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Un viaje para cada mes del año

El Timkat en Etiopía, la gran migración de los búfalos en Masái Mara, en Kenia, o el desfile de kimonos de Kioto. Citas en el calendario para conocer lugares únicos en su mejor momento

Dos jóvenes vestidas con la tradicional yukata, en el festival de kimonos de Kioto.
Dos jóvenes vestidas con la tradicional yukata, en el festival de kimonos de Kioto.Satoshi-K (Getty Images)
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Más información en www.lonelyplanet.es y el libro “El mejor lugar para estar hoy” de Lonely Planet

Con el año recién estrenado, comienza a girar la rueda de los viajes: de los que haremos y de los que soñaremos. Hay grandes acontecimientos culturales por todo el planeta que conviene conocer al menos una vez en la vida y que pueden ser la razón para hacer las maletas. Estas son algunas ideas para estar en el lugar adecuado, en el momento adecuado.

Celebración del Timkat en Etiopía.
Celebración del Timkat en Etiopía.Getty Images

Enero. Del Timkat de Etiopía a las pistas de esquí suizas

Para comenzar el año, proponemos dos citas completamente diferentes que solo podremos disfrutar en estas fechas. Los amantes de lo exótico y de los viajes culturales únicos deben de participar al menos una vez en la vida en el Timkat o Epifanía etíope. Se celebra entre el 18 y el 20 de enero y es el festival más colorido del país africano. Conmemora el bautismo de Jesús de Nazaret en el Jordán y aunque hay ceremonias por todo el país, la más espectacular tiene lugar en Gondar, la antigua capital, con sus castillos del siglo XVII, donde los sacerdotes cargan con tabots (réplicas del Arca de la Alianza) hasta los baños de Fasilidas, y participan en una vigilia nocturna, a la que siguen aparatosos bautismos por inmersión. Y solo con alejarse un poco de estas fiestas tan importantes para los creyentes, en este mes seco y fresco queda tiempo para explorar otras bellezas del país, entre ellas, tres de los hitos de cualquier viaje a Etiopía. La pequeña localidad de Lalibela, con sus iglesias excavadas; la ciudad sagrada de Aksum, al norte de Gondar, con sus antiguos stelae (obeliscos), adonde se llega por caminos que serpentean por las escarpadas montañas Simen, el hogar de los monos geladas, y el lago Tana, más al sur, flanqueado por monasterios medievales. Conocida como la “Camelot de África”, Gondar es un lugar muy sugerente. Tanto la ciudadela de Fasil Ghebi como la iglesia de Debre Berhan Selassie, con 104 querubines en el techo y maravillosas pinturas murales, son patrimonio mundial. Se puede volar hasta Gondar desde Adís Abeba; en autobús se tardan dos días. 

Panorámica de St. Moritz, en Suiza.
Panorámica de St. Moritz, en Suiza.Getty Images

La otra cita de enero es una alternativa para los que quieren codearse con los famosos en uno de los mejores centros de invierno del mundo. Sankt Moritz, en el valle suizo de Engadin, es la cuna del esquí que se lleva practicando aquí desde hace un siglo y medio. Hoy este complejo turístico tiene más de 350 kilómetros de pistas esquiables en sus tres zonas principales –Corviglia, Corvatsch (buenos descensos en glaciares) y Diavolezza–, y sigue siendo uno de los mejores lugares del mundo para practicar deportes de invierno. Una advertencia: barato no es. Sigue siendo, como en sus orígenes, un imán para ricos y amantes del glamur, pero en enero sus pistas negras (para los más expertos) no tienen rival en el mundo. Sus 160 kilómetros de cuidados senderos llevan a los esquiadores de fondo hasta espectaculares bosques y después estos pueden sumergir sus fatigados músculos en un baño termal.

Sankt Moritz ofrece además la opción de poner a prueba los nervios en la Cresta Run, una pista de hielo natural de 1,2 kilómetros para trineos. Construida en 1884, abre desde finales de diciembre y hasta los principiantes más intrépidos pueden lanzarse por sus curvas a toda velocidad en un trineo skeleton (trineo simple). Las plazas para principiantes en la Cresta Run son limitadas; conviene reservar con mucha antelación. El aeropuerto internacional más próximo es Zúrich, a unos 200 kilómetros, tras un pintoresco trayecto de cuatro horas en tren.

