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Durango, un día entre montes y ‘pintxos’

La villa medieval vizcaína, que encandila con su casco histórico y el gran pórtico de madera de su basílica, es el campo base perfecto para visitar el escenario alpino de la vecina sierra de Urkiola

Fachada del Ayuntamiento de Durango (Bizkaia).
Fachada del Ayuntamiento de Durango (Bizkaia).ANDRÉS CAMPOS

Durango es una población de casi 30.000 habitantes del sureste de Bizkaia, la más importante de la provincia después de las que integran el área metropolitana de Bilbao. Además de eso, o antes de eso, es una villa de origen medieval, con más de 700 años de recorrido y un casco histórico declarado conjunto monumental, que goza de un emplazamiento extraordinario, al pie de los afilados picos de roca caliza de la sierra de Urkiola, la pequeña Suiza vasca. Por ahora, la comunidad está cerrada perimetralmente, su hostelería también y el toque de queda comienza a las diez de la noche, así que esta puede ser una gran ruta a apuntar en la lista de deseos para una escapada cuando se llegue a la deseada normalidad.

COVA FDEZ.

10.00 Una cruz de 4,30 metros

De las seis puertas que tuvo la muralla de Durango, solo queda una, pero bien bonita: el arco de Santa Ana (1), en la plaza del mismo nombre, a orillas del río Mañaria. También da gusto ver las pinturas murales de estilo rococó que decoran la fachada del Ayuntamiento (2), concebidas en 1770 por Ignacio de Zumárraga, con arquitecturas figuradas, pequeñas historias de amor, cacerías… Pero lo más llamativo es el pórtico de madera de la basílica de Santa María de Uribarri (3), el más grande del País Vasco, casi como una plaza mayor cubierta. A 10 minutos a pie, en el césped de un parque que hay al final de la calle de Mikeldi, pace elídolo de Mikeldi (4), un verraco o toro de piedra con un disco solar entre las patas, labrado en la Edad del Hierro y hallado en 1864 en Durango. Bueno, pace una réplica, porque el original está en Bilbao. El Museo Kurutzesantu (Kurutziaga Kalea, 38) (5) alberga la antigua cruz de término de Kurutziaga, gótica, de 4,30 metros de altura y en la que está esculpida toda la Biblia. También se encuentra aquí la oficina de turismo.

Mirador de las Tres Cruces, en el puerto de Urkiola, con vistas al desfiladero de Atxarte y la cresta de Untzillatx, al fondo.
Mirador de las Tres Cruces, en el puerto de Urkiola, con vistas al desfiladero de Atxarte y la cresta de Untzillatx, al fondo.A. CAMPOS

12.00 Vista montañosa en el mirador

A unos 10 kilómetros de Durango, subiendo por una carretera tan pendiente y virada que los vehículos de más de 10 metros tienen prohibido el paso, se llega al puerto de Urkiola (6), a 713 metros de altura, donde hay un santuario enorme dedicado a san Antón y san Antonio de Padua. Lo más curioso del lugar es Tximistarri, una roca que algunos creen que cayó del cielo y a la que, según la tradición, hay que darle siete vueltas para conseguir pareja. Desde el mirador de las Tres Cruces, a cinco minutos del santuario, se contempla uno de los panoramas montañosos más impresionantes de la sierra de Urkiola y del País Vasco, con la cresta de Untzillatx, aguda como un hacha, en primerísimo plano. Además, en el puerto hay varias ermitas, un antiguo nevero rehabilitado y el centro de interpretación Toki Alai (+34 946 81 41 55) (7) del parque natural de Urkiola, con exposición permanente e información sobre rutas, incluida la que permite subir en dos horas y media al Anboto, que es la máxima altura de la sierra (1.331 metros) y su principal reclamo, pues tiene unas vistas de escándalo de todos los montes vascos.

14.30 A Atxondo para comer

Para comer hay cuatro restaurantes en el puerto de Urkiola, pero lo ideal es bajar a Atxondo (8), en un valle precioso al pie de la vertiginosa pared oriental del pico Anboto. Impresiona su situación y deslumbra la cocina que se elabora en algunos de sus vetustos caseríos, rehabilitados como restaurantes. Si podemos pagar 198 euros, iremos a Etxebarri a saborear carnes y pescados de calidad suprema, asados a la brasa de encina por Bittor Arginzoniz, maestro de la parrilla. Una estrella Michelin y el tercer puesto de la última lista de theworlds50best.com lo acreditan. Si no podemos o no queremos pagar tanto, se puede ir a Akebaso, un caserío del siglo XIV donde se hace cocina vasca evolucionada; menú degustación a 60 euros.

El pórtico de la basílica de Santa María de Uribarri, en Durango (Bizkaia).
El pórtico de la basílica de Santa María de Uribarri, en Durango (Bizkaia).a. campos

17.00 Tarde de aventuras

Otra visita imprescindible cerca de Durango es Otxandio (9), un atractivo pueblo de la vertiente sur de la sierra de Urkiola, señoreado por la alta torre barroca de la iglesia de Santa Marina, con casa consistorial de 1742 y frontón del siglo XIX. Está muy orgulloso de su acentuada identidad euskaldún (el 75% de la población conoce bien el euskera) y no olvida lo que ocurrió el 22 de julio de 1936, cuando dos aviones aparentemente republicanos bombardearon a los vecinos que los saludaban alegremente mientras celebraban las fiestas patronales. En la plaza de Andikona, la escultura La muerte nos vino del cielo, de Néstor Basterretxea, recuerda que murieron 61 personas. Fue el primer bombardeo aéreo sobre civiles en territorio vasco. Un buen lugar para quedarse aquí es Koikili Aterpetxea. Este cuidado albergue es el sueño hecho alojamiento rural de la familia Lertxundi, que desea compartir con los huéspedes su cultura vasca, su amor por la naturaleza y la vida slow. Muy slow habrá que andar por el cercano parque de aventura Hontza Extrem (10). Próximamente pondrán en marcha una nueva actividad, Descálzate en el bosque: un kilómetro largo pisando con los pies desnudos arena, agua, barro, hierba, troncos, piedras…

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Etxebarri, un asador en la élite culinaria

21.00 Delicias de campeonato

Vuelta a Durango para cenar, si no queremos sorpresas, en Kukutze (11). Y si las queremos, en Kobika (12), donde Íñigo y Koldo Kortabitarte asombran con miniaturas culinarias, como la concha de mar comestible con guacamole y salmón ahumado y el falso huevo relleno de bacalao al Club Ranero y espuma de salsa vizcaína. Los jueves es la noche de su Menú de Campeonato, todo a base de platillos que han ganado concursos de pintxos.

22.30 Noche en un palacete

El Gran Hotel Durango (13) es un palacete anglovizcaíno de principios del siglo pasado, obra de Manuel María Smith, el mismo que diseñó muchas de las grandes villas de Getxo, además del hotel Carlton de Bilbao. Rústico no es. Y tampoco barato. Sí lo es, en cambio, Eguzki B&B (14), un bed & breakfast en la segunda planta de un caserío situado a tres kilómetros del centro. Algo intermedio, ni hotel urbano de lujo ni turismo rural con gallinas, ni caro ni barato, es Garaiko Landetxea (15), en Garay, a seis kilómetros de Durango.

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