Ibiza, otoño en la ciudad balear
Un paseo por Dalt Vila con paradas en sus baluartes, museos y tiendas, un atardecer en la playa de Ses Figueretes y propuestas nocturnas para todos los gustos
Asociar Ibiza con la fiesta es casi instintivo. Con el cierre de sus grandes discotecas hasta el próximo año, los meses de otoño e invierno son el momento para dejarse llevar por el ritmo más auténtico de la isla balear. Disfrutar del arte a pie de calle o en un museo, comerse un bullit de peix en un mesón tradicional o tomar unas copas sin aglomeraciones en los bares de Dalt Vila son algunos de los planes para redescubrir una ciudad que en verano vive a dos velocidades.
9.00 Un café en el paseo de Vara de Rey
Es una buena idea coger fuerzas para la mañana en alguna de las terrazas que rodean el paseo de Vara de Rey, punto neurálgico de la ciudad. En los desayunos ibicencos no faltan la bollería y las tostadas, pero también se puede encontrar el último grito en preparados saludables e instagrameables. Un ejemplo es el Café Montesol (1) (en el número 2), en el icónico hotel con el mismo nombre. Pese a su estilo clásico, en su carta hay zumos vegetales y boles de muesli y semillas.
10.00 El Portal de Ses Taules
Ibiza es el resultado del paso de las diferentes culturas que poblaron la isla: púnicos, romanos, bizantinos, musulmanes y cristianos. El Portal de Ses Taules (2) es la entrada principal a la ciudad vieja, conocida como Dalt Vila, y el mejor punto de partida para recorrer el centro. En él, el viajero se topará con lugares curiosos como la capilla de San Ciriaco (3) que, según la leyenda, fue la puerta de entrada de los cristianos que acabaron con la dominación musulmana. En el camino hay que detenerse en los baluartes para disfrutar de las vistas. Las mejores están en el de Santa Llúcia y en el de Sant Bernat (4), desde donde avistar Formentera y el trasiego de barcos que van y vienen a la isla balear.
12.00 Mañana para el arte
Además de ser una muestra al aire libre del patrimonio histórico de la isla, en Dalt Vila están los principales museos de la localidad. El de Arte Contemporáneo (5) (ronda de Narcís Putget, s/n) cuenta con obras de Tàpies, Faber, Le Parc y también de artistas locales como Tur i Costa. Para los amantes de la historia y la arqueología, casi al lado de la catedral se encuentra el Centro de Interpretación Madina Yabisa (6) (Casa de la Cùria, Carreró de la Soledat, 2). A través del lenguaje audiovisual muestra la evolución de la ciudad, sobre todo durante la época de la dominación musulmana.
14.00 Fritada de pulpo para comer
La plaza del Parque y, en concreto, el esquinazo de la vermutería Born (7) (calle de Miquel Gaietà Soler, 2) son la ventana perfecta desde la que asomarse a la vida ibicenca mientras se disfruta de un aperitivo. Sus patatas con mejillones y salsa Espinaler no fallan. Pese a ser un sitio extremadamente turístico, es posible comer bien y a precios razonables. Uno de los negocios con más solera es Ca n’Alfredo (8) (paseo de Vara de Rey, 16). Si se quiere comer al aire libre con unas maravillosas vistas de Dalt Vila hay que ir a Calma (9) (paseo de Juan Carlos I, s/n), en el puerto deportivo. Cocina mediterránea, pescado fresco y especialidades locales como la fritada de pulpo en un ambiente cuidado y relajado.
16.00 El arenal de los locales
La isla está repleta de calas y playas de ensueño que hacen que incluso con frío valga la pena darse un paseo por la orilla. Para los que no tengan tiempo de salir de la ciudad, pueden quitarse el antojo en Talamanca (10), uno de los arenales más frecuentados por los locales y de ambiente familiar.
De vuelta al centro, en el paseo de Juan Carlos I se levanta el edificio de apartamentos Las Boas (11), proyectado por Jean Nouvel. Su forma de graderío y el entramado de acero inoxidable que cubre la fachada lo han convertido en un símbolo de Ibiza.
18.00 La moda más ibicenca
No hay marca que se precie que no esté en la isla, que presume además de tener un estilo propio: la moda AdLib o ibicenca, fácilmente reconocible por su color blanco y los tejidos naturales y ligeros de sus prendas. Existen firmas que trabajan estos diseños como Pepa Bonett e Ibi Moda, en las inmediaciones del casco antiguo. La calle de Sa Creu y los alrededores aglutinan buena parte de las marcas de moda y de las tiendas icónicas del mundo de la noche, como la de la discoteca Amnesia (12) (paseo de Vara de Rey, 3) y Cyberdog (13) (calle d’Enmig, 48). La sucursal ibicenca de esta marca británica de estrambóticos diseños es la única que existe en toda España.
19.00 Fin de tarde en el sur
Después de todo el día en el lado norte de la ciudad, el atardecer es el momento perfecto para estar en la zona sur, que es opuesta en cuanto a carácter. El paseo de la playa de Ses Figueretes y los alrededores respiran un aire modesto y agradable, en los que abundan las construcciones hoteleras de décadas pasadas, restaurantes y alguna que otra joya como la terraza de los Apartamentos Llevant (14) (Carlos Román Ferrer, 5). En este bar-restaurante uno casi puede tocar el mar mientras se relaja alejado del ajetreo de Dalt Vila y de sus precios.
21.00 Que empiece la fiesta
Aquí la noche no se sabe dónde ni cuándo acaba. Una buena manera de comenzar es con tapas y cócteles en La Bodega (15) (calle de Bisbe Torres Mayans, 2), a los pies del Portal de Ses Taules. Tras la cena hay opciones para todos los gustos. Los que deseen empaparse del espíritu canalla y libre de la isla tienen que darse una vuelta por la calle de la Virgen, en el casco viejo. La copa tranquila se puede tomar en alguno de los pubs con vistas al puerto o en un bar rockero de los de toda la vida como el Demiedo (16) (Carreró de la Trinitat, 6). Las grandes discotecas, como Ushuaïa y Lío, acaban la temporada en octubre, pero en la isla siempre hay una opción para los que quieren alargar la fiesta hasta el amanecer. Pachá (17) (avenida del 8 d’Agost) tiene sesión todos los sábados. Un templo del baile con más de 50 años de vida donde practicar uno de los pasatiempos por antonomasia en Ibiza: ver y dejarse ver.
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