Diez calas secretas de Menorca
Un chapuzón en la coqueta Biniparratx, una excursión en barca hasta la isla de Colom, el chiringuito de Binibèquer y la privilegiada soledad de la playa virgen de Pudent. Arenales maravillosos y poco conocidos en la isla balear
01 Entre encinares
Rafalet (Sant Lluís)
Su carácter abrupto y umbroso y su piscina de roca entroncan con la Costa Brava. Lo que quizá marque la diferencia sea la manera inigualable en que esta cala menorquina se entrega al mar entre encinares. Poco antes de llegar a la urbanización S’Algar, tomar el desvío señalizado como Camí de Cavalls y aparcar a su fin. Restan unos 200 metros a pie. Rafalet aparece de golpe. Aquí uno puede trepar y embocar un sendero hasta la boca de la cala entre verticalidades de postal. A mano están el hotel Alcaufar Vell y las recetas menorquinas actualizadas del restaurante Sa Pedrera d’es Pujol, que acaba de cumplir 50 años abierto al público.
02 Perfecta con tramontana
Binibèquer (Sant Lluís)
De medidas reducidas, el hecho de estar separada de la carretera y de los chalés hace de Binibèquer la playa ideal para cuando arrecia la tramontana. Su contorno obedece a una geología de terrenos calcáreos y su balearidad se resume en un sol que la golpea todo el día y aguas con acentos de vidrio. Los islotes son objeto de deseo para los buceadores mientras el bar Los Bucaneros aprovecha una barraca de pescadores y acredita una comida más que aceptable.
03 Maravillas de arena blanca
Fustam y Escorxada (Es Migjorn Gran)
Las caletas donde con más ahínco se experimenta la sensación de lejanía se emplazan al socaire de los vientos en un marco virginal del Migjorn. Dejar el vehículo junto al restaurante playero Es Brucs, de notable parrilla. Tomamos el camino litoral señalizado con hitos de madera a lo largo de un subibaja de 2,2 kilómetros no recomendable para menores de 8 años. En 45 minutos rodeamos estas franjas de arena blanca ante las cuales solo cabe maravillarse. Sin cobertura y balizadas, dejando un pasillo libre para embarcaciones.
04 Belleza escueta
Biniparratx (Sant Lluís)
Sus 18 metros de arena fina y lechosa no la aconsejan para deleitarse una jornada completa, pero sí para fotografiarla —al igual que el cercano Es Caló Blanc— y darse un chapuzón. Biniparratx conserva el prefijo “bini” que recuerda las cuatro centurias de dominación árabe. Una explanada de tierra sin señalizar sirve de aparcamiento. A esta coqueta cala virgen la rodean paredes y cuevas.
05 Al gusto de Lady Di
Es Talaier (Ciudadela)
Un retazo de arena blanca de 35 metros frente a una piscina pétrea que impide el fondeo de embarcaciones; aguas serenas y translúcidas junto a la pinada. Con tales características bien puede entenderse el rumor de que Lady Di, al circunnavegar Menorca, quedó prendada de ella. Madrugar para encontrar plaza en los aparcamientos de las playas de Son Saura (a 15 minutos a pie) o usar el autocar que parte de Ciudadela.
06 Vegetación dunar
Pregondó (Es Mercadal)
El agua no puede ser más limpia en Pregondó, el arenal que antecede a la cala Pregonda. Dejaremos el coche en el restaurante Binimel·là (971 35 92 75). Desechamos la orilla de Binimel·là y buscamos el paso que salva el muro de pared seca, bordeando la colina litoral por su parte trasera. En Pregondó despunta una vegetación dunar variada y rica en colores primaverales. En medio de la rada, el mar ha golpeado los islotes dándoles aspectos fantásticos. El entorno se transforma en una carta de colores de areniscas rojas y esquistos grises.
07 Hermosa tranquilidad
Pudent (Es Mercadal)
Pocos turistas pisan la península de la Mola de Fornells. En su costado menos visible se esconde cala Pudent (Apestosa), cuya toponimia no debe malinterpretarse porque alude al proceso de putrefacción de la posidonia. Llegados al arenal de Son Saura del Norte, bien merece echarse a andar 25 minutos entre una soledad forzosamente precursora de la belleza. En privilegiado aislamiento se disfruta Pudent, virgen. Este entorno es escenario apropiado para el naturismo. La cala vecina (y que se ve primero) es todavía más íntima.
08 A la isla en kayak
Calas Tamarells y del Moro (Mahón)
La isla de Colom, dotada con dos calas accesibles, fue vendida en 2018 por 3,2 millones de euros, si bien su valor medioambiental es incalculable como joya que es del parque natural de S’Albufera des Grau. El arenal de Tamarells está rodeado por una pequeña arboleda, mientras que su hermana, cala del Moro, luce desarbolada. Las dos comparten aguas cristalinas y en ambas está prohibido internarse tierra adentro. La barca de Joan Febrer tiene su base en Es Grau, de donde salen también las excursiones en kayak rumbo a En Colom.
09 De carácter familiar
Sa Mesquida (Mahón)
En esta concha de arena de 300 metros de longitud se pierde pie enseguida y las aguas resultan más bien frías. Gracias a la protección del Es Pa Gros, montículo que se asciende por la cara suroeste, el baño es relativamente seguro. Buscar también el pequeño rincón naturista. El restaurante Cap Roig sigue siendo referencia gastronómica en pescados.
10 Restricciones veraniegas
Presili (Mahón)
Una cala prístina, de 250 metros de largo y hermosas dunas que, junto a su hermana En Tortuga, reina en el noroeste menorquín. A Presili, también llamada Capifort, se accede a pie desde el aparcamiento del faro de Favàritx. Del 1 de junio al 13 de octubre entran en vigor las restricciones de acceso en coche, lo que redunda en mayor intimidad para el bañista: solo se puede llegar al faro en autobús lanzadera desde Mahón o a pie desde los aparcamientos disuasorios: tres kilómetros de caminata por una estrecha carretera solo hasta el faro.
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