Góndolas en el Gran Canal de Venecia durante la celebración del carnaval.
Góndolas en el Gran Canal de Venecia durante la celebración del carnaval.Silvia Bianchini (Getty Images)

Febrero: carnavales para elegir

Febrero es tiempo de carnavales por todo el mundo, desde los elegantes y grandiosos de Venecia, llenos de historia, hasta los más deslumbrantes y coloridos del mundo, los de Río. Entre uno y otro, hay una gama enorme de festividades de invierno que incluyen modestas mascaradas en pueblos remotos pero también otras llenas de música que compiten en imaginación y animación con los grandes nombres.

En Venecia el carnaval dura 17 días. Arranca dos viernes antes del Miércoles de Ceniza y se prolonga hasta el Martes de Carnaval. Es la fiesta de disfraces barroca más famosa y extravagante del mundo. Sus orígenes se remontan al siglo XV, cuando asociaciones privadas organizaban bailes de máscaras y, entre los pasatiempos, estaba el hostigar toros y disparar perros vivos con cañones. Su creciente popularidad hizo que en el siglo XVIII llegara a durar hasta dos meses. Dejó de celebrarse cuando el dictador Benito Mussolini (1883-1945) prohibió las máscaras. No se restableció hasta mucho después, en 1979, cuando recuperó su sitio entre las mejores fiestas del mundo. Siempre se inaugura un sábado, con una procesión con máscaras que sale de la plaza de San Marcos sobre las cuatro de la tarde. Entre lo mejor del carnaval se incluyen el Baile del Dux y un desfile de barcas y góndolas decoradas por el Gran Canal, pero hay muchas actividades aparte de los eventos principales. Artistas callejeros llenan las plazas y a veces se instala una pista de patinaje en el Campo San Polo. Solo hay que comprar una máscara y empaparse del espíritu carnavalesco. Es cierto que fuera de los días de carnaval, en febrero, Venecia puede ser gris y gélida, pero sus canales están envueltos en una sugerente niebla y sus cafés son un refugio para tomarse una cioccolata calda.

El otro gran carnaval es el de Río de Janeiro, que no es apto para todos los públicos (abstenerse aquellos a los que no le gusten los grandes jolgorios y las masas). Es una fiesta única, luminosa, atrevida, ruidosa e inolvidable: dos millones de personas cubiertas de lentejuelas bailan a ritmo de samba en una de las ciudades más hermosas del mundo. Para algunos, sumarse a esta melé es una pesadilla, pero para otros es algo que hay que hacer antes de morir. Es básico reservar con antelación y decidir cómo participar: se puede ocupar un asiento en el Sambódromo para ver los desfiles, aprender a bailar samba para ser parte del espectáculo o unirse a los blocos (fiestas en la calle). Al margen de esta gran cita, se puede disfrutar de otros carnavales más modestos en Brasil, como el de Salvador, con influencias africanas, las fiestas callejeras de Recife y Olinda o el de Sao Paulo, similar al de Río pero menos turístico. Este año comenzará el 23 de febrero. Para recuperarse de los excesos, proponemos pasar después unos días en Buzios, cerca de Río, o en la isla de Tinbar, próxima a Salvador.

Una ballena jorobada salta fuera del agua en el Cabo San Lucas (México).
Una ballena jorobada salta fuera del agua en el Cabo San Lucas (México).GETTY IMAGES

Marzo: brindar con San Patricio y ballenas en California

El 17 de marzo los irlandeses de todo el mundo celebran San Patricio, estén donde estén. Pero si hay un sitio donde se vive de manera muy especial la madre de todos los festivales irlandeses es en Dublín. La capital se inunda de cerveza, gorritos y ropa en verde, blarney (mucha labia) y craic (diversión). Pero sobre todo, hay cientos de miles de personas por las calles y en los locales del centro honrando al santo cuyo mayor mérito fue erradicar las serpientes de Irlanda. Y además de cervezas y música, hay teatro, fiestas callejeras y un famoso desfile que completa las celebraciones. Empieza al mediodía, en Parnell Square, para bajar después por O’Connell Street, atravesar College Green y terminar en la catedral de San Patricio. Para verlo bien se pueden comprar entradas para sentarse en las gradas. Si no nos interesa el desfile, siempre podremos ir a la zona de bares y restaurantes de Temple Bar, y pasar allí el día de San Patricio o participar en un circuito por la fábrica de cerveza Guinness. 

