto, recordó que la ciudad cuenta con el mayor parque tecnológico y científico de España, con una facturación anual de 3.000 millones de euros; y factorías como la cervecera Heineken, que ha incorporado la primera planta industrial con tecnología termosolar para calentar la cebada; o unos 200 kilómetros de carriles bici. “Más allá del turismo, esta ciudad desde el punto de vista industrial es punta de lanza en innovación”, apostilló.
Una ciudad, cuatro visiones
Para demostrar que “el turismo no es un compartimento estanco con el resto de las economías de la ciudad”, el foro organizado por EL PAÍS contó también con una mesa redonda posterior a la intervención del alcalde en la que participaron representantes de esta nueva economía asociada a la proyección nacional e internacional de Sevilla. Aportaron su visión Silvia Avilés, directora de TIS-Tourism Innovation Summit, un congreso internacional que reúne en la ciudad andaluza a más de 6.000 profesionales del sector; Marcus Cooper, piragüista olímpico, oro en Río 2016 y medalla de plata en Tokio 2020, que la temporada de invierno convierte esta ciudad en su destino de entrenamiento; Gervasio Iglesias, productor de cine detrás del que se encuentran películas multipremiadas como La isla mínima, Grupo 7, El hombre de las mil caras o, la más reciente, Modelo 77; y Enrique Fernández, presidente de Fernández y Roche, empresa arraigada en Sevilla desde el siglo XIX que fabrica los sombreros que pueden verse en las cabezas de todo el planeta, desde las carreras de Ascot a las comunidades judías ultraortodoxas de Jerusalén a Nueva York.
Como foco de atracción de visitantes, Iglesias reconoció que el cine ejerce un enorme motor de tracción. La inmensa mayoría de sus películas están localizadas en Sevilla. “Si quieres contar algo universal, cuéntalo desde lo local. Siempre fue nuestra premisa. Rodar incluso en la ciudad menos típica, en los barrios más desfavorecidos, lo que nos da una idea de lo poliédrica que es Sevilla y que soporta muchos tipos de historias, desde lo patrimonial para películas de época hasta el cine más social”. Esta es una sensación de grandeza, añadió el productor y también director, “que anima a la gente a conocer la ciudad, porque, además, se han acercado a ella gracias a una historia que le han contado y les ha gustado”.
Para el deportista de élite Marcus Cooper, natural de Palma (Mallorca), Sevilla se ha convertido en un imán para deportistas internacionales. “No solo somos españoles los que pasamos el invierno entrenando aquí, sino muchos otros equipos internacionales, medallistas olímpicos, que vienen. El Guadalquivir se ha convertido en una sede internacional del remo. Para nosotros es una manera de juntarnos con deportistas de otros países para entrenar. También ayuda la facilidad que la ciudad nos ofrece: hay un plus de rendimiento”.
El caso paradigmático de Enrique Fernández, de Fernández y Roche, explica también por qué Sevilla es conocida fuera de sus fronteras más allá de sus tópicos y sus fiestas de primavera. Su sombrerería, fundada en 1885, nació en un momento en el que el uso del sombrero era una moda extendida por toda Europa. Con su declive, entendió que “la supervivencia de esta empresa debía basarse en la búsqueda de un mercado donde la moda no fuera lo más influyente”. A raíz de ahí, y con una sola tienda física —ubicada en la céntrica calle Rosario—, sus sombreros se han exportado a todo el mundo, siendo su producto estrella el cubrecabezas que usan los judíos ortodoxos. Aún así, “después de 140 años, no pensamos movernos de Sevilla”.
Por último, Silvia Avilés, directora de TIS-Tourism Innovation Summit, aseguró que “venir a Sevilla era una oportunidad con sentido por todo el trabajo bien hecho en materia de turismo inteligente que se ha venido haciendo en los últimos años. Pero también una apuesta de futuro. Es una ciudad de sensaciones, una ciudad que vibra y por eso la gente quiere volver”.
Todas estas experiencias confirman que el turismo del siglo XXI se enfrenta a desafíos como la transformación digital del sector, la creación de nuevas infraestructuras para favorecer las nuevas formas de movilidad, la atracción de la inversión y el talento, y la búsqueda de soluciones para acabar con las zonas saturadas por el turismo.
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