Avenida Real, despertar con deliciosas ‘casadielles’

Del antiguo hotel Avenida, emplazado en el antiguo casco histórico de Villaviciosa, solo quedan las paredes. Así lo explica Vicente Alonso, padre del nuevo Avenida Real, cuyos interiores exhiben ahora una decoración más cálida, a caballo entre un estilo colonial inglés y rústico indiano, no exento de otros caracteres más actuales. Hace poco más de una década, el cambio fue encargado al taller ovetense Compasso, que continúa en auge gracias a su clasicismo estético y a los recursos pictóricos de todas las épocas. Aquí los dormitorios recuerdan al huésped la calidez de un hogar con sus cabeceros de hierro o de madera labrada, sus papeles pintados y cenefas en las paredes, las mesitas de cristal y los armarios de madera. Y junto a este dechado de ornamentación, la señal wifi llega a todas las estancias con la credencial de haber sido el primer establecimiento hotelero que incorporara esta tecnología en la región.

El edificio luce su envoltura de madera de castaño como un regalo aún sin abrir. Hay que entrar con cuidado: los detalles decorativos han permanecido a salvo todos estos años, no vayamos a estropearlo con el arrastre de las maletas. Los espacios son minúsculos, delicados al tacto, a la vista y a los oídos, ambientados con música clásica. Las habitaciones se distribuyen en dos plantas, sobradas en comodidades y obsequios de bienvenida. Si la suite Maliayo, escaleras arriba, conquista por sus tonos alegres, la doble número 35 está dedicada a la figura de Alejandro Casona y dispone de una pequeña biblioteca con las principales obras del dramaturgo asturiano.

Pero el momento por excelencia acontece fuera del hotel, en el Café de Vicente, que el mismo propietario abrió hace 20 años en la calle de Balbín Busto, muy cerca de la modernista plaza de abastos. Obra también de Compasso, con una lámpara central de Murano y una envidiable colección de jarras, teteras y cafeteras antiguas, aquí los desayunos cobran otra dimensión. Inexcusable probar la repostería casera de Jacoba Álvarez: las tradicionales casadielles (empanadillas fritas espolvoreadas de azúcar), los cruasanes de mantequilla, las manzanas de mazapán y unos dulces bautizados con el nombre de maliayinos (hojaldres de nueces y avellanas). En esta bombonería, por gusto y por género, exponen sus acrílicos los artistas más reconocidos del costumbrismo local.

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Todas las habitaciones incluyen: wifi gratuito, caja fuerte y bañera.

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