Para quienes prefieren los viajes de naturaleza, marzo es una magnífica época para observar ballenas en Baja California. Desde noviembre hasta abril, miles de ballenas grises llegan en migración desde las frías aguas del mar de Bering hasta las lagunas de Puerto San Carlos, Ojo de Liebre o San Ignacio, bahías interiores de tranquilas aguas someras, para aparearse o parir y amamantar a los ballenatos —700 kilos de peso al nacer— que han gestado durante 12 meses. En febrero y marzo se produce la mayor concentración de ejemplares de ballenas grises en estas aguas, lo que garantiza el avistamiento cercano de los mamíferos gigantes, que se acercan a las pangas, las barcas de turistas. Tras dos o tres meses en estas aguas, las ballenas y sus crías, que en ese tiempo ya han doblado su peso, regresan a mar abierto para emprender el viaje de vuelta, unos dos meses, hasta las aguas ricas en krill (un pequeño camarón) del Ártico. No son las únicas que visitan la región: también hay rorcuales, yubartas, orcas, calderones e incluso la gran ballena azul, el animal más grande del planeta, con hasta 26 metros de longitud. En la costa este, la bahía de La Paz es lugar de reunión de tiburones ballena. Para llegar hay que volar hasta Cabo San Lucas (hay vuelos diarios desde Ciudad de México, a dos horas y media de avión). También hay cruceros que salen de San Diego (EE UU).

Turistas atraviesan un campo en plena floración durante el festival chino de Qingming.
Turistas atraviesan un campo en plena floración durante el festival chino de Qingming.VCG / Colaborador (Getty Images)

Abril: senderismo y floraciones

Tiempo primaveral en el hemisferio norte: tiempo perfecto para viajar a un montón de lugares, hacer senderismo, fotografiar las floraciones más espectaculares o acercarse a recorrer desiertos que unos meses después serán imposibles por el calor. Podemos, por ejemplo, recorrer Jordania, con su ciudad de Petra tallada en la roca o el castillo cruzado de Kerak, la Gerasa romana, o los portentosos paisajes del desierto de Wadi Rum. También es la ocasión para hacer senderismo en los Alpes, o entre los prados de narcisos del Distrito de los Lagos, en Inglaterra. También estamos en la mejor época para recorrer el Himalaya, en Nepal, con días largos y cálidos. El valle de Katmandú está animado con el Bisket Jatra, el Año Nuevo Nepalí, que cae a mediados de abril.

Una experiencia interesante para viajar este mes es la celebración de la primavera en China, en los festivales Qingming (día de la limpieza de tumbas) y el Hanshi (festival de la comida fría), que marcan el inicio de esta estación. Hace buen tiempo, los cielos están despejados y podemos disfrutar de dos festivales por el precio de uno. Primero llega el Hanshi, con más de mil años de historia, que debe su origen al gesto de un hombre, Jie Zitui, que se cortó un trozo de pierna para poder alimentar a su señor hambriento que había sido condenado al exilio. Después, éste quiso recompensarlo, pero al incendiar la montaña donde Jie se había retirado, lo mató. El señor proclamó el Hanshi, un día en el que solo se puede comer comida fría. Durante el Hanshi, las familias dedican un rato a limpiar las tumbas de los parientes fallecidos, a dejarles ofrendas de comida y bebida, a brindar por los difuntos y a quemar papeles que parecen dinero. Después disfrutan de la primavera paseando por el campo y viendo la floración tras el invierno. También es muy popular hacer volar cometas, de día y de noche. Al anochecer las cometas van adornadas con farolillos encendidos y la cuerda se corta para que salgan volando, llevándose dolencias y pesares, e invocando a la buena suerte. 

Perspectiva del río Moldava a su paso por Praga.
Perspectiva del río Moldava a su paso por Praga.getty images

Mayo, los festivales de la libertad, la cerveza y los santos patrones

Este año, el mes de mayo será muy especial en los Países Bajos, que celebrarán 75 años del final de la II Guerra Mundial y lo harán por todo lo alto. Los holandeses han declarado abril como el Mes de la Libertad, con el Día de la Liberación nacional, el 5 de mayo, como la gran fecha señalada. Durante esa jornada se celebran 14 festivales por la libertad en todo el país, y un poco después, el 27, la tradicional fiesta del Día del Rey: un buen momento para ver cómo viven y sienten los neerlandeses y salir de Ámsterdam.

Otro lugar que celebra el mes de mayo es Praga, pero no porque los días sean cada vez más largos y cálidos para pasear en barca por el río Moldava y cruzar el Puente de Carlos, sino por el Festival de la Cerveza. En Letn Park, en una gran carpa con 10.000 asientos, ofrecen más de 150 cervezas diferentes, además de comida checa, desde salchichas picantes a “gorrión de Moravia” (cerdo y bolas de masa). Entre cerveza y cerveza podemos dedicar un día a la ciudad vieja y al barrio judío; otro al castillo y Mala Strana y un tercero a los museos y tiendas. Además estamos en el mes del Festival de Primavera de Praga, dedicado al jazz y a las músicas clásica y étnica.

Otras festividades de origen religioso pero marcado carácter lúdico salpican la geografía mediterránea durante el mes mayo. Por ejemplo en Gubbio (Umbría, Italia) que celebra el 15 de mayo una de las carreras más espectaculares del país: la Carrera de Santos de la Corsa dei Ceri, que conmemora al santo patrón de la ciudad, San Ubaldo, y se viene haciendo del mismo modo desde el siglo XII: es una competición de proporciones épicas. Tres equipos corren por las calles de la ciudad y las empinadas laderas del monte Ingino hasta la basílica de San Ubaldo, donde descansa el cuerpo del santo. Cada equipo acarrea el llamado cero (cirio), que en realidad es un pilar de madera de 4 metros con una estatua de uno de los tres santos “rivales” (Ubaldo, Jorge y Antonio). Cada pilar pesa unos 400 kilos. La carrera empieza a las 18.00 con la bendición del obispo y luego los equipos corren por la ciudad y suben hasta la basílica, situada 300 metros más arriba. Los ceraioli (portadores del cirio) visten los colores del santo que acarrean: amarillo para Ubaldo, azul para Jorge y negro para Antonio. Al final siempre gana san Ubaldo; al fin y al cabo es su día. 

La isla noruega de Lofoten.
La isla noruega de Lofoten.Ratnakorn Piyasirisorost (Getty Images)

Junio: el mes del sol

La luz invade en junio los países nórdicos, adormecidos en la oscuridad durante todo el invierno. En San Petersburgo, por ejemplo, podremos admirar la luz de los largos días en las famosas Noches Blancas. La ciudad fundada a orillas del río Neva por el zar ruso Pedro el Grande en 1703 fue diseñada para impresionar. Sus palacios, museos y teatros son enormes y resultan todavía más grandiosos y románticos a comienzos de verano, cuando nunca se pone el sol y un resplandor luminoso baña la ciudad las 24 horas de los siete días de la semana. Durante las Noches Blancas (aproximadamente desde la segunda semana de junio hasta principios de julio), San Petersburgo es un torbellino de ópera, ballet, música y zhizni radost (alegría de vivir). Hay que pasear a orillas del Neva o por el Jardín de Verano, contemplar los puentes abiertos y los surtidores de las fuentes de Peterhof.

Los interminables días de verano de los países nórdicos son también los mejores para visitar lugares como las Islas Orcadas o Groenlandia o para ir al Cabo Norte por la costa de Noruega. Cada segundo de luz permite disfrutar del paisaje, conducir entre pueblos de pescadores y por las escarpadas cordilleras de las islas Lofoten y Senja, vagar por los inmensos bosques de pinos y abedules y caminar hasta Knivskelodden, el punto más septentrional de la Europa continental.

En el continente americano, junio es el mes del Inti Raymi (Sacsayhuamán, Cuzco, Perú). Esta ceremonia en honor a Inti, el dios Sol, solía implicar sacrificios masivos de llamas en un sangriento ritual también dedicado a Pachamama, esposa de Inti y diosa de la fertilidad. Actualmente los sacrificios se han sustituido por cómodas sillas para los turistas. El festival del Inti Raymi recrea tradiciones que se remontan 500 años antes del apogeo del Imperio inca, cuando era la ceremonia más importante de Cuzco, por aquel entonces la capital. El Inti Raymi celebraba el Nuevo Año inca y el solsticio de invierno, cuando el Sol estaba más alejado de este lado de la Tierra y había que venerar a Inti. Actualmente, la ceremonia tiene lugar en las misteriosas ruinas de piedra de Sacsayhuamán, a las afueras de Cuzco. Desde el Qorikancha, el templo del Sol, la procesión serpentea las calles de la ciudad, llenas de flores, música y oraciones, y mujeres con escobas espantan a los espíritus malignos. Al llegar a Sacsayhuamán hay discursos en quechua y se lleva a cabo el falso sacrificio. El sumo sacerdote sostiene en alto un corazón para Pachamama y lee el futuro en las manchas de sangre. Cuando el sol se pone, se encienden hogueras y la procesión regresa a Cuzco. 

Una caravana (yamakobo) participa en el desfile de kimonos de Kioto.
Una caravana (yamakobo) participa en el desfile de kimonos de Kioto.Buddhika Weerasinghe (Getty Images)

Julio: asistir a los Juegos Olímpicos de Tokio

Del 24 de julio al 9 de agosto Tokio celebrará los Juegos Olímpicos y cientos de miles de personas llegarán a Japón dispuestos a participar como espectadores (o como deportistas) de este evento que probablemente nos depara muchas sorpresas. Los precios serán más altos que nunca, pero será un momento muy especial para conocer la capital japonesa. Sin salir de Japón, otra propuesta para este mes de julio, es admirar el Gion Matsuri de Kioto, el 17 de julio. Se trata de un verdadero desfile de kimonos, en una procesión de caravanas (yamakobo) que rememora una ocasión del año 869 en la cual 66 dignatarios, uno por cada provincia japonesa, marcharon por Kioto para suplicar a Gozu Tenno, dios de las plagas, que diera un respiro a la ciudad. Hacen falta 40 personas para mover esos templos portátiles rodantes. Durante tres mañanas a partir del 10 de julio se puede ver cómo se construyen con enormes bloques tallados, algunos de los cuales superan las diez toneladas. Después se purifican en el río y empieza la gran celebración en Kioto. Grupos de chicas de rostro blanco pasean por las calles con sus zuecos de madera y sus yukata (kimonos de verano) y las residencias del barrio comercial abren sus puertas para mostrar los telares japoneses en sus espacios originales. Pero la estrella del desfile es chigo, un niño que monta el yamakobo principal vestido con ropajes sintoístas y una corona con un ave fénix dorado, que debe pasar semanas de purificación para prepararse. El Gion Matsuri dura todo julio pero alcanza su máximo esplendor a mitad del mes.

También en julio se celebran en Mongolia unos juegos muy especiales: el Naadam, un festival de artes viriles (del 11 al 13 de julio) que incluye carreras de caballos, tiro con arco y lucha libre. Los nómadas se reúnen en la capital y los mongoles juegan con shagai (huesos del tobillo de las ovejas). Vale la pena desafiar el calor que ya hace en Mongolia para ver el espectáculo.

Despliegue de enormes banderas poco antes del comienzo de la carrera de caballos de Palio de Siena.
Despliegue de enormes banderas poco antes del comienzo de la carrera de caballos de Palio de Siena.Paolo Sacchi (Getty Images)

Agosto: música en Salzburgo y tradición medieval en Siena

Salzburgo celebra en 2020 el primer centenario de su famoso festival de música. Del 18 de julio hasta el 30 de agosto, este gran evento de música clásica se celebrará por todo lo alto, con exposiciones y eventos repartidos por todo el centro histórico. Un año muy especial para pasar unos días de agosto en esta ciudad alpina austríaca que vio nacer y crecer a Mozart. Es también la ciudad de la película Sonrisas y lágrimas (1965), gracias a la cual conocemos todos sus principales escenarios. Entre cúpulas, agujas y tejados, ascendemos hasta la guinda del pastel, la fortaleza Hohensalzburg.

 Otra de las grandes fiestas tradicionales europeas es el Palio de Siena (Toscana), una carrera de caballos montados a pelo, de origen medieval, que dura 90 segundos. Durante el corto trayecto por la Piazza Il Campo, los jinetes pueden hacer casi de todo a sus oponentes; el caballo ganador suele cruzar la meta sin jinete. Se celebran dos carreras: el 2 de julio y el 16 de agosto. El evento realza el orgullo municipal sienés, ya que cada caballo representa uno de los 17 contrade (distritos) de la ciudad y todos quieren ganar el victorioso estandarte del palio. Los caballos se bendicen en las iglesias de los distritos y los competidores se inscriben acompañados de desfiles medievales. Antes de la carrera se ondean las banderas de cada contrade

Los que prefieran los espectáculos naturales, pueden ir a Kenia, concretamente a la sabana reserva nacional de Masái Mara, para ver hordas de ñús atravesar el río Mara, en un atasco descomunal. Lo cruzan en masa, desesperadamente, en una estampida que resulta el mayor espectáculo imaginable. La migración circular de un millón y medio de ñús azules, junto con cebras y gacelas de Thomson, suele llegar al río Mara en agosto, momento perfecto para ver el cruce masivo y el festín de cocodrilos y leones.

Castillo y viñedo en la localidad provenzana de Chateneuf-du-Pape.
Castillo y viñedo en la localidad provenzana de Chateneuf-du-Pape.Getty Images

Septiembre, un mes para maratones, viñedos y cervezas

El último viernes de septiembre se corre en Grecia la Espartatlón, un maratón que conecta Atenas con Esparta y hace honor a la carrera original que completó el griego Filípides para anunciar la victoria sobre los persas, origen histórico de todas los maratones actuales. Este ultramaratón anual empieza en la capital griega, normalmente el último viernes de septiembre, y sigue un trazado de 245 kilómetros que refleja lo mejor posible la ruta que hizo Filípides. Arranca a los pies de la Acrópolis a las siete de la mañana, sale de la capital y se dirige hacia la costa y Corinto. En su punto más alto, el recorrido se eleva hasta los 1200 metros cuando cruza el monte Partenio. Aquí es donde, según la leyenda, Filípides se encontró con Pan, el antiguo dios de los pastores, los rebaños y los montes. Es una carrera durísima y la gente de Esparta acude en masa a la meta, frente a la estatua del rey Leónidas, para recibir como héroes a todos los exhaustos atletas. 

Otra propuesta clásica en septiembre es el Festival de la cerveza de Baviera, donde desde hace 500 años llevan haciendo y celebrando su magnífica cerveza. Los alemanes, junto a cientos de miles de turistas, peregrinan a las carpas del Theresienwiese, en Munich, para beber, cantar, beber, bailar, beber, y consumir cada año más de siete millones de litros. La Oktoberfest arranca a mediados de septiembre y dura 16 días, hasta el primer domingo de octubre. Carros de caballos adornados con colores amenizan la ceremonia inaugural a la que sigue un concierto nocturno de música clásica y un gran desfile. Por supuesto, la comida acompaña la bebida y la fiesta dura todo el día.

Estamos también en el mes de la vendimia. En Francia no escasean los lugares donde pasear entre viñedos, con más de trescientas denominaciones que producen algunos de los mejores caldos del mundo. No hay que alejarse mucho para encontrar una ladera con cuidadas hileras de viñas. Es un mes ideal para explorar la región de Provenza, con villas animadas, con mercados en la calle que muestran los productos de otoño y con pueblos que celebran sus fiestas de la cosecha. Lo más difícil será elegir una zona: la costa (Cassis o Côtes de Provence), los cerros de Vaucluse o la famosa Châteauneuf-du-Pape, antigua sede papal a orillas del Ródano, entre Orange y Avignon.

Un ejemplar de ciervo en las Highlands escocesas.
Un ejemplar de ciervo en las Highlands escocesas.gmsphotography (getty images)

Octubre: tiempo de celos y berreas

Dos grandes reclamos turísticos de este momento del año tienen como protagonista a los grandes animales. En Kenia y Tanzania, desde mediados de octubre y hasta noviembre se puede ver la gran migración de los búfalos del Serengueti. Pero, con la llegada de las lluvias a mediados de octubre, los búfalos del Masai Mara empiezan a formar grandes manadas entre la hierba que crece abundantemente. Durante esta época están bastante inactivos y pastan dócilmente. Los búfalos son muy sociables y forman grandes grupos no territoriales de hasta 1500 individuos si hay comida. En esta época las hembras en celo atraen la atención de los machos, que intentan mostrar su dominancia moviéndose en círculo, pateando el suelo, destrozando arbustos y, a veces, peleándose entre ellos. En esta época, las enormes manadas de ñús, cebras y gacelas se dirigen al sur hacia el Serengueti y hay mucha agitación en todas partes.

En las Tierras Altas de Escocia, es el momento de ver el celo de los ciervos. Este mes los ciervos rojos machos compiten con sus portentosas cornamentas para asegurar el control sobre las hembras. Además, toca a su fin la temporada turística (y de los mosquitos), y es un buen momento para combinar los ciervos con un turismo tranquilo: Stirling, el castillo de Eilean Donan, Glen Coe, Fort William… Sin salir de España, podemos ver un espectáculo similar de berrea del ciervo en parques nacionales como el de Cazorla (Jaén) o en Cabañeros (Ciudad Real).

Vista del desierto de Atacama, con el volcán Licancabur al fondo.
Vista del desierto de Atacama, con el volcán Licancabur al fondo.Antonio Busiello (getty images)

Noviembre: honrar a los muertos en Oaxaca

En México la muerte tiene un enfoque optimista. De los aztecas han heredado sus creencias sobre los difuntos: están convencidos de que los muertos rondan por el Miclan, una ‘sala de espera’ espiritual, y mientras estén allí pueden regresar a sus casas. La fiesta de los muertos, el 1 y el 2 de noviembre, es uno de los grandes espectáculos mexicanos. Es un día que se celebra por todo el país, sobre todo en el sur de México, donde la cultura indígena está más presente. A Mixquic la llaman “la ciudad de los muertos” por su procesión, que pasa por santuarios dedicados a los difuntos, y en Oaxaca se organizan circuitos por los cementerios. En Oaxaca encontraremos arcos de flores de cempasúchil, de color amarillo brillante, altares llenos de ofrendas, flores, velas, tamales y también pan de muertos, hechos con yemas de huevo, fruta y tequila, y adornados con un símbolo de la muerte. Pero la mayor celebración se da en el cementerio: las familias dedican un día entero a limpiar las tumbas y a decorarlas con velas y flores, organizan picnics y bailan al son de los mariachis. Las calles se llenan de esqueletos de papel maché con vestidos y sombreros.

Otra idea para viajeros amantes de los espacios naturales y amplios: contemplar las estrellas en Atacama, al norte de Chile, el desierto más seco del mundo. Hay pocos turistas en esta época del año, pero los cielos están despejados, perfectos para contemplar las estrellas. Es uno de los mejores lugares del mundo para la astronomía. Hay varios observatorios, algunos abiertos al público, como el ALMA, que capta constelaciones que están a millones de años. Por el día se puede recorrer la zona, visitando el valle de la Luna, los géiseres del Tatio o el salar de Atacama.

Santa Claus recibe a unos niños en su oficina de Rovaniemi, en la Laponia finlandesa.
Santa Claus recibe a unos niños en su oficina de Rovaniemi, en la Laponia finlandesa.JONATHAN NACKSTRAND (Getty Images)

Diciembre: preparando la Navidad, celebrando el nuevo año

En muchos sitios del mundo se prepara la Navidad a conciencia, con mercadillos (como todos los de las ciudades centroeuropeas), que se han convertido en uno de los mejores incentivos para el turismo en diciembre. Hay fiestas de Adviento como las de Zagreb, que redecora la ciudad para la ocasión, e iluminaciones navideñas que visten las ciudades con millones de luces (como Madrid o Vigo). Pero hay algunos lugares que especialmente viven de la Navidad. Es el caso de Rovaniemi, en la Laponia finlandesa, aunque aquí la Navidad dura 356 días. Es la residencia “oficial” de Santa Claus, y en el cercano Napapiiri (Círculo Polar Ártico en finés) hay una aldea dedicada a él. Por supuesto todo envuelto en marketing. Y tras haber conocido a Santa Claus y mandado una tarjeta desde su oficina de correos, se puede disfrutar de los otros encantos del lugar: trineos tirados por huskies, safaris de renos y museos dedicados al arte, la vida en el Ártico y la naturaleza finlandesa. Además, es un sitio perfecto para ver auroras boreales.

Y hay también lugares que prefieren celebrar por todo lo alto el fin del año en lugar de la navidad: en Edimburgo, la fiesta grande es el Hogmanay (del 29 de diciembre al 1 de enero), a la que acuden más de 250.000 personas. Todo comienza el día 29 con un gran desfile con antorchas por la Milla Real hasta Carlton Hill, donde se quema un barco vikingo. El 30 de diciembre hay conciertos en directo en la Night Afore, y por fin, en Nochevieja, el centro de Edimburgo se convierte en una gigantesca fiesta callejera. Hay conciertos por las calles pero también se pueden comprar entradas para eventos como el baile Hoog o el Concert in the Gardens, que tiene lugar bajo el castillo. El día de Año Nuevo se deja para los eventos más excéntricos, como el Dogmanay, carreras de trineos de perros por Holyrood Park, o el Loony Dook, con cientos de bañistas disfrazados que se lanzan a las gélidas aguas del río Forth. 